JEREZ DE LA FRONTERA

Jerez, localizada en la provincia de Cádiz, es la quinta ciudad de Andalucía y el segundo término municipal más extenso de España. Su término incluye una amplia extensión del Parque Natural de los Alcornocales.

Una ciudad que ofrece vistas a las montañas de la Sierra de Cádiz y Parque Natural de Grazalema, y es punto de partida para disfrutar de la Ruta de los Pueblos Blancos, cargados de historia y belleza.

Con una antigüedad que se remonta a la época de los fenicios, Jerez es mundialmente conocida por sus vinos, por la crianza del caballo cartujano y por ser la cuna del arte flamenco.
Jerez es una ciudad puramente andaluza, con verdadero sabor y encanto, donde la tradición convive en perfecta armonía con la modernidad y donde se puede disfrutar de sus fi estas, un paseo por el centro declarado Conjunto Histórico Artístico, disfrutar del tapeo más tradicional en bares y tabancos y del bullicioso y alegre centro histórico.

En cada calle, en cada esquina, podrá el visitante disfrutar de un elemento arquitectónico único, una bella estampa que le trasladará a algún momento de los siglos de historia que atesora la ciudad. El vino, cuya cultura está presente en cualquier rincón de la ciudad y las bodegas conforman una arquitectura singular en el entramado de las calles de Jerez.
HISTORIA Y ACTUALIDAD 
A lo largo de la historia, Jerez ha sido un enclave fuertemente influenciado por las distintas culturas que se han asentado en sus tierras, numerosos restos así lo atestiguan tanto en la propia ciudad como en su entorno. Vestigios de la Xera fenicia, la fuertemente romanizada Ceret, la importante Sherish musulmana y las posteriores bellísimas construcciones cristianas posteriores, ofrecen un amplio abanico de estilos arquitectónicos y edificios singulares, que hacen de Jerez una preciosa ciudad con una fisonomía urbana realmente peculiar. Pocos lugares en España gozan de un reconocimiento internacional tan amplio como el que Jerez disfruta. Gracias a su vino, el Jerez o Sherry, el nombre de nuestra ciudad ha traspasado fronteras hace mucho tiempo, hasta llegar a universalizarse.

Pero Jerez no es tan solo sus vinos y una arquitectura de edifi cios singulares, Jerez, ofrece mucho más a todos: tierra del caballo cartujano, del toro de lidia, cuna del arte fl amenco, ciudad del motor y los grandes eventos, centro monumental declarado de Interés Histórico - Artístico. En la actualidad Jerez es una gran ciudad donde la tradición convive en perfecta armonía con la más pura modernidad: grandes centros comerciales y avenidas confl uyen en un centro histórico alegre y bullicioso, donde las compras y el tapeo se dan la mano.
Todos estos rasgos distintivos, sumados a la extraordinaria situación geográfica y su clima, a atractivos turísticos únicos y diferenciados, y a las modernas infraestructuras, garantizan que Jerez sea como la elección perfecta para vivir y visitar.

CULTURAL
La herencia de las más diversas culturas que a lo largo de los siglos se asentaron en Jerez, ha dejado su impronta en arraigadas tradiciones, que perduran y conforman parte esencial del pulso de la propia ciudad. La dilatada ascendencia de culturas a lo largo del tiempo, la Xera fenicia, el Ceret fuertemente romanizado o la poderosa Sherisch musulmana, hasta la reconquista de Jerez en 1.264 por Alfonso X El Sabio, y su posterior cristianización, han aportado a Jerez numerosos vestigios que enriquecen un patrimonio artístico de primer orden.

Su centro antiguo, declarado como Centro Histórico-Artístico, nos ofrece barrios con auténtica solera, de recónditas calles, plazas y rincones, donde fuentes y naranjos se pierden entre palacios, iglesias y bodegas.
Sitios destacados

Plaza del Arenal 
Los orígenes de la Plaza del Arenal, la plaza más emblemática de la ciudad se remontan al reinado de Alfonso X el Sabio cuando la convierte en Plaza Mayor donde se realizan juegos y festejos. Una de las calles que desembocan en ella adopta el nombre de Corredera por ser punto de salida de las numerosas carreras de caballos que se celebraban entonces.

Es una plaza rectangular y peatonal. En el centro se halla la estatua ecuestre de Miguel Primo de Rivera. Esta obra es original de Benlliure. En definitiva, la Plaza del Arenal es el corazón de la ciudad de Jerez de la Frontera, punto de encuentro de múltiples eventos.
Edificio del Gallo Azul
Con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929, la familia Domecq le encarga al arquitecto sevillano que crease un edificio que serviría para embellecer el cruce entre la calle Larga y la calle Santa María, en la plaza homónima al edificio, como regalo a la ciudad. El Gallo Azul es un paso obligado en el centro histórico y comercial de Jerez y quizás por ello, es uno de los lugares más fotografiados.

