SANT PERE DE RODES


En lo alto de la sierra de Verdera, se levanta uno de los conjuntos monumentales más interesantes para conocer el mundo medieval.

En este espacio se reúnen tres elementos que representan los puntales de la sociedad feudal: los que rezan, en el monasterio de Sant Pere de Rodes; los que producen, en el poblado de Santa Creu, y los que luchan, en el castillo de Verdera.

El centro del conjunto es el monasterio de Sant Pere, que se convirtió en el monasterio más importante del condado de Empúries tanto por el relevante papel de sus abades, como por ser un importante centro de peregrinaje, gracias a las reliquias que custodiaba.
Desde su fundación, el monasterio disfrutó de la protección de los condes de Empúries que lo dotaron de tierras y privilegios, lo que hizo que se convirtiera también en un importante señor feudal. Entre sus dominios estaba Santa Creu de Rodes, un pueblo dedicado fundamentalmente al comercio y la producción artesana, que atendía las necesidades del monasterio. Gracias a las peregrinaciones, entre los siglos XII y XIV gozó de una gran prosperidad, hasta llegar a tener unos 250 habitantes. Pero las guerras, los saqueos y los estragos causados por las malas cosechas y las epidemias, provocaron el repentino abandono de Santa Creu.

La seguridad del conjunto dependía del castillo de Sant Salvador de Verdera, que simboliza los aspectos guerreros de la sociedad feudal. El castillo había sido donado al monasterio por los condes de Empúries, pero su valor estratégico, dominando el cabo de Creus, hizo que los condes intentasen recuperarlo ocasionando continuos enfrentamientos con los abades.
El elemento más destacable del conjunto es la iglesia del monasterio que, por su originalidad y antigüedad, es una pieza excepcional dentro del románico catalán. Construida entre los siglos X y XI, para acoger a los peregrinos, permite captar el esplendor que vivió el monasterio. La construcción destaca por la gran altura que le proporciona un original sistema de pilares y dobles columnas, y por la riqueza ornamental presente en los capiteles y en la casi desaparecida portalada, obra del maestro de Cabestany.

Se desconoce el verdadero origen del monasterio, que fue motivo de especulaciones y leyendas en el pasado, como la de su fundación por monjes que desembarcaron en la zona con los restos de San Pedro y otros santos, con el cometido de custodiarlas para no ser profanadas por las hordas bárbaras que amenazaban atacar Roma. Pasado el peligro, el papa Bonifacio IV habría ordenado construir el templo.
La primera documentación de la existencia del monasterio data del año 878, en que es mencionado como una simple celda monástica consagrada a San Pedro. No es hasta el año 945 que es considerado un monasterio benedictino independiente, regido por un abad. Ligado al condado de Empúries, llegó a su máximo esplendor entre los siglos XI y XII.

La importancia creciente del cenobio lo convirtió en un destino de peregrinaciones, especialmente con ocasión de los jubileos de la Santa Cruz de Mayo (los años en que la fiesta del 3 de mayo procedía en viernes), que fueron celebrados hasta finales del siglo XVII .
A partir del siglo XVII fue saqueado en varias ocasiones por ejércitos franceses y bandoleros, en 1793 fue abandonado por la comunidad benedictina, que se trasladó a Vilasacra. En 1809 se instaló en Figueres, hasta que los decretos de exclaustración de 1835 la disolvieron y la desamortización subsiguiente liquidó sus bienes.

A merced de saqueadores de toda especie, pelaje y condición, permaneció durante un siglo sin ninguna protección por parte del Estado Español, que finalmente lo declaró Monumento Histórico-Artístico Nacional en 1930. En 1935 la Generalidad de Cataluña inició las primeras restauraciones, interrumpidas por la guerra civil de 1936-1939 . Una nueva declaración efectuada por el régimen franquista en 1949, tras otro período de abandono, se retomaron en la década de 1960. La ley del Patrimonio Cultural catalán de 1993 lo declaró como Bien Cultural de Interés Nacional.
Historia

Época tardorromana 
Las investigaciones arqueológicas hacen retroceder la historia del monasterio en época romana, con materiales escultóricos de mármol reutilizados y unas estructuras encontradas a nivel de cimientos en la zona próxima del ábside, datable en la época tardorromana. 

