JACA

Los orígenes de Jaca y su historia

Monasterio de Siresa. El geógrafo griego Estrabón ya hablaba de la tribu de los “iakketanoi” y a lo largo de la historia vio pasar a íberos, celtas, vascones, romanos, visigodos, francos, árabes, judíos y cristianos. Los ejércitos romanos cruzaron el Somport hacia el año 195 a. C. y ocuparon la conocida como Iacca, cabecera de una región poblada por los “Iaccetanis”.

Durante la época visigoda Jaca siguió manteniendo cierta vitalidad. Siglos después, el imperio carolingio pretendió estas montañas y estableció residencias y poderes. En la pequeña aldea de Siresa (en el valle de Echo), levantó el Monasterio de San Pedro, monumento capital de la época.

Al tiempo los ejércitos musulmanes fijaron la Marca Superior de al-Andalus a escasos kilómetros al sur de Jaca, en Huesca, mientras realizaban incursiones sobre las inhóspitas montañas del norte en las que se refugiaban las comunidades cristianas. El Monasterio de San Juan de la Peña, en el término municipal de Jaca, es la muestra más importante de este periodo.
Aquellos condes francos que se instalaron en las  “montañas de Jaca” acabaron siendo sustituidos por dinastías locales. A mediados del siglo IX se fundó el Condado de Aragón, en manos de Sancho Garcés I de Navarra. Después de diversos conflictos con los musulmanes, en el año 1016 Sancho III el Mayor se proclamó Conde de Aragón y a su muerte entregó en herencia estas tierras a su hijo Ramiro, quien abrió la dinastía de los Aragones y fijó su residencia en Jaca, entonces no más que un pequeño poblado agrícola estratégicamente situado.

Sería su hijo Sancho Ramírez quien dotaría a ese núcleo de los instrumentos legales necesarios para propiciar su desarrollo y crecimiento a partir de 1077. “Sepan todos los hombres que están hasta Oriente, Occidente, Septentrión y Meridional, que yo quiero constituir una ciudad en mi villa que es llamada Jaca”, proclamó. Le concedió un moderno Fuero que garantizaba la igualdad y libertades de sus ciudadanos y creó varias figuras de carácter económico que resultaron determinantes para atraer a ciudadanos burgueses de ambas vertientes de la cordillera (gascones y bearneses) y consolidar su futuro mercantil. Entre ellas destacaba la celebración de un mercado semanal y la organización de ferias. El Fuero jaqués sería un modelo para otras ciudades medievales.
En el plano religioso, trasladó la sede episcopal a Jaca y mandó construir la catedral de San Pedro, una de las primeras de estilo románico de la península. Los maestros de Jaca que trabajaron en la construcción del templo exportaron después su estilo y conocimiento a través del Camino de Santiago, perdurando su sello en numerosas iglesias de la ruta jacobea.
Sancho Ramírez fue un monarca de ideas avanzadas convencido de la necesidad de abrir su minúsculo reino a Europa. En el año 1068 viajó a Roma y firmó vasallaje al Papa, lo que le otorgaba legitimidad para sus empresas de reconquista. Conforme su territorio fue creciendo hacia el sur Jaca perdió importancia e influencia política, no así económica y militar. Con la conquista de Huesca en el año 1096 la capitalidad del Reino se trasladó a esta ciudad y Jaca vio menguado su poder político.
Sarcófago con los restos de Doña Sancha Pero la ciudad ya estaba en pleno proceso de consolidación. Su trama urbana se había diseñado según el modelo romano; es decir, dos grandes calles que se cruzan: el cardo que serían las actuales Zocotín y Ramón y Cajal, y el decumano, que sería la actual Calle Mayor. La ciudad se amuralla en los siguientes decenios y vive una pujante época de crecimiento gracias a su situación en mitad del Camino de Santiago. Comerciantes y peregrinos visitan la ciudad y ésta se dota de los servicios necesarios para atender el intenso flujo de viajeros. Se establece una comunidad judía  de mercaderes y una floreciente vida comercial.
En el extremo sur del decumano (Calle Mayor) se construyó en el siglo XVI el Monasterio de las Benedictinas, aproximadamente en el mismo espacio en el que Ramiro I había emplazado la primera residencia real en Jaca. Éste Monasterio se creó para albergar la comunidad religiosa que desde el siglo XI había permanecido en la cercana localidad de Santa Cruz de la Serós. En su interior reposan en un magnífico sarcófago los restos de Doña Sancha, hermana del primer rey aragonés.