El diseño de Aníbal González resultó un edificio de estilo clásico y portentoso, con clase y elegancia para el lugar donde se ubicaría. Técnicamente se encuadra dentro de un estilo regionalista y neomudéjar.

Las obras comenzaron en 1927, acabando al año siguiente. Sigue la arquitectura tradicional en ladrillo que Aníbal González estaba llevando a cabo en Sevilla. De igual estilo, arquitecto y época data la estación de trenes de Jerez.


Alcázar de Jerez
Uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad, está situado en el ángulo sudeste del recinto amurallado, formando con las murallas, torres y puertas un complejo sistema defensivo.

El término alcázar, procede del árabe, al-qasr y definen un conjunto de edificios, rodeado de murallas, que eran la sede del poder político y militar. Fortaleza-palacio con funcionamiento autónomo, una pequeña ciudad, sede del poder que regía la ciudad y su territorio.

El Alcázar se levantó en el siglo XII y constituye uno de los escasos ejemplos de arquitectura almohade que existen en la Península. Jerez se convierte en este siglo en una de las ciudades más importantes de la Baja Andalucía, como lo demuestra la monumentalidad de su alcázar y la extensión de la muralla, con un perímetro de 4 Kms que encerraba una ciudad de 46 hectáreas y que llegó a tener una población de 16.000 habitantes.

Del original alcázar islámico, se conservan: las dos puertas; la mezquita ;los baños árabes; la torre octógona y el Pabellón del patio de Doña Blanca, ubicado a los pies de esta torre.

De etapas posteriores, destacar, la Torre del Homenaje de finales del siglo XV, y del siglo XVIII, el palacio barroco de Villavicencio y el Molino de aceite.

El recorrido de la visita, va en el siguiente orden:
1- LA PUERTA DE LA CIUDAD, ingreso original de la fortaleza y único acceso desde la ciudad al alcázar. Se trata de una característica entrada de fortaleza islámica, con ingreso en recodo. A través de un monumental arco de herradura, se entra en el espacio cubierto por un bóveda vaída.

2- LA MEZQUITA. Pequeño oratorio privado, y única mezquita conservada, de las 18 que existieron en el Jerez musulmán. Su construcción data del siglo XII y presenta los elementos característicos de estos edificios religiosos. El alminar, torre desde donde se hacía la llamada a la oración. El patio de las abluciones con una pila en el centro para realizar las abluciones previas a la entrada en la sala de oración, cuyo significado es la limpieza ritual de purificación mediante el agua. La sala de oración, presidida por el mihrab, pequeño nicho abierto en el muro de la kibla y que señala a los fieles la dirección sagrada a la Meca.
El rey Alfonso X el Sabio, conquistador de la ciudad en el 1264, consagró esta mezquita al culto cristiano, la dedicó al culto de Santa María y le dedicó dos de sus cantigas, cuyos resúmenes aparecen en dos lápidas de mármol sobre el altar.

3- EL MOLINO DE ACEITE. Dentro del plan de reformas que acometió D. Lorenzo Fernández de Villavicencio en el S. XVIII, se levantó esta antigua almazara. El cultivo del olivo tuvo una gran importancia en Jerez y su campiña, hasta la mitad de XIX, como lo demuestra la existencia de esta instalación para la molienda y prensado del aceite. En el interior pueden observar el molino propiamente dicho y la sala de la viga, donde se ubica la monumental prensa de madera para la extracción del aceite.

4- EL PATIO DE ARMAS. Este patio corresponde al periodo cristiano, y era el lugar donde se instruye y ejercita la guarnición, se realizan las revistas de la tropa y se recibe con solemnidad los actos importantes.

5- LOS JARDINES, recrean la estética de los jardines palaciegos de al-Andalus.

6- LOS BAÑOS (hammam) Eran de uso privado. Las abluciones mayores constituían un precepto religioso además de un placer para los sentidos. Herederos de las termas romanas, presentan la clásica división en tres espacios:

La sala fría, como zona de tránsito, antes de entrar en la zona húmeda.

La sala templada, la más amplia. Aquí se recibían los masajes y se enjabonaban los cuerpos. Destacar la belleza de las bóvedas, diferentes en cada rincón y los lucernarios abiertos en las bóvedas por donde se filtraba la luz cenital.