Época medieval. 
El primer documento escrito donde aparece el monasterio data del año 878, donde se menciona junto a otras ordenes  monásticas del Condado de Perelada, donde son objeto de disputa entre los monasterios de San Policarpo de Rasés y Sant Esteve de Banyoles por su dominio. Estas disputas terminan entrado el s. X con la independencia del Monasterio. El primer momento de esplendor del Monasterio se inicia con la protección del noble Tassi, durante la primera mitad del s. X, con aumento de las posesiones y la protección del conde de Empúries-Rosselló, Gausfred I. Encontramos muchos documentos del s. X que hablan de estas donaciones y privilegios. 
El s. XI se reconstruye sobre estructuras anteriores un nuevo monasterio, con una nueva iglesia, consagrada en 1022, y las dependencias monacales organizadas alrededor del claustro, favoreciendo la comunicación interior con las diferentes dependencias y la separación de la comunidad del mundo exterior. La cultura carolingia extendió un modelo cultural y espiritual en todo su imperio, incluyendo la estructura de los monetirs, que siguiendo la regla de San Benito, todos tienen una organización similar. Continúan durante este siglo las donaciones y la protección de los condes de Empúries. El 1088 el monasterio recibe una bula del papa Urbano II para iniciar los jubileos de Santa Cruz, siempre que el día de Santa Cruz sea viernes, se celebraron hasta el 1697. 

A inicios del s. XII se continúan las obras del siglo anterior. A partir de la segunda mitad del siglo, encontramos enfrentamientos violentos entre la Casa de Perelada y la Casa Condal de Ampurias que repercuten en el monasterio, impulsando luego su reconstrucción. En este momento se inicia la renovación del claustro superior, en la iglesia, el acceso al monasterio, la portada del Maestro de Cabestany, el cementerio y el campanario. 
Para reflejar esta situación de enfrentamientos, apuntamos un documento del año 1185 en el que el conde Ponç promete que no hará ni dejará hacer acciones violentas contra el monasterio ni contra sus súbditos. 

El siglo XIII viene marcado por una continuación de las obras del siglo anterior, hay una prosperidad con continuación de donaciones y privilegios. En 1273 y en 1279 el rey Jaime I pone la abadía y a todos sus habitantes bajo su custodia. Hay enfrentamientos con la Casa condal de Empúries. En 1283 el Conde de Ampurias Ponç V reconstruye el Castillo de Verdera y hace una confirmación de las donaciones de los condes de Empúries al Monasterio.
La prosperidad del monasterio continúa hasta mediados del s. XIV donde dos causas empiezan a disminuir su dominancia, por un lado la "relajación de costumbres" común a todas las casas religiosas de la época, esta relajación se traducía en corrupción e incumplimiento de los deberes religiosos, tampoco hay en este período donaciones al monasterio, hecho relacionado con la decadencia de la Casa Condal de Empúries, protectora del monasterio, y la finalización de la primera dinastía condal. La otra gran causa son las epidemias de peste negra, en 1345 hay 24 monjes muertos, y por extensión muchos más muertos entre la población de las tierras que dominaba el monasterio. 

En 1359 y 1360 hay unas actas firmadas ante notario con los acuerdos del conjunto de monjes reunidos en la sala capitular, en la que se informa que algunas partes del monasterio amenazan ruina y se propone una restauración, que afecta a gran parte de las dependencias del monasterio. En 1378 se realiza un retablo de piedra. 
Época moderna 
Del siglo XV y XVI no nos han llegado demasiadas noticias del monasterio ni de su actividad constructiva, ni artística. El 1447 empieza la serie de los abades comendatarios. Tradicionalmente, la historiografía atribuye a este período una época de declive marcado por ataques de la piratería y los efectos de la peste. 

A pesar de este declive, hay una actividad constructiva menor dentro del monasterio, durante la primera mitad del siglo XVI se encuentra la reforma del ábside central, el encargo de un retablo para el altar mayor a Pedro Matas. Hay otras reformas en la iglesia del s. XVII-XVIII, así como reformas en el Palacio del Abad, la construcción del edificio conocido como Sacristías Nuevas y reformas en los edificios del claustro. 
Los siglos XVII y XVIII, vienen marcados por las guerras con Francia, y por el inicio de los saqueos y expolios del monasterio en manos de los franceses. Están documentados ataques al 1654, que el monasterio se abandonado durante 6 años, en 1675, en 1693 y en 1708, momento en el q ué el duque de Noailles lleva la Biblia de Rodes, del s. XI. Los bandoleros también saquean varias veces el monasterio. 

Época contemporánea 
La comunidad pasa a vivir a Vilasacra en 1798 y en Figueres en 1818. En 1834 se extingue la comunidad. 

