GANDIA

Gandia es una de las ciudades estrella del turismo de sol y playa en el Mediterráneo. A su buen clima y magníficas playas, la capital de la Safor añade una completa vida nocturna que cada año atrae a miles de personas, un efecto magnificado por cierto programa de televisión. Pero Gandia es mucho más que sol, playa y fiesta, así que hoy os proponemos una visita a la Gandia que abre los 365 días del año.

La ciudad
En el casco urbano de Gandia destaca el ‘Palau Ducal’, también conocido como ‘Palau dels Borja‘ después de que el papa Alejandro VI le comprase el Ducado de Gandia a Fernando el Católico para sus hijos. Es un palacio del siglo XIV, y es una de las joyas de la arquitectura civil valenciana. En ‘l’Espai de les Emocions‘ conoceremos la historia de los Borja y de Gandia, muy ligada como demuestran la ‘Torrassa del Pi’ o la Antigua Universidad, restos del ducado de Sant Francesc de Borja.

No muy lejos del Palau Ducal, en la Plaza Mayor, está la Colegiata de Santa María (siglos XV y XVI), uno de los muchos ejemplos del gótico catalano aragonés. Junto a la Colegiata nos encontramos con el Ayuntamiento, donde destaca la fachada neoclásica obra de Vicente Gascó en el año 1778.
Antes de abandonar el centro podemos visitar el Hospital de San Marcos, que en 1973 dejó su actividad tras más de 600 años. Ahora este edificio del siglo XIV alberga el Museo Arqueológico, y en el encontramos muestras de los importantes yacimientos prehistóricos de la comarca. Algunos, como la ‘Cova de Bolomor‘ o la del Parpalló pueden convertirse en una interesante excursión.

IGLESIA COLEGIAL DE SANTA MARIA
La iglesia parroquial de Gandia ostentó la titularidad de Santa María de la Asunción desde sus orígenes -hacia 1245-, a raíz de la conquista del Castell de Bayrén por Jaume I. 
A finales del siglo XIV el señor territorial -luego duque-, Alfons el Vell, inicia la construcción de un gran templo. Es por estas fechas cuando Pere y Johan Lobet cincelan con piedra de Cotalba (a 30 florines la pieza) las esculturas del Apostolado, destinadas en un principio a ornamentar el frontispicio de la fachada de poniente.

En 1417 se reinicia un nuevo proyecto de templo, en tiempos del hijo y sucesor en el ducado, Alfons el Jove, aunque con su muerte -en 1324- quedó abandonado el proyecto, justamente en su mitad. De esta época data la bellísima portada gótica de Santa María, obra de Johan Franch. El proyecto -inconcluso- lo reemprendió, a finales del siglo XV, Dª María Enríquez, madre de Juan de Borja (II duque de la familia Borja), que consigue del Papa Alejandro VI, bula para erigir la parroquia de Santa María de la Asunción en iglesia "colegiada", solicitud que se veía complacida el 26 de octubre de 1499.
Tal honor exigía la reanudación del templo, que quedaba concluido -con arreglo al viejo proyecto- en 1500 y se completaba con una hermosa fachada imafronte, la Porta dels Apòstols, de transición ya entre el estilo gótico y el renacentista, obra de los Forment. Entre tanto Paolo da San Leocadio pintaba las hermosísimas tablas del "Retablo de los Siete Gozos" y las ensamblaba en un maderamen gótico ejecutado por Damià Forment, quien a su vez colocaba -presidiendo dicho retablo- una bellísima talla policromada de Santa María. 
El templo y su torre campanario fueron víctima de los terremotos en ocasiones diversas (particularmente a finales del siglo XVI) y sufrieron frecuentes reformas a lo largo de los siglos. En el último tercio del XVIII se intentó transformar todo el interior, siguiendo las normas del más puro estilo clasicista, pero -afortunadamente y por causas así de índole arquitectónica como económica- el proyecto de reconversión al nuevo estilo no se llevó a efecto y la iglesia siguió ostentando el diseño original, su estilo natural y propio, el gótico.