La sala caliente: donde se tomaban los baños de vapor. La temperatura aquí era muy elevada por la proximidad de la caldera y por el sistema de calefacción, oculto bajo el suelo.

7- LA PUERTA DEL CAMPO. De las dos puertas del alcázar, esta es la que presentaba mayores problemas defensivos, ya que comunicaba con el exterior de la ciudad (extramuros). De ahí su estrechez, la altura de las bóvedas y su triple recodo.

8- EL PALACIO DE VILLAVICENCIO. En el 1664 la tenencia del Alcázar pasa por “juro de heredad” a D. Bartolomé de Villavicencio. Los Villavicencio, una de las familias más poderosas y de noble linaje de la ciudad, comienzan una serie de reformas en el alcázar, entre las que se incluye la construcción de este bello palacio barroco, edificado sobre las ruinas del primitivo palacio islámico. Los salones de la planta noble del palacio conservan la belleza y decoración de su ambiente original.
En la 2ª planta, está expuesta la antigua farmacia municipal del siglo XIX, con el mueble original de madera bellamente tallada y los albarelos y botamen de farmacia de la época.
En la torre del palacio se encuentra ubicada la Cámara oscura, importante atractivo turístico, que nos permitirá observar la ciudad a vista de pájaro, pero con la particularidad de ser imágenes reales y en movimiento, de Jerez, su campiña y sus monumentos, convirtiéndonos en privilegiados vigías de la ciudad y de su entorno.

9- PABELLÓN DEL PATIO DE DOÑA BLANCA (en restauración). Junto a la torre octógona, apoyado sobre la muralla y a una gran altura, se conserva en pié el único palacio almohade del primitivo alcázar. En su origen fue usado como pabellón de descanso o recreo, con pórtico de entrada y alberca en el frente del edificio. Presenta planta cuadrada cubierta por cúpula octogonal sobre trompas (idéntica a la de la mezquita), con dos alcobas laterales para el descanso.

10- TORRE OCTOGONAL (en restauración). Torre original de la fortaleza islámica, situada en el ángulo sur, en el punto más alto, por lo que constituye una magnífica atalaya para vigilar y controlar el entorno, de ahí su potencial defensivo y las vistas panorámicas que ofrece desde sus almenas.

11- TORRE DEL HOMENAJE ( en restauración). D. Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz, mandó construir esta torre en el 1471. Responde estructuralmente a lo que se denomina torre del homenaje, ya que en su momento estuvo rodeada de un foso que la aislaba, sirviendo tanto, como último reducto defensivo, como de vivienda. Tiene semisótano y tres plantas. Desde la 2ª planta se accede a la cámara de la torre islámica a que está anexa..


Catedral de Jerez
La actual iglesia se alza sobre parte de los restos de la primitiva Mezquita Mayor de Jerez y la antigua Iglesia del Salvador (también conocida como "Casa del Abad"), del siglo XII1​. Esta última se derrumbó por su estado ruinoso, y ha quedado escasa documentación sobre ella.2

La catedral de Jerez es la antigua Iglesia Colegial, elevada a la dignidad catedralicia por la bula «Archiepiscopus Hispalenses» del 3 de marzo de 1980 de Juan Pablo II. Tiene como titular a Nuestro Señor San Salvador, y celebra su fiesta el 6 de agosto, Transfiguración del Señor. El templo fue consagrado por el cardenal José María Bueno Monreal el 10 de diciembre de 1978, II Centenario de la inauguración del templo. Como tal catedral del nuevo obispado asidonense jerezano fue el lugar donde se promulgó la bula de constitución de la Diócesis el 29 de junio de 1980 con la entrada del primer obispo monseñor Rafael Bellido Caro. Ha sido también el templo donde recibieron la ordenación episcopal monseñor Juan del Río Martín, el 23 de septiembre de 2000 y monseñor José Mazuelos Pérez, el 6 de junio de 2009, además de ser lugar de numerosas ordenaciones sacerdotales y diaconales, así como de otras celebraciones importantes de la diócesis.
La institución del Cabildo Colegial se remonta a la conquista cristiana de Jerez, el 9 de octubre de 1264, constando que estaba ya constituido el 23 de septiembre de 1265 en que Alfonso X el Sabio extiende en su favor el privilegio de dotación. Constaba de un abad y hasta diez canónigos en el curso de su historia. Un cardenal y varios obispos fueron anteriormente miembros del Cabildo, y otros varios por su cultura y obras de beneficencia figuran en la historia local. Fue disuelto por la bula del papa Juan Pablo II (26 de mayo de 1984) para dar paso al nuevo Cabildo Catedral, que consta de doce canónigos que ejercen los diferentes oficios propios del Cabildo. Esto dió lugar a nuevas obras que modificaron el la edificio y la Casa de Abad (descubiertos en 2017 y a falta de interpretar)

Catedral de Jerez de la Frontera desde la Cuesta del Espíritu Santo
El Cabildo Colegial acometió el 9 de mayo de 1695 animosamente la obra de un nuevo templo, cuya traza todo indica se le encargó al maestro mayor de obras de Jerez, Diego Moreno Meléndez. La obra se prolongó a lo largo de más de ochenta años, llevándose adelante gracias a la dedicación y sacrificios de los canónigos, y siendo costeada con los bienes del cardenal Arias y luego con sustanciosa ayuda real y papal, hasta que la totalidad del templo se bendijo el 6 de diciembre de 1778, habiéndose puesto al culto la mitad del templo el 16 de junio de 1756. Directores de las obras fueron los maestros Ignacio Díaz de los Reyes (+ 1748), Juan de Pina (+1778) y Miguel de Olivares, que actuó bajo las órdenes de Torcuato Cayón de la Vega. Del templo anterior, derruido en 1695, solamente queda la torre. En ella, demás del campanario, se encuentra una matraca única en el país por su estilo.
Se quería una iglesia grande y hermosa, que no desdijera de las que ya había en la Ciudad como San Miguel y Santiago, y fuera digna de ser algún día catedral. En 1580 y en 1781 se elevaron a la Corona peticiones desde Jerez para la constitución en la ciudad de un nuevo obispado. Pero no fue hasta 1980 que el viejo deseo pudo alcanzarse.

Descripción del templo
El templo es una construcción de estructura gótica, con planta de salón, cinco naves de desigual altura que se apoyan por el exterior en contrafuertes y arbotantes, y una nave transversal, en cuyo encuentro con la nave mayor se alza una airosa cúpula. Los arcos son de medio punto, no ojivales, y las bóvedas son de arista, construidas las de la nave central y el crucero en piedra labrada y muy ornamentada, mientras que las de las naves laterales son de rosca de ladrillo y sin adornos. Propiamente no tiene más capilla que la del Sagrario, de estilo neoclásico. La fachada principal ostenta una triple puerta, y está adornada con imaginería y motivos barrocos, como asimismo las dos puertas laterales, llamadas de la Visitación y la Encarnación y vidrieras.

Tras el Concilio Vaticano II se hizo una obra interior de adaptación, que posteriormente ha sido modificada para darle mayor amplitud al espacio celebrativo y facilitar la participación de los fieles.
Se hallan en el interior algunos cuadros e imágenes de verdadero valor artístico, entre los que citaremos el Cristo de la Viga, crucificado tardogótico de finales del s. XV, y la Virgen Niña, de Francisco de Zurbarán,​ así como la Custodia procesional de plata, obra de 1951 según diseño de Aurelio Gómez Millán. Igualmente, hay esculturas de los apóstoles de José de Arce.

Cuenta también con un órgano romántico de 1850, según proyecto de John Bishop y, desde 2012 con otro de Guillermo d'Enoyer (siendo este el único instrumento en Jerez de tracción mecánica). En 2015 se adquiere un nuevo órgano.

Antiguo Ayuntamiento
Situado en la plaza de Escribanos, modernamente denominada de la Asunción y donde se combinan el mudéjar de San Dionisio, el neoclásico de las casas que la bordean y el renacimiento del propio Cabildo en perfecta armonía, es uno de los monumentos más bellos de la ciudad.
Según unas inscripciones de la fachada, se data en 1575 y en él trabajaron Andrés de Ribera, Diego Martín de Oliva y Bartolomé Sánchez, calificados como «maestros mayores», lo que indica la sucesión de los mismos en la dirección de la fábrica. Es difícil delimitar la intervención de cada uno de ellos en su construcción.
En la fachada, estructurada en dos volúmenes distintos, se concentra la decoración, cuya riqueza iconológica y la buena factura de sus elementos, la convierten en una de las mejores muestras del renacimiento local.
Las figuras de Julio César y Hércules flanqueadas por las virtudes cardinales en referencia a los méritos que deben adornar a los capitulares, enmarcan la puerta principal de acceso al Cabildo.

Iglesia de San Dionisio
Se trata de una espléndida iglesia de estilo mudéjar y planta basilical, dividida en tres naves por altos y limpios pilares cruciformes adornados con grandes lazos almohades que suben hasta los capiteles. Los arcos que separan las naves, menos los que dan al altar mayor, son apuntados y dentados, corriendo por encima de ellos una menuda cenefa polilobulada. Cada una de las naves termina en ábside, cubiertos por sendos retablos barrocos del siglo XVIII, siendo muy notable el Retablo Mayor, procedente casi todo él de la antigua iglesia de los jesuitas.