En 1930 el edificio del Monasterio de Sant Pere de Rodes se declarado monumento nacional por Real Orden. Esta catalogación se ratifica en 1985 y ya en el 1997 es declarado Bien Cultural de Interés Nacional por la Generalitat de Catalunya. 
Durante el s. XX se producen diferentes intervenciones de restauración, el resultado de estas intervenciones es el conjunto que podemos ver hoy. Las restauraciones dirigidas por el arquitecto Jeroni Martorell se llevaron a cabo entre 1931 y 1935, siguiendo dos objetivos, la de protección y consolidación de aquellas partes que lo requerían para detener la degradación y el otro objetivo recuperar y dar preferencia en el edificio medieval en perjuicio de las construcciones posteriores. La etapa posterior desde 1942 hasta 1972, las obras de restauración son dirigidas por el arquitecto Alejandro Ferrant Vázquez, siguiendo los objetivos de consolidación y de reconstrucción (del monasterio Románico), siguiendo la línea de Martorell. En 1978 se aprueba un proyecto del arquitecto José Sancho Roda. En 1980 hay un cambio en la intervención restauradora con los proyectos de J. A Martínez Lapeña con una sensibilidad y unos objetivos diferentes; convertir el monasterio en monumento visitable, respetar la arquitectura conservada y promover excavaciones y prospecciones arqueológicas antes de cualquier intervención. En 1992 se elabora el Plan Director del monasterio. 

Las intervenciones arqueológicas se iniciaron en 1952 con Martín Almagro, quien detuvo el expolio al monasterio, las intervenciones se limitaban a recoger todos los elementos que parecían valiosos. En 1962 inicia las excavaciones Miquel Oliva. El 1981-2 excava la Universidad de Barcelona. En 1989 hay nuevas excavaciones arqueológicas dirigidas por Montserrat Mataró. A partir de este momento cualquier restauración irá precedida del estudio arqueológico.
El monasterio se construyó en terrazas adaptadas a la pendiente de la Verdera. Incluye edificaciones de diferentes épocas, desde su fundación hasta el abandono del edificio por parte de la comunidad.

El centro del conjunto es el claustro, pero en realidad en Sant Pere de Rodes hay que hablar de claustros, y no situados uno al lado del otro sino superpuestos, disposición que favorece también la orografía. El claustro superior, del siglo XII, ha llegado muy deteriorado debido a los saqueos de los siglos XIX y XX, y del que hay pocos restos in situ. Entre los pocos capiteles que fueron recolocados en la reconstrucción de los años 1960-1970 destaca lo que representa un grupo de monjes. Se conservan capiteles de este claustro en museos de Barcelona y París y en colecciones particulares. El desescombro y las restauraciones recientes pusieron al descubierto un segundo claustro, inferior y más primitivo, constituido por grandes arcadas de medio punto sin decoración.
La iglesia, consagrada en el año 1022, es el máximo exponente del conjunto arquitectónico. Es un edificio de estilo románico fuertemente influido por la arquitectura tardorromana. Tiene planta de cruz latina, con tres ábsides (el central de forma parabólica) y con tres naves cubiertas con bóveda de cañón, que destacan por su estrechez, especialmente las laterales, y por su altura monumental. Las naves están separadas por pilastras decoradas con columnas exentas adosadas a dos o tres de sus lados, sobre altos zócalos y dispuestas en doble orden de altura, que soportan los arcos formeros y los arcos torales. Estas columnas, que proceden de alguna construcción romana, descansan sobre un alto zócalo y tienen grandes capiteles de influencia corintia, con ábacos prominentes, que por su localización elevada constituyen de las pocas piezas escultóricas que no fueron objeto de rapiña. La atracción de peregrinos explica la presencia de un deambulatorio en el ábside de la nave central que hace de continuación de las naves laterales. Bajo el ábside hay una cripta de moderadas dimensiones. Esta iglesia sintetiza con originalidad una serie de corrientes arquitectónicas anteriores, desde las construcciones romanas de la Antigüedad tardía hasta el prerrománico carolingio pasando por las tradiciones locales. Esta originalidad ha provocado una larga polémica entre los estudiosos y hace que sea considerada uno de los principales exponentes del románico en Cataluña.

Delante de la iglesia hay un espacioso atrio o galilea, en el que había habido sepulcros de diferentes personajes, incluidos algunos condes de Empúries, pero de lo cual quedan pocos restos. La iglesia se abría a este atrio con una puerta monumental, obra del Maestro de Cabestany, que si no hubiera sido fervorosamente expoliada en el siglo XIX, sería uno de los más valiosos conjuntos escultóricos del románico catalán. Se conservan restos en algunos museos y colecciones particulares, entre los que destaca el panel que representa la aparición de Cristo a sus discípulos sobre el mar, del Museo Marès de Barcelona.
En la fachada de poniente del monasterio se levanta el campanario, de planta cuadrada y de estilo lombardo, del siglo XII. A su lado se levanta una torre de defensa (o del homenaje), que probablemente se inició en el siglo X y que pasó posteriormente por un largo proceso de reconstrucción y reformas.

Leyendas
La solemnidad del conjunto, la ruina, la falta de documentación, la tradición oral y la ocupación humana desde tiempos remotos, han hecho de San Pedro de Rodesia su entorