ALQUÉZAR

El topónimo árabe "Alquézar" (al-Qasr) significa fortaleza, y hace clara alusión a su origen militar. Es un pueblo surgido a la sombra de un castillo, poblando la falda de la montaña. Fue una de las principales fortalezas de la Barbitania, protegiendo el acceso a Barbastro. Según los cronistas musulmanes, perteneció primero a los Banu Jalaf y sería conquistada en el 893 por Ismail ibn Muza, de los Banu Qasi de Zaragoza, y tomada más tarde por al-Tawil. En 938, Abd al-Rahman III nombró a su hijo Yahia gobernador de Barbastro y Alquézar. 
Jalaf ibn Rasid levantó a comienzos del siglo IX esta fortaleza como enclave defensivo frente a los núcleos de resistencia pirenaicos cristianos, en este caso, frente al condado autóctono de Sobrarbe. 
En torno a 1067 es conquistada por Sancho Ramírez (hijo de Ramiro I) y se convierte en fortaleza cristiana -"Castrum Alqueçaris"- frente a los musulmanes, constituyéndose en punto clave para posteriores etapas de la Reconquista. Se dotó la fortaleza con guarniciones militares asistidas por una comunidad agustiniana. En 1099, se consagró como capilla real la iglesia de Santa María. 
A medida que el proceso de la Reconquista avanza hacia tierra baja (Barbastro, Huesca,...) pierde importancia como fortaleza militar estratégica y se convertirá en una institución religiosa y centro comercial de la comarca, conocida como "priorato alquezarense". 
La población primitiva residía dentro del recinto amurallado del castillo. El aumento de población en el siglo XIII, gracias a las mejoras sociales y económicas, hará que se comience a edificar fuera de la fortaleza; la población se irá trasladando gradualmente al "Burgo Nuovo Alquezaris", dejando el castillo prácticamente deshabitado, ocupado solamente por algunos religiosos.
El pueblo tiene una fisonomía totalmente medieval que muy poco ha cambiado, al menos en lo que se refiere al trazado de las calles: un trazado sinuoso con un evidente sentido práctico, facilitándose la comunicación (una red de calles bien enlazadas mediante otros callejones más pequeños) y resguardando de las inclemencias del tiempo (del sol y del viento). Es un trazado típicamente musulmán, de callejuelas estrechas y altas, pero es ésta una disposición típica de los pueblos de montaña más antiguos, adaptados a la topografía (las casas se apiñan en la ladera). 
Tenía el pueblo un cierto sentido defensivo como recinto cerrado y fuerte, tal vez amurallado (aunque esto no parece probable); se accedía por tres puertas de las que se conservan dos: la principal, gótica (siglo XIII), y la otra en la parte baja del pueblo; tenían portalones que se cerraban a una hora determinada, no permitiéndose el acceso al interior del pueblo. 
El pavimentado de las calles era mucho más rústico que el actual, a base de gruesos cantos de piedra clavados en el suelo de tierra, sin ningún tipo de argamasa para la unión. Las calles tenían un sistema de desagüe, con vertiente hacia el centro, canalillo por el que discurrían las aguas. 
La población de Alquézar era totalmente cristiana, pero abundaban los mudéjares (musulmanes conversos) en la comarca, y éstos serían los alarifes de la mayoría de las casas. De las actuales casas las más antiguas podrían datarse en los siglos XIV y XV, y en la época de esplendor del pueblo, el siglo XVI. Las casas se integran perfectamente con el entorno por el uso de materiales autóctonos, como la Piedra (sobre todo para esquinas, zócalos, marcos de ventanas y puertas), el ladrillo, el adobe o el tapial. Los alarifes mudéjares introdujeron la técnica del ladrillo, más práctico que la piedra, casi de igual resistencia y, sobre todo, mejor conocido por estos alarifes. El buen uso del ladrillo se observa sobre todo en las galerías superiores de arquillos y en los aleros. 
Estas casas, o bien son de origen noble o de función ganadera y agrícola, pero todas con un sistema y un esquema básicamente igual en todas: interiormente tienen una planta calle de servicios, con cuadras, lagar, bodegas. Una planta noble de vivienda. Y una falsa o granero. Al exterior, domina la fachada el gran arco de acceso, que puede ser de piedra o de ladrillo (dependiendo del gusto o de las posibilidades económicas). También en la planta calle puede haber una pequeña ventana, que da al lagar. En el planta noble destaca el escaso número de ventanas, así como su pequeño tamaño; puede existir algún balcón (se generalizan a partir del siglo XVIII), sobre todo en las casas más ricas. En las casas destacan las galerías de arquillos de ladrillo, o bien arquitrabadas, mediante vigas de madera con columnas y zapatas talladas. Estas galerías son típicas de la arquitectura civil aragonesa de los siglos XVI y XVII. Rematan las fachadas otros elementos característicos, como son los aleros, muy salientes, que protegían de la lluvia; son en madera o bien en ladrillo, con diferentes combinaciones, sobre todo en retícula y en esquinilla.
Un elemento muy típico del pueblo, y de tradición medieval, son los pasadizos en alto, gracias a los cuales parece ser que se podía pasar por todo el pueblo sin pisar la calle, manteniéndose esta práctica hasta el siglo XVII. 
La plaza Mayor era el centro neurálgico del pueblo. En ella se encuentran las casas más nobles de la villa; es como un centro de caminos similar al foro romano o al zoco musulmán. Se concibe rodeada de soportales; la irregularidad de sus porches arquitrabados o con arcos, con columnas o pilares, de piedra o de ladrillo) se debe a las distintas épocas de construcción y al hecho de carecer de normas urbanísticas, haciéndolos cada uno a su gusto.
Los escudos tendrían su origen en los emblemas de las familias nobles. Se colocaban sobre los arcos de entrada de las casas. El de Alquézar es una fortaleza con tres torres, más alta y ancha la central. Este símbolo puede aparecer formando parte de escudos particulares junto a otras figuras: los elementos más habituales son torres, cruces de órdenes militares, flores de lis, barras, el olivo, etc. Estos escudos datan en su mayoría del siglo XVIII, época de renovación de las casa, pero se copiarían de los originales medievales. Están sin estudiar, y el significado de muchos de ellos se ha perdido con el tiempo, al pasar las casas de unas familias a otras. 
Vista general de Alquézar
Entre profundos barrancos de la Sierra de Guara, excavados pacientemente por las aguas del río Vero, se alza el casillo colegiata de Santa María la Mayor, y a sus pies el laberíntico caserío medieval de la monumental villa de Alquézar declarado Conjunto Histórico Artístico. 
Roca, agua, historia, arte y leyenda se funden en Alquézar, formando un universo sorprendente, único, inesperado, en el que es posible retroceder en el tiempo mientras se recorren sus estrechas callejuelas, se atraviesan las puertas de la muralla, se escuchan viejas historias de moros y cristianos...
La villa de Alquézar se localiza en el último tramo del cañón del río Vero, en un entorno paisajístico impresionante, que ofrece múltiples alternativas a los amantes de la naturaleza y los deportes de aventura: espeleología, escalada, excursiones a caballo o en bicicleta...
Además de practicar el descenso de barrancos pueden realizarse numerosas rutas senderistas. Entre ellas cabe citar la que, partiendo de la fuente de Monchirigüel y descendiendo por el Barranco de la Fuente, permite recorrer el último tramo del majestuoso cañón del Vero; siguiendo el sendero perfectamente acondicionado es también posible descubrir fuentes, azudes, molinos y puentes, que ilustran el intenso aprovechamiento del agua del río Vero a su paso por Alquézar desde la época medieval.
Desde Alquézar también se pueden visitar las pinturas rupestres de Quizans y Chimiachas.
SONRISA DEL VIENTO
Desde este mirador obtenemos una primera visión panorámica de la monumental villa de Alquézar y del último tramo del profundo cañón del río Vero, antes de que sus aguas, tras abandonar la Sierra de Guara, se adentren en las fértiles y dulces tierras de los somontanos. 
En lo más alto de una roca solitaria rodeada por profundos barrancos, se alza la inexpugnable fortaleza, levantada por los reyes cristianos después de haber sido arrebatada a los musulmanes en el siglo XI. A comienzos del siglo IX Jalaf ibn Rasid levantó sobre la peña un primer castillo, con el fin impedir que la resistencia cristiana del vecino condado de Sobrarbe accediera a la Barbitanya. Estas sierras pre pirenaicas representaron durante mucho tiempo una verdadera frontera entre dos culturas, dos religiones. El nombre de Alquézar también se remonta al origen árabe de la villa, pues deriva del topónimo al-Qasr, "la fortaleza".

Tras ser conquistada por el rey Sancho Ramírez en el 1067, fue posible repoblar las laderas situadas en las faldas del castillo, aunque no comenzaría hasta el 1100, cuando Barbastro pasó a poder de los cristianos. El trazado del casco urbano, adaptado a las curvas de nivel y protegido de los rigores climáticos, todavía conserva la estructura medieval originaria.

PORTADA GÓTICA
La villa de Alquézar contó en sus orígenes con cuatro puertas que daban acceso al interior del recinto urbano, pero de todas ellas sólo se conserva este bello portalón gótico.
Mientras que en uno de sus extremos fue levantado un arco de medio punto, en el otro frente se optó por un arco apuntado y coronado por el escudo de la villa, formado por tres torres de un solo castillo que recuerda el origen militar de la localidad.
Bajo el paso cubierto existe uno de los escudos más antiguos conservados en Alquézar, pues posee una moldura de traza gótica y carece de elementos decorativos. En él pueden verse las barras de Aragón, un león rampante y, curiosamente, la concha junto al báculo de peregrino. 
Dado que Alquézar fue durante varios siglos un importante centro comercial, se cobraba impuestos a los mercaderes que deseaban vender sus productos en la plaza porticada; para evitar su entrada durante la noche se cerraban todas las puertas que daban acceso al pueblo.
CALLE PEDRO ARNAL CAVERO
Pasear por esta calle, antiguamente llamada Calle Mayor, nos permite introducirnos en el conjunto medieval de Alquézar y revivir el lejano pasado medieval. Es uno de los tres ejes vertebrales que recorren longitudinalmente el pueblo, al que derivan otras calles transversales más estrechas y escalonadas permitiendo una comunicación más fluida a los diferentes puntos del pueblo.
Todavía se conservan varios "callizos", o pasos cubiertos sobre las calles, como recuerdo de tiempos pasados en los que era necesario aprovechar al máximo el limitado espacio en una villa densamente poblada; se dice que era posible atravesar Alquézar de un extremo a otro sin necesidad de pisar la calle. 
La arquitectura doméstica de sus casas, en las que se funde la piedra, el ladrillo y el tapial, es resultado de una sabia combinación de materiales utilizados en los somontanos y en la montaña, marcando así la transición entre ambas áreas geográficas.
Multitud de detalles esperan ser descubiertos por los ojos del curioso y del que desea perderse entre las estrechas calles empedradas.
ERMITA NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES
En la Calle Pedro Arnal Cavero y poco antes de alcanzar la porticada Plaza Mayor, se encuentra la pequeña ermita de Nuestra Señora de las Nieves. 
Es de una sola nave de tres tramos cubierta con bóveda de crucería estrellada, en la que se conserva un pequeño retablo formado por fragmentos de otros ya desaparecidos, tanto renacentistas como barrocos.
Su fachada fue edificada por canteros del siglo XVII siguiendo modelos de la arquitectura religiosa popular.
Junto a la ermita puede verse una jamba perteneciente a una antigua puerta hoy inutilizada y en la que aparecen grabadas las siluetas de dos zapatos. Tal vez fue éste el lugar en el que ejerció su oficio algún zapatero que ya nadie recuerda.
PLAZA MAYOR
Nos encontramos en el corazón de la villa de Alquézar, la antigua Plaza Mayor, y hoy llamada de Mosén Rafael Ayerbe; este personaje, que ejerció de sacerdote en Alquézar a principios del siglo XX, fue capaz de crear un nuevo injerto de almendro mejor adaptado a las condiciones climáticas de la zona y del que se obtiene una variedad de almendra llamada largueta o desmayo.
Se trata de una hermosa y recoleta plaza porticada, bajo cuyos soportales, unos con arcos de medio punto y otros adintelados, se situaban los comerciantes y artesanos que vendían sus productos venidos de las tierras llanas y de las montañas.
Alquézar llegó a contar con el privilegio de celebrar un mercado semanal y una feria anual desde 1528, año en el que Carlos V aprobó esta concesión a la villa. Tal hecho permitió que Alquézar iniciara una nueva etapa de esplendor y florecimiento.
FUENTE DE MONCHIRIGÜEL
Después de atravesar la Plaza Mayor para continuar por la Calle de la Iglesia, debemos tomar la primera calle a la izquierda, por la que se accede a la fuente de Monchirigüel tras descender por unas escaleras de piedra.
Se trata de una fuente construida en el siglo XVI que, con elementos decorativos renacentistas, ostenta el escudo de la villa de Alquézar.
Desde este lugar puede disfrutarse de una espectacular imagen de la Colegiata, encaramada a la peña calcárea y desafiando el vacío que se abre a sus pies.
PLAZA CRUZ DE BUIL
Al final de la Calle de la Iglesia, donde también confluyen otras dos calles, se encuentra la Plaza Cruz de Buil. Por ella se accede al recinto amurallado del castillo-colegiata, a través de una puerta blasonada construida entre los siglos XV y XVI. Desde los orígenes de la fortaleza, este lugar siempre fue el único punto de penetración al castillo, ya que el resto está rodeado por las verticales paredes de la roca calcárea.
MIRADOR O’BICÓN
En la plaza Cruz de Buil se debe tomar la Calle Baja, ya que por ella se accede al mirador O´Bicón. Desde aquí puede admirarse una magnífica vista del último tramo del cañón del río Vero después de atravesar las sierras pre pirenaicas. Desde aquí se aprecia perfectamente la unión de la roca caliza y los conglomerados, dando lugar cada uno de ellos a relieves muy diferentes, aristados los primeros y redondeados los segundos.
Las aguas del río Vero que discurren por el fondo del barranco fueron capaces, en otros tiempos, de mover las turbinas de una vieja central hidroeléctrica y las pesadas piedras del molino de Fuentebaños, situado aguas abajo de este lugar. 
El rumor de las aguas del Vero, que se abre paso entre grandes rocas, nos acompañará mientras disfrutamos de este bellísimo rincón del Somontano.
IGLESIA PARROQUIAL SAN MIGUEL ARCÁNGEL
En uno de los extremos de la localidad se encuentra la parroquial de San Miguel Arcángel. Sobre un templo anterior, que fue derribado, se comenzó a construir el actual en 1681 y finalizado en 1708.
Es una obra de carácter popular en la que llama poderosamente la atención la robustez y sobriedad del exterior, así como el armonioso juego de volúmenes y tejadillos, lo que dificulta adivinar que se trata de un edificio barroco. Por el contrario, el interior de la nave cubierta con bóveda de cañón y lunetos sí que se ajusta a dicho estilo artístico. La práctica totalidad de los retablos y otros objetos litúrgicos que poseía fueron destruidos en la Guerra Civil española, lo que explica la escasa decoración interior. Tan sólo pudo conservarse la parte superior del gran retablo mayor de estilo barroco.
PASARELAS DEL RIO VERO
El inicio de la ruta se encuentra en la Plaza Mayor de Alquézar. Una vez aquí se continúa por la calle de la izquierda, como si fuéramos a la colegiata, y descendemos por el primer desvió a la izquierda a través de escaleras y pasarelas de madera encajonadas en una estrecha garganta junto a la Peña Castibián. Está señalizado con unas marcas amarillas y blancas (S4. PR), dejando a nuestra derecha la impresionante vista de la Colegiata de Santa María la Mayor situada en lo alto de la roca.
El descenso por el Barranco de la Fuente nos deja en poco tiempo en un cruce de caminos, aunque la ruta continúa paralela al río Vero dirección a la central hidroeléctrica, merece la pena desviarse unos metros para visitar la Cueva de Picamartillo. Aquí el agua ha excavando esta cueva situada en la desembocadura del Barranco de la Fuente, en el margen izquierdo del río Vero. No tiene mucha profundidad pero le da un encanto especial a esta parte del cañón.
En este punto tenemos dos opciones, alargar la ruta haciendo una excursión acuática remontando el río hasta el Puente de Villacantal, o darnos la vuelta, y continuar hacia la antigua presa de la central hidroeléctrica por las pasarelas del río Vero. Nosotros decidimos primero ir al puente remontando el cauce del río, una experiencia refrescante y un aliciente más para añadir a esta ruta, donde nos podremos bañar en algunas de las badinas de aguas azul turquesa que nos iremos encontrando a lo largo del recorrido.
El Puente de Villacantal se encuentra en un singular entorno encajonado entre impresionantes paredes a la salida del Cañón del Vero y, aunque se dice que es de origen romano, en realidad fue construido en el siglo XVI. Este puente tiene ciertas peculiaridades que le diferencian del resto de puentes de la Comarca del Somontano, como su planta acodada en ángulo y sus dos ojos o arcos. Aunque esta no es la única vía de acceso para llegar a este puente, nos parece la más sencilla y cómoda, ya que la otra ruta que parte desde Alquézar nos hace descender por un terreno pedregoso desde lo alto del barranco hasta el río.
Desandando lo andando, volvemos nuevamente a la Cueva de Picamartillo, donde tomamos el camino que nos conduce hasta las pasarelas metálicas suspendidas en la pared rocosa del cañón, las cuales transcurren río abajo hasta llegar al Salto de agua de la antigua central hidroeléctrica de Alquézar.
El cauce del río a su paso por Alquézar fue aprovechado antiguamente con la construcción de molinos y presas, utilizando sus aguas como fuerza hidráulica desde época medieval. En el año 1909, esta presa en la que nos encontramos, fue reconstruida con cemento para llevar el agua embalsamada hasta las turbinas de una pequeña central hidroeléctrica, acondicionada en un antiguo molino harinero. Con el transcurrir de los años algunos elementos de la central se quedaron obsoletos, por lo que en el año 2009 se decidió utilizar este edificio como centro de interpretación del río Vero.
Hasta hace muy poco el edificio de la central hidroeléctrica marcaba el final de esta ruta, pero desde Mayo de 2016 este recorrido se prolongó con la apertura de un nuevo tramo de pasarelas de 225 metros que llega casi hasta el puente de Fuendebaños. Estas pasarelas están suspendidas a una mayor altura que las del tramo más antiguo, lo que nos da una perspectiva diferente del cañón del río Vero.
La ruta culmina en el mirador del Vero, instalado sobre un promontorio rocoso desde donde se obtienen unas magníficas vistas panorámicas de todo este entorno natural, con el pueblo de Alquézar de fondo. En esta enrevesada orografía también podemos ver la importancia que tiene el cultivo en este lugar, ya que hay grandes extensiones de olivos, vides y almendros.
Cerca de Alquézar hay un excelente Restaurante, que debo de recomendar, algo que no es habitual en mi, pero que creo deberé cambiar de opinión, se trata del Restaurante El Portal de La Armentera, ubicado en el Hostal Casa Fornies ubicado en la calle Romero 2 | de la localidad de Selgua muy cerca de Monzón,en la provincia de Huesca,

Una excelente cocina, en un marco muy acogedor. el servicio impecable, manejado por las dos hijas de la propietaria, que en días especiales están apoyadas por otras no menos excelentes camareras, la madre en los fogones, prepara unos platos de 10.

Un descubrimiento gracias a mis buenos amigos los De Valois, que emigraron desde Catalunya a tierras oscenses, y nos recibieron en su casa, como si fueramos unos principes, bueno mejor como grandes amigos, que esto de la realeza está muy mal visto. 

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