Jaca, que en 1134 había celebrado la reunión de todos los nobles aragoneses en la que se eligió a Ramiro II como nuevo rey de Aragón tras la muerte sin descendencia de su hermano Alfonso I, mantuvo a lo largo de los siglos un ascendente político y simbólico sobre el resto de los territorios de la corona aragonesa. Su condición de primera capital del primitivo reino le insufló un halo de prestigio recurrente en momentos de crisis, como la vivida tras la muerte de Alfonso I.
Su carácter transfronterizo se fue determinando conforme se consolidaban los límites territoriales de los reinos europeos y la cordillera pirenaica se erigía en eficaz frontera natural. En 1592 Felipe II ordenó la construcción de una fortaleza en los campos que habían configurado el Burgo Nuevo, el barrio levantado extramuros de la ciudad, dentro de su plan de defensa contra las invasiones francesas por las guerras de religión y las revueltas internas. La monarquía de los Austrias pretendía así dar un golpe de autoridad levantando una soberbia fortaleza pentagonal diseñada por el prestigioso ingeniero italiano Tiburcio Spanochhi, que diera respuesta a un ejército provisto de artillería.
Fachada Ayuntamiento de Jaca De ese periodo es también la bella Casa Consistorial (1544), construida según el estilo de los palacios platerescos aragoneses de la época. La ciudad crece y se articula como dinámico núcleo comercial en el que se constituyen importantes gremios de artesanos. El casco urbano se define tal y como lo conocemos hoy en día pero Jaca deambula entre un lejano pasado de esplendor y un presente azotado por frecuentes pestes, incendios, crisis demográficas y económicas, y un estancamiento general.
En la Guerra de Sucesión Jaca se alía con los Borbones y al final de la misma Felipe V le otorga el título de “muy noble, muy leal y muy vencedora” y la flor de lis en su escudo. La Guerra de la Independencia vuelve a situarle en primer plano con la rápida conquista de la ciudad por las tropas napoleónicas. 
Estuvieron desde 1809 a 1814. Jaca experimenta a principios del siglo XX un despertar urbanístico y demográfico, motivado en buena medida por el derribo de su muralla medieval, que se inició en 1908. La burguesía local construye en las nuevas zonas de expansión de la ciudad bellos edificios que siguen las corrientes arquitectónicas de la época. Modernismo y clasicismo representan una manera de plasmar este nuevo urbanismo que rompe definitivamente con la austera arquitectura tradicional de montaña. Paralelamente se vive una ferviente actividad de obra pública con la construcción del matadero, el nuevo Seminario, el Regimiento Galicia, la Residencia Universitaria o las infraestructuras necesarias para el ferrocarril, que llegaría a Jaca en 1893 camino de Canfranc.
JACA ROMÁNICA
El románico jaqués se extiende sobre un territorio muy amplio y las huellas de los mismos canteros (tímpanos, ajedrezados) se observan en monumentos tan distantes entre sí, como San Adrián de Sasabe, la Catedral de Jaca o la iglesia de Santa María de Santa Cruz de la Serós.
Desde este enlace, podrás consultar la "Guía monumental del Valle de Aspe y la Jacetania" que nuestra empresa, Pirineum, realizó en 2011 para la Comarca: http://issuu.com/pirineum/docs/guia_aspe_jacetania y completar tu visita.
No son, ni mucho menos los únicos ejemplos de arte románico en el territorio, sino solo los más destacados.
Recomendamos también la visita a la Ruta del Serrablo (Románico Mozárabe) ver www.serrablo.org.
Catedral de Jaca
La catedral de Jaca está considerada como uno de los templos más importantes del primer románico español. Su construcción a partir de 1077 por orden del rey Sancho Ramírez está estrechamente vinculada a la propia fundación de la ciudad y la concesión de los fueros que le permitieron crecer y desarrollarse como pujante centro comercial en la ruta del Camino de Santiago.
Catedral de Jaca. Iglesia de San Pedrola concesión de la sede episcopal necesitaba una catedral para culminar el proceso de consolidación de la primera capital del primitivo reino de Aragón; así surgió el templo bajo la advocación de San Pedro.