En 1836, como consecuencia de la Desamortización, fue confiscado el patrimonio colegial y el templo funcionó como simple iglesia parroquial. Su reinstauración como colegiata no se produciría hasta junio de 1911. El 6 de junio de 1931 sería declarado el templo Monumento Histórico Nacional. 
El 2 de agosto de 1936, fruto de la intransigencia y la ignorancia, la colegiata fue salvajemente incendiada, y sus retablos e imágenes. reducidos a pavesas. Tras nueve años de inactividad, en 1945 se abrió de nuevo al culto y, una vez restablecidas las relaciones entre la Iglesia y el Estado -por el nuevo Concordato de 1953-, adoptaba un régimen de tutela compartida (Patronato-Prelado). El 7 de marzo de 1965, suprimido el patronato y extinguido el antiguo cabildo, la colegiata quedaba acogida al régimen jurídico del derecho común. 

Tesoro artístico perdido
La colegiata gandiense albergaba un inmenso tesoro, fruto de múltiples donaciones a través de los siglos. En la Exposición Internacional de Barcelona de los años 1929-1930 fueron exhibidas hasta 19 piezas de los fondos del tesoro artístico, algunas, verdaderas joyas de orfebrería, como la Custodia renacentista labrada en 1548 por el orfebre fray Antonio Sánchez de Benevento para el Monasterio de San Jerónimo de Cotalba y que, escapando a la confiscación desamortizadora, vino a parar a la colegiata. Pero había otras muchas obras de arte: cruces procesionales, cálices, custodias, relicarios, lámparas, ornamentos litúrgicos..., por no hablar de retablos, tallas, lienzos..., del riquísimo archivo general o del archivo coral.
Poco queda de todo aquel inmenso tesoro; lo más relevante siete de las esculturas de los Lobet (finales del s. XIV), cuatro en el Museu d'Art de Catalunya: [San Pablo, y los evangelistas San mateo, San Lucas y San Juan]; y otras tres en el Kunstindustriemuseum de Copenhague: [San Pedro, Santiago el Mayor y San Bartolomé]. Del archivo musical se salvó el famoso Cançoner, actualmente en la Biblioteca de Cataluña.

Obras de restauración
En el verano de 1999, y promovido por el colectivo Amics de la Seu, se inició un significativo proyecto de restauración, con cargo a la Dirección General del Patrimonio de la Generalitat Valenciana, y que, comenzando por la cubierta -en estado muy deficiente-, se extendió al muro norte y a la zona cercana a la torre-campanario.

Con subvención del Ayuntamiento de Gandia y donaciones de particulares se llevó a cabo la restauración de las capillas laterales, y con fondos de la Excma. Diputación de Valencia, la fachada y puerta de los Apóstoles (la réplica del conjunto escultórico de otro tiempo fue ejecutada por los escultores José Esteve Edo y Ricardo Rico). 
Implicadas en el empeño restaurador se vieron también algunas entidades privadas, como la Obra Social de BANCAJA o + Visión, que orientaron su colaboración hacia la recuperación de algunas capillas particulares.

Son metas parciales del plan director la restauración de la bóveda completa y muros del cuerpo superior, por una parte, y por otra el sistema de óculos, la torre campanario y el ábside. De cara a un futuro cercano está prevista la construcción de una capilla que centraría la atención del culto y permitiría reservar la colegiata y algunas de sus dependencias -en determinadas horas- para espacio museístico.
PALACIO DUCAL
Monumento
El Palacio Ducal de Gandia es un edificio que se remonta al siglo XIV. Para su construcción, se eligió el emplazamiento más elevado de la villa de Gandia, el “tossal”, y fue Alfonso “el Viejo”, primer duque real de Gandia, quién se encargó de definir la configuración arquitectónica del palacio en época medieval.