Cabecera gótica, presbiterio y retablo mayor de la iglesia.
La iglesia presenta tres puertas de acceso, aunque la existente en la nave del Evangelio, de sencillo estilo gótico, se encuentra inutilizada. La portada principal se encuentra en la fachada de los pies, abierta a la plaza. Y una portada más amplia y "moderna", adintelada y de rasgos barrocos, se abre en el muro de la Epístola.

Se sabe que entre 1728 y 1731 el arquitecto Diego Antonio Díaz la transforma y barroquiza en su interior, conservándose desde entonces pocas muestras del mudejarismo primitivo. Las obras afectaron a las cabeceras de las naves, y además se sustituyó su antiguo artesonado de madera por una cubierta abovedada.

Tras el terremoto de Lisboa de 1755, se llevaron a cabo nuevas obras bajo la dirección del también arquitecto Pedro de Silva, entre 1758 y 1760, que afectaron a las cubiertas, pilares, trascoro y campanario, ejecutadas por el alarife jerezano Juan de Vargas.

Afortunadamente, una reciente y acertada reforma ha repuesto el interesante artesonado de vigas de madera así como múltiples detalles y elementos en su sitio original, a la vez que han limpiado sus muros hasta aparecer su interior con la grandeza y el esplendor con que se ven hoy.

Arcos góticos en el interior de la iglesia.
Interiormente, son de gran valor arquitectónico las capillas laterales (del Bautismo y del Cristo de la Aguas), con sus arcos de acceso polibulados enmarcados por alfiz, y sus bóvedas, también de tradición mudéjar.

Igualmente interesante es el exterior del templo, que muestra claramente el tipo mudéjar de la iglesia, con sus tres fachadas; dos de ellas con puertas de arco apuntado y el clásico abocinamiento. La principal a los pies, además, presenta al exterior un sencillo frente de muro acabado superiormente en pico en el centro, reflejo de la cubierta inclinada a dos aguas con que se remata el edificio, y que deja en el centro, sobre la portada de acceso, un sencillo rosetón circular igualmente abocinado.

Adosado al templo se halla la "Torre de la Atalaya", del siglo XV, también llamada del Reloj, del Concejo y de la Vela. Tiene dos cuerpos rectangulares alojándose la escalera en el más estrecho. La torre se decora al exterior con ventanas ciegas de arcos dobles lobulados, capiteles de mocárabes y decoración de tracería. Es propiamente un edificio civil que no corresponde en origen con el resto, pero que el estar adosada al templo, y con la espadaña que se le añadió, le sirve de campanario.
Plaza de la Asunción
un rincón puramente jerezano en el que sobreviven, a ras de la emoción, muchos recuerdos y sensaciones de mi infancia. Una plaza en la que destacan muchas cosas, entre ellas la Iglesia de San Dionisio, o la estatua de la Virgen de la Asunción, así como la fachada del Cabildo y las casas nobiliarias que, con sus balcones, salen a la calle en el jugueteo constante con el sol.

Llegar a esta plaza desde los recovecos de las calles Tornería y Sedería es un encanto que no debiera perderse. Un poquito antes, la hermosura de la plaza Plateros, antiguo rincón del gremio de las platerías, en la que se alza, viejita pero hermosa, la torre de la Atalaya, formando parte ya del conjunto de la Iglesia de San Dionisio, del siglo XV.

El suelo empedrado se inclina ligeramente, y con la vista al fondo de la Catedral jerezana, se nos abre la plaza de la Asunción, con su monolito a la Virgen, construido en 1952 por el artista gaditano Vassallo Parodi. Frente a la imagen, la antigua Iglesia de San Dionisio, hoy en día cerrada por reformas, y cuyos trabajos de construcción se iniciaron allá por el siglo XIV.

De la plaza también tenemos que destacar el impresionante Cabildo antiguo, un edificio de estilo renacentista, quizás de los mejores monumentos de Jerez, pero que, creo, no está del todo apreciado ni enseñado a los turistas. No se sabe con certeza el autor de la obra, pero su extensa fachada, que ocupa todo un lateral de la plaza es un maravilloso ejemplo de arquitectura y escultura renacentista.

La Plaza de la Asunción es un lugar que no debéis dejaros atrás en vuestra visita a Jerez de la Frontera. Callejear por la ciudad y pasar por ella todo es uno. Merece la pena.

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