La catedral conserva su estructura básica y configuración románica: una planta basilical de tres naves de cinco tramos con sus correspondientes ábsides alineados, dos puertas de acceso y una esbelta cúpula. En el ábside meridional se localizan los elementos que resumen el lenguaje arquitectónico característico del románico jaqués, difundido después por toda la ruta jacobea: el ajedrezado (que discurre en forma de imposta) y las bolas, que están presentes en los apoyos interiores.
La maestría con que edificaron este armonioso templo, el refinamiento con el que fueron labrados los capiteles de las columnas de las dos portadas, la ventana exterior del único ábside original conservado y el gran crismón de la puerta principal demuestran que fueron obras de auténticos maestros.
El tímpano que decora el crismón, que fue dañado por un rayo hace siglos, está considerado un referente imprescindible en la simbología animal del arte románico. Igualmente ocurre con el ábside meridional, calificado por los expertos como una obra excepcional.
El actual edificio es el resultado de sucesivas reformas, ampliaciones y destrucciones. Bien podría decirse que una visita al templo representa un viaje por la historia y la evolución del arte, desde las primeras manifestaciones del románico hasta las expresiones artísticas de finales del XVIII. Todo está concentrado como si fuera un libro abierto en la catedral de Jaca.
Puente San Miguel
San Juan de la Peña. Claustro Situado junto a la carretera que conduce al Valle de Aísa, en la salida de Jaca, sobre las aguas del río Aragón.
No se conoce la fecha de su construcción, aunque suele aceptarse que, por su aspecto y estructura, el puente es de época bajomedieval (siglo XV). Fue restaurado en 1608 y 1816.
En la década de 1950 fue consolidado por el arquitecto Miguel Fisac, tras su declaración como Monumento Histórico-Artístico en 1943. En fechas recientes ha sufrido su última restauración.
Su longitud total es de 96 metros. El puente presenta un alzado asimétrico, pues apoya directamente sobre la orilla derecha, más alta y sólida, mientras descansa directamente en la propia terraza fluvial en la izquierda. Muestra perfil a doble vertiente, propio de los puentes medievales, y un arco central apuntado -de 17 m de altura- con rosca de sillería, que salva el cauce principal. Otros dos arcos más pequeños funcionan como aliviaderos, en caso de avenidas. Se refuerza su estructura mediante dos tajamares situados entre los arcos.
Esta obra de ingeniería facilitó durante siglos la comunicación entre Jaca y los valles occidentales del Pirineo aragonés. Por aquí pasaba el camino, que enseguida se bifurcaba, hacia los valles de Aísa, Hecho y Ansó.
El desvío por Abay, bien conservado, conducía hacia Berdún y Navarra, a modo de camino jacobeo complementario al Camino de Santiago principal, que discurre por la orilla izquierda del valle.
San Adrián de Sacabera historia de la iglesia de San Adrián de Casabe, de origen visigótico, está llena de misterios y leyendas que vinculan su emplazamiento con fuerzas telúricas.
Se sabe que formó parte de uno de los monasterios más importantes de la historia de Aragón y que fue sede de la Diócesis de Huesca mientras la ciudad estuvo bajo dominio musulmán.
Según la leyenda, este monasterio fue una de las ubicaciones del Santo Grial en el Pirineo en su viaje a San Juan de la Peña y posteriormente a la Catedral de Valencia.
A mediados del siglo XI (1050), Ramiro I reformó el cenobio, cuya ubicación en la confluencia de los barrancos Calcil y Lupán, nacimiento del río Lubierre, ha sido históricamente un foco de problemas para su conservación. Las habituales avenidas del curso fluvial dejaron prácticamente enterrado durante siglos el edificio, que no fue rescatado hasta los años 1957-1961. Cuatro años después fue declarado Monumento Nacional.
El edificio es de una gran austeridad y sencillez. Consta de nave única con techumbre de madera cerrada en ábside semicircular de bóveda de horno.
En San Adrián de Sasabe es posible apreciar con claridad las relaciones entre el románico jaqués y el lombardo, sobre todo en el exterior del ábside y en la portada principal. En ambas se utilizan relieves ornamentales como las palmetas o el ajedrezado, típico elemento del románico jaqués, extendido posteriormente a través del Camino de Santiago.
El Gobierno de Aragón promovió entre los años 1990 y 2005 diversos trabajos de restauración que  se centraron en la consolidación de la cubierta y de parte de sus muros, así como de los muros de la torre. También se recuperaron las tres puertas de acceso y se realizaron trabajos en la cubierta y las fachadas. Fue declarado Bien de Interés Cultural de Aragón en febrero de 2004
Cómo llegar
La ermita de San Adrián de Sásabe pertenece al municipio de Borau a 13 km al norte de Jaca. Llegaremos a la ermita desviándonos a la izquierda entre Castiello y Villanúa en dirección a Aratorés. Luego pasaremos Borau en dirección a Aísa.
A aproximadamente 1 km. nada más rebasar el río Lubierre hay que tomar una pista a la derecha, remontándolo por su orilla derecha. En otros mil metros más o menos llegaremos frente a la ermita que queda al otro lado del río, a nuestra derecha.
Santa María de Iguácel
La iglesia de Santa María de Iguácel se encuentra al fondo del valle de la Garcipollera, al que se accede desde Castiello de Jaca. Comenzó a construirse entre los años 1040 y 1050  por orden del Señor Galindo y fue financiada por Doña Urraca y el Conde Sancho, ayo del rey Sancho Ramírez.
Lugar de peregrinación y monasterio benedictino, fue construido en varias fases, y es una de las primeras iglesias de Aragón con cabecera semicircular.
Se trata de un sobrio edificio de sillarejo, de nave única cubierta con techumbre de madera, un ábside semicircular con bóveda de horno precedido por un pequeño presbiterio con bóveda de cañón.
La decoración ofrece evidentes relaciones con la obra de la catedral de Jaca, lo que induce a pensar que el responsable de la misma fuera alguno de los maestros empleados en el templo jaqués.
En el interior se conservan restos de un interesante conjunto pictórico en el ábside de estilo gótico internacional.  La pintura se divide en varios registros: en el primero aparecen representados doce santos, la Virgen y su vida en el registro central y el Calvario en el superior; podría haberse realizado en el segundo cuarto del siglo Ven el interior se conservan restos de un interesante conjunto pictórico en el ábside de estilo gótico internacional.  La pintura se divide en varios registros: en el primero aparecen representados doce santos, la Virgen y su vida en el registro central y el Calvario en el superior; podría haberse realizado en el segundo cuarto del siglo XV.
En el Museo Diocesano de Jaca podremos ver la talla románica de la Virgen de Iguácel, con características comunes con las de Agüero y Ayerbe, y la reja original que cerraba el ábside de finales del siglo XI y principios del XII, una de las más antiguas de la Península.
Iglesia de San Caprasio
La iglesia de San Caprasio de Santa Cruz de la Serós se levantó en el último cuarto del siglo XI siguiendo los preceptos del románico de tradición lombarda. Es uno de los ejemplos más interesantes que pueden encontrarse en todo el Pirineo.
La planta del templo es un rectángulo ligeramente irregular con un ábside en hemiciclo que se une a la nave mediante un arco de embocadura. En el exterior, caracterizado por la modestia y austeridad del románico lombardo, se aprecian algunos elementos básicos en la ornamentación de la época como los arquillos.
El interior todavía es más austero. No hay concesión alguna a lo decorativo. En el siglo XII se construyó un sencillo campanario de planta cuadrada, que se ofrece abierto en sus frentes por una pequeña ventana de doble arco sobre parteluz. Está cerrado por una bóveda de cuarto de esfera.
El sarcófago de Doña Sancha
El sarcófago está fechado en la segunda mitad del siglo XII y procede del panteón real de Santa Cruz de la Serós, donde fueron enterrados los restos de las tres hijas del Rey Ramiro I. Se trata de una pieza trapezoidal, decorada en sus cuatro caras por dos escultores distintos.
La cara principal presenta tres escenas, siendo la central la figura que se identifica con el alma de Doña Sancha subiendo al cielo: una pequeña silueta desnuda dentro de una mandorla que portan dos ángeles.
En los laterales aparecen tres eclesiásticos, a un lado, y tres mujeres, al otro, Doña Sancha y sus dos hermanas, Urraca y Teresa. Ambas imágenes están representadas bajo arcos de medio punto.
La sección posterior también presenta tres escenas delimitadas bajo arcos de medio punto y sus correspondientes columnas. Dos de las imágenes representan a dos caballeros luchando frente a frente y el tercero, luchando con un león, figura que se identifica con David o Sansón y que simboliza el triunfo del Cristianismo sobre los infieles.