Con la llegada de la familia Borja a raíz de la compra del ducado de Gandia por parte del cardenal Rodrigo de Borja, el edificio se verá ampliado y modificado. Pedro Luís, María Enriquez de Luna y Francisco de Borja, dejaran su impronta entre los siglos XV y XVI. De esta época corresponde la remodelación del Salón de Coronas.

En época barroca, los duques Borja darán un nuevo aire al edifico con la remodelación del salón de Águilas y la construcción de la Galería Dorada, construida para conmemorar la canonización de Francisco de Borja.
Tras la muerte del undécimo duque Borja sin descendencia, el ducado y el edificio pasaran a manos de familia nobles, que normalmente no residirán en Gandia. Durante prácticamente un siglo el edificio permanecerá abandonado, hasta que en 1890, la Compañía de Jesús adquirirá el inmueble en pública subasta.

Durante esta fase se llevará a cabo en el palacio una importante restauración cuya finalidad es consolidar todos los espacios del inmueble y promover toda una nueva decoración artística destinada a elevar la figura de San Francisco de Borja. Cabe destacar de este periodo la construcción de la Capilla Neogótica y el acondicionamiento del Oratorio o Santa Capilla del Palacio Ducal.
LA FACHADA PRINCIPAL.
Uno de los escasos vestigios que quedan de la primitiva construcción del palacio es la actual portada adovelada de medio punto por la que se accede al zaguán construido en tiempos de Alfonso el Viejo y el cerrojo que la cierra por dentro, que aún conserva perfectamente visibles las barras del escudo real de Aragón en recuerdo de sus antiguos residentes.

Los nuevos propietarios, la familia Borja, colocarían en su día sobre esta impresionante portada el escudo de armas en piedra que hoy todavía se conserva, sostenido por dos ángeles y dentro de una pequeña hornacina flanqueada por sendos hombres primitivos de larguísimas barbas. Esta fachada principal es de mampostería recubierta con mortero de cal y arena.
PATIO DE ARMAS Y PLANTA BAJA.
Al cruzar la puerta principal se abre ante el visitante el zaguán de entrada, separado del magnífico patio de armas por un impresionante arco escarzano y cubierto por una techumbre de madera decorada con piezas de nácar y hueso. Actualmente en el ala norte del patio, en lo que originariamente fueron las caballerizas del edificio, se encuentra ubicada la iglesia del Sagrado Corazón coronada por una espectacular galería.

También se ubica en este espacio de estructura trapezoidal la escalera señorial que da acceso al Salón de Coronas. De todos los ventanales que se abren al patio, únicamente el situado sobre la escalera de honor es original. A este patio de armas recaen las principales dependencias del edificio y, desde la planta baja, se accede a la que fuera antigua armería (actualmente capilla privada de la comunidad) y junto a ésta, el otro pulmón del edificio, el Patio de la Cisterna, conocido también como Patio de las Cañas.
ACCESO A LA PLANTA PRIMERA.
Una escalera situada en el ángulo noroeste del patio de armas nos lleva directamente a las estancias nobles. Ya en la primera planta accedemos a la llamada Cámara de la duquesa, donde se ubica la supuesta habitación en la que nació San Francisco de Borja y cuyo elemento decorativo más destacado lo configura un pavimento cerámico con azulejos de finales del siglo XV en azul y blanco de Manises con el motivo del “encadenat”. Las estancias nobles contiguas a esta primera sala son, sucesivamente, el Salón de Águilas, cuyo nombre proviene de los elementos zoomorfos que decoran el friso que recorre todo el perímetro de esta estancia, realizado en yeso y rematado en pan de oro. A continuación, la Sala de los Estados de Cerdeña, en recuerdo de las posesiones de la familia Centelles en esta isla, incorporadas a las de los Borja fruto de la unión del hijo del santo duque, Carlos de Borja, con Magdalena de Centelles, quedando de esta manera anexionado entre otros muchos territorios el condado de Oliva.

Inmediatamente se encuentra la Sala Verde y el Aposento de la Torrecilla, en el que se supone aposento de la duquesa María Enríquez, donde destaca sobremanera uno de los pavimentos más antiguos de todo el palacio formado a base composiciones hexagonales mediante la utilización de azulejos del “alfardó” de principios del siglo XV.

Entre este piso y el superior, a la altura del cielo raso del Salón de Águilas quedaría emplazada la antigua prisión del palacio ducal.
DEL SALÓN DE CORONAS A LA SANTA CAPILLA.
Subiendo directamente por la escalera señorial del Patio de Armas se accede al Salón de Coronas, remodelado en tiempos de San Francisco de Borja, concretamente durante los primeros años de su mandato al frente del ducado y cuya denominación se debe al motivo de la doble corona que decora todo el artesonado. Este elemento proviene de la fusión de dos coronas y Alejandro VI lo utilizó como símbolo en su coronación papal y serán ya sus propios hijos los que lo adoptarían como distintivo propio. En el friso superior se conserva el sabio consejo del duque a sus hijos, tomado de las epístolas de San Pablo y que en castellano se traduce: “Corred para comprender que sólo será coronado aquel que pelee según la ley”. La Compañía de Jesús tuvo que reponer gran parte de los azulejos que decoran las paredes de este Salón, pero todavía se conservan en el lado que da al patio parte de los azulejos originales provenientes de los alfares de Triana que recorren el alto zócalo y que están realizados con la técnica de la cuerda seca o arista.
Actualmente, la sala se encuentra decorada por ocho sargas y un lienzo obra de Martín Coronas, junto con una pintura de autor desconocido, datada en el siglo XVIII, y que complementa el ciclo de escenas de la vida de Francisco de Borja, cronológicamente ordenadas en el sentido de las agujas del reloj. Presidiendo el salón encontramos el retrato del IV Duque vestido con los hábitos de Caballero de Santiago. El mismo Hermano Coronas que se encargaría de parte de la decoración de este Salón de Coronas, fue el autor de las pinturas que decoran la actual Capilla Neogótica, antaño despacho privado del Santo. De tiempos de San Francisco de Borja y que todavía hoy se puede apreciar en esta sala destaca el crucifijo del santo. Adherida a este despacho se ubica la Santa Capilla, donde el santo practica sus oraciones y disciplinas.
Según una leyenda muy extendida, el diablo pretendía distraerlo de sus devociones lanzando piedras a través de una pequeña ventana de alabastro que todavía se conserva junto al altar y la creencia popular asegura que algunas de las manchas de sangre son las gotas de sangre provocadas por las excesivas mortificaciones que se auto infligía el duque con sus penitencias. El recinto es un pequeño oratorio con un techo poligonal que recuerda la forma de un ataúd, en cuyas paredes todavía se conservan las grisallas realizadas por Filippo de San Leocadio (hijo del afamado pintor Paolo de San Leocadio) sobre los misterios del rosario, muy retocadas por el hermano Coronas. El aspecto actual de la techumbre y el pavimento corresponde a una intervención realizada por la Compañía de Jesús.

LA GALERÍA DORADA.
La “Obra Nueva” o “Galería Dorada” se encuentra entre las construcciones que más han embellecido y caracterizado el Palacio Ducal y constituye el elemento arquitectónico y artístico más significativo del monumento, siendo un referente excepcional de la arquitectura civil barroca valenciana. El motivo de su realización fue la conmemoración de la canonización de Sant Francesc de Borja a instancias del X Duc de Gandia. Éste mandó edificarla sobre la terraza contigua al patio de la cisterna y se concluyó a principios del siglo XVIII. La edificación está formada por cinco salas continuas separadas por pórticos de madera, decoradas en su totalidad con cartelas, acantos, grutescos y golpes de hojarasca bajo una estructuración bícroma basada en el color blanco en correspondencia con los elementos en relieve dorados.


La Galería Dorada recibe precisamente de ahí su nombre, por la profusión de ornamentación dorada sobre los elementos ornamentales en talla de madera que cubren todo el perímetro de las cornisas, los paneles murales divisorios de las estancias y los copetes de las puertas. Se trata de un perfecto trompe l’oeuil arquitectónico que juega con las perspectivas y la luz, creando un clima escenográfico impresionante. De todo el programa decorativo de la Galería destaca el ciclo pictórico de los techos de sus cinco salas que da nombre a cada una de ellas: Sala Heráldica de la Familia Borja, Sala Ornamental, Sala de la Glorificación de Sant Francesc de Borja, Sala de la Sagrada Familia y Sala del Cielo y la Tierra (es en esta última sala donde encontramos el famoso mosaico barroco de los Cuatro elementos). Tanto por su extensión como por la complejidad del programa icónico representado, supone un hito dentro del movimiento del último barroco colorista en tierras valencianas. La tradición ha mantenido al pintor Gaspar de la Huerta Martínez como autor del ciclo pictórico de la Galería Dorada, no obstante, estudios recientes sugieren que en las dos primeras salas podría haber colaborado como ayudante el pintor Esteve Romaguera, pintor de su entorno y también conocido por otros trabajos para la Compañía de Jesús en Valencia.

En cuanto a la decoración exterior, cabe destacar fundamentalmente la ornamentación pictórica de las fachadas. Se trata de ornamentación vegetal en los entrepaños entre balcones con cenefas, volutas y apilastrados en colores almagra y gris. El otro punto de atención es el fuerte cromatismo que imprime al conjunto tanto la cobertura de tejas de los balcones como el propio tejado de la sala. Todo ello está resuelto con teja cerámica vidriada, en color azul y blanco en los balcones y en líneas azul-amarillo y blanco-verde alternos en la cubierta. Es quizás éste uno de los aspectos más llamativos del cuerpo de la Galería Dorada.

LA HISTORIA Y SUS PERSONAJES
El Palacio Ducal de Gandia es un complejo edificio de arquitectura civil, que se empieza a configurar en el siglo XIV y ha sido construido, ampliado y restaurado a lo largo de siete siglos. Su interior acoge un variado muestrario de estilos arquitectónicos, con vestigios del primitivo palacio gótico de los siglos XIV y XV, aportaciones renacentistas del XVI, ampliaciones y transformaciones barrocas propias de los siglos XVII y XVIII i finalmente reconstrucciones neogóticas de finales del siglo XIX y principios del XX. Es necesario por tanto remontarse a sus orígenes para asimilar este conglomerado de estilos tan diferentes.

A partir de 1239, cuando Jaume I el Conquistador toma el territorio de Bairén, éste pasará a formar parte del patrimonio real de la corona de Aragón, y la población musulmana, hasta ese momento dispersa en alquerías, será unificada bajo dominio cristiano en núcleos de población, de entre los que destacará la villa de Gandia. De patrimonio real, la villa de Gandia pasará a ser un territorio de señorío cuando, en 1323, el rey Jaume II el Justo se la entregue a su hijo, el infante Pere de Ribagorça, que se convertirá en primer señor de la villa. Para su residencia, el infante Pere elegiría el “tossal”, o punto más alto de la villa y sobre los cuales y con el tiempo, se iría configurando la forma definitiva del Palacio Ducal.

De todos modos, el primer esplendor que vivirían el palacio y la villa llegarían a manos del hijo de Pere, Alfonso de Aragón, llamado comúnmente Alfonso “el Viejo”. Alfonso de Aragón, conde de Denia, marqués de Villena, conde de Ribagorza, duque de Gandia y primer condestable de Castilla, amplió y ennobleció el edificio acorde a un personaje de su categoría, aparte de otras obras destacadas en la villa y fuera de ella, como la ampliación de la iglesia de Santa María y la construcción del monasterio de Sant Jeroni de Cotalba. En 1399, el rey Martín el Humano, con motivo de su coronación, concede el titulo ducal a Gandia, convirtiendo así a Alfonso en duque de la villa. Será esta la primera vez que este título se conceda en la Corona a un personaje que no es hijo de rey. El palacio del duque se vio en este momento rodeado de toda una corte de artistas, escritores y poetas de entre los que destacan Ausias March y Joan Martorell, señores además de territorios cercanos. De todos modos, poco se conoce del edificio en esta época, salvo las referencias a algunas intervenciones que realiza Alfonso el Viejo. 
Tras la muerte de Alfonso “el Viejo” en 1412, su hijo, Alfonso “el Joven” será quien le suceda en el ducado, aunque durante poco tiempo, ya que en 1424 el segundo de los Alfonsos también muere, y en este caso sin descendencia. Este hecho provocará que el ducado, que se había quedado sin sucesor, revierta en la corona, cumpliendo así las condiciones del tipo de donación, denominada “apanage”, que Jaume II había realizado a su hijo Pere. A partir de este momento, el ducado de Gandia y su palacio pasarán por diversas manos. En primer lugar, el rey Alfonso el Magnánimo entregará el palacio a su hermano Juan, rey consorte de Navarra, quien a su vez se lo cederá a su hijo, príncipe de Viana. Una vez que Juan llega al trono, las deudas le harán empeñar el dudado a la ciudad de Valencia por 10.000 ducados, y esta se convertirá desde este momento en administradora del territorio de Gandia.
Pero sin duda el segundo y quizás más conocido momento de esplendor le llegará a Gandia en 1485, cuando el por entonces cardenal Rodrigo de Borja (futuro papa Alejandro VI) le comprará al rey Fernando el Católico el ducado de Gandia, desligándolo definitivamente de la corona. Rodrigo no solo mantenía de este modo el contacto con su tierra natal desde Roma, sino que además adquiría una zona que aunque durante los últimos años no había visto su mejor momento, era una de las más prosperas del levante valenciano, hecho que el cardenal rápidamente supo apreciar. Con la llegada de Pedro Luís Borja, hijo de Rodrigo, se inicia la saga de los duques Borgianos de Gandia que contará con al menos once generaciones, de entre los que cabe destacar la figura del cuarto duque de Gandia, Francisco de Borja, que será canonizado en 1671. La buena administración de los duques Borja y las ganancias producidas por el cultivo de la caña de azúcar hizo que se viviera un momento álgido en la villa, y el Palacio lo reflejaba con intervenciones de relevancia por parte de sus moradores. Desde Roma incluso llegan encargos de cerámica gandiense, que después también será aprovechada para decorar las estancias del Palacio. Es también éste el momento en el que se intenta dejar atrás el estilo gótico que hasta entonces había caracterizado al edificio, para ir incorporando nuevos estilos más modernos y acordes con los residentes, siguiendo siempre las modas de cada una de las épocas. Muerto el último de los duques Borja sin descendencia, el palacio y el ducado acabaran en manos de los duques de Osuna a través de diversos contratos matrimoniales. Los duques de Osuna, nuevamente intervendrán y cambiarán el aspecto del edificio adaptándolo a sus nuevas necesidades. A finales del siglo XVIII, los duques de Osuna, aunque manteniendo el título del ducado gandiense, decidirán prescindir del palacio, que quedará abandonado y a merced de cualquier persona durante prácticamente cien años. Tras los cien años de abandono, y ante el aspecto ruinoso que presentaba el edificio, es sacado a pública subasta como solar, con la esperanza de que el edificio fuera derruido. Afortunadamente, este hecho nunca se constata, ya que en 1890, la Compañía de Jesús adquiere el palacio para conservar la memoria del cuarto duque de Gandia, Francisco de Borja. Los jesuitas se encargan en este momento de las tareas de restauración de un edificio que estaba prácticamente derrumbándose, centran el palacio bajo la imagen de San Francisco de Borja, y adaptan muchas de sus estancias para el culto religioso y la docencia.
A finales del siglo XX, el Palacio se configura como edificio histórico visitable, se centra en los Borja y en especial en la figura de San Francisco de Borja, y empieza a acoger visitantes.