Los laterales están decorados, en un lado, con dos grifos con los lomos adosados y las cabezas vueltas al interior, y, en el otro, un crismón tipo oscense, con Agnus Dei en su centro y decorado con relieve de pedrería. La factura de las decoraciones del sarcófago es bien distinta, una más prolija en detalles y la otra más geométrica, pero no es la única vez que aparecen juntas en un mismo monumento o pieza, ya que se han localizado ambos estilos también en la catedral de Jaca, en el Monasterio de Santa Cruz de la Serós o en San Pedro el Viejo, en Huesca.
El Gobierno de Aragón por fin ha reconocido el valor del sarcófago de Doña Sancha. La pieza, que data del siglo XII y conserva los restos de una de las hijas del Rey Ramiro I y hermana de Sancho Ramírez, ha sido declarada Bien de Interés Cultural (BIC) por el Gobierno aragonés (enero 2014)
La catalogación ha sido aprobada por el Consejo de Gobierno y supone reconocer el valor de de una de las piezas fundamentales de la escultura románica europea, tanto por la calidad de su talla como por su iconografía.
Cabe recordar, que el sarcófago fue trasladado en noviembre de 2013 al Monasterio de las Benedictinas de Jaca–anteriormente, desde hace 450 años, estaba en la iglesia de San Ginés - para darle una mejor ubicación, pensando, sobre todo, en facilitar su conservación y contemplación.
Jaca modernista
La modernidad llegó a Jaca con el cambio de siglo y el derribo de su muralla medieval (1915), de la que solo queda un vano en su extremo Este, el que está adosado al Convento de las Benedictinas o iglesia de San Ginés.
1- Casa La Rubia. nº 7 de la Avenida del Primer Viernes de Mayo. El arquitecto Francisco Lamolla recibió el encargo de diseñar el ensanche de la ciudad y la burguesía local aprovechó la circunstancia para construir de acuerdo a los gustos imperantes una serie de edificios que hoy pueden englobarse en una ruta arquitectónica fundamentalmente de estilo modernista
Los principales ejemplos los podemos encontrar en el ensanche oeste (Avenida Primer Viernes de Mayo-antigua carretera a Francia) y la Calle Mayor.
1 - Iniciaremos nuestra ruta en los números 5 (Casa Borau) y 7 (Casa La Rubia - imagen de la derecha) de la Avenida del Primer Viernes de Mayo, situados casi enfrente de la entrada de la calle Mayor o antigua puerta de San Francisco. El número 5 es obra del arquitecto modernista y barcelonés Cases Lamolla y está inspirado en el movimiento de Secesión vienesa.
2 - Junto a ella, uno de los edificios más emblemáticos de Jaca, con chapitel neoclásico. En este viaje a través de los estilos, justo enfrente, en el número 12 de la citada avenida (Casa Valero), tenemos ya aires neobarrocos.
Para la calle Mayor seguiremos un texto de la especialista Pilar Poblador, catedrática en Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza: “…el derribo de la muralla originó un proceso de reforma urbana en el interior de la antigua ciudad, destacando el ensanche de la calle Mayor que, durante las primeras décadas del siglo XX, adecuó sus fachadas a la nueva alineación y, de manera paralela, este esfuerzo constructivo se completará con una renovación estética acorde con las modas del momento, de tal manera que los estilos más actuales se combinarán con la sencillez de la tradición popular de la arquitectura de la Jacetania. Pasear por sus calles permite al viandante envolverse en un atractivo ambiente plagado de pequeños detalles decorativos que invitan a detener la mirada”
3 - como sucede en la fachada de la casa ubicada en el núm. 17 de la mencionada calle Mayor esquina a la del Obispo por sus ligeros adornos neogóticos,
4 - mientras que en el núm. 20, casi frente a ella, luce el eclecticismo clasicista de la década de los treinta, un edificio en cuyos bajos se cobija la farmacia Borau, que con mimo conserva parte de su mobiliario de época (…)
5 - En esta arteria principal podemos apreciar incluso curiosas fachadas como la del núm. 32, cuyos planos aparecen firmados por el prestigioso arquitecto zaragozano Francisco Albiñana Corralé, inspirada en la arquitectura andalusí de la Alhambra.
6 - También llama la atención el caprichoso trazado modernista de la casa colindante, de la familia Abad, cuyas ventanas parecen reflejar formas micológicas seccionadas, acordes con un modernismo que busca sus fuentes en la naturaleza”.
7 - Mención aparte merece la Casa del Marqués de la Cadena, situada en la plaza de su mismo nombre, donde los motivos florales modernistas adornan una fachada que necesita urgente restauración

No hay comentarios:

Publicar un comentario