Para las visitas no guiadas, el Palau Ducal dispone del servicio de audioguía (valenciano, español, inglés, francés e italiano). El precio es de 2 euros por audioguía, siendo necesario dejar en depósito un documento oficial de identidad o similar.

MUSEO ARQUEOLÓGICO
El Hospital de Sant Marc es una institución para pobres y viajeros que mantuvo su actividad durante más de 600 años, desde el S.XIV hasta 1973. La fundación de esta institución se atribuye al Duque Alfons el Vell. De este edificio destacan la Sala de Hombres, con arcos apuntados. Este edificio tiene un estilo gótico valenciano y destacan las bóvedas de la Sala de Mujeres, y es una de las joyas arquitectónicas de visita obligada.
Actualmente, el Hospital de Sant Marc, acoge el Museo Arqueológico de Gandia o MAG@, que cuenta con una exposición permanente que explica y muestra la gran importancia arqueológica de la comarca de La Safor, abarcando de forma muy didáctica toda la prehistoria. Además el MAG@, acoge también desde el 28 marzo de 2015, el Museo de Santa Clara, con parte de la importante colección artística que las monjas franciscanas han conservado a lo largo de los siglos.

MUSEO DE SANTA CLARA
El Museo de Santa Clara está ubicado en el antiguo Hospital San Marc de la ciudad de Gandia, justo al lado del río Serpis y la antigua muralla medieval. Reúne un imporstante número de obras de arte religioso que van desde el siglo XV al XVIII. Todo este patrimonio se ha presentado por las hermanas clarisas del Monasterio de Santa Clara.

La admirable arquitectura tardo medieval del edificio recoge una gran colección de pinturas , esculturas , joyas y obras de orfebrería que fueron donadas en el pasado por los nobles, duques y potentados, entre ellos, descendientes de la familia Borja, como el Papa A lexandre y el bisnieto San Francisco de Borja
El visitante del Museo de Santa Clara podrá disfrutar de una expriencia inolvidable contemplando una de las colecciones de arte más importantes de la Comunidad Valenciana.

MUSEO DEL MAR
La flota del Polit”, es una colección de más de un centenar de reproducciones de embarcaciones que Manolo Estrela, pescador del Grau y también artista, ha estado construyendo a escala y con minuciosidad durante los últimos 15 años.

La flota del “Polit”
La exposición cuenta con más de un centenar de fieles reproducciones de veleros antiguos, del Antiguo Egipto, embarcaciones modernas con la última tecnología como la de la Guardia Civil, barcos de pesca del Grau, lanchas, yates, documentos históricos, planos sobre la construcción del puerto o mapas de pesca diseñados por Manolo con la señalización de zonas rocosas de la costa entre otras piezas. Se trata de fieles reproducciones que cuentan con luces, sistemas de pesca o puertas de acceso en funcionamiento.Este 'tinglado', el número 15, para poder mostrar la obra a la que ha dedicado su padre con mucho aprecio, y prácticamente todos los días, desde que dejó de trabajar en el mar.
PLAYA DE GANDIA
La muestra se encuentra en el tinglado numero 15 y abre sus puertas al público en general en horario de 10 a 13 horas y de 16 a 19 horas, de martes a domingo

Las entradas tienen un precio de 2 € para los niños  y 3€ para los adultos.

Más información en el teléfono: 660 955 199
MUSEO FALLERO
El Museo Fallero es el único Centro de interpretación interactivo y multimedia de la Fiesta Fallera que hay en la Comunidad Valenciana.

El visitante sentirá de forma más intensa las fiestas josefinas, que en Gandia cuentan con 23 comisiones repartidas en diferentes categorías.

Su historia, su cultura y las tradiciones valencianas unidas a la música, sátira y el ingenio tan característico en sus monumentos falleros.

Vivirá muy de cerca el trabajo y los procesos para construir una falla.

Vivirá la emoción de plantear y disparar una auténtica mascletà.

Conocerá la riqueza y gusto exquisito en los vestidos y ajuar de las falleras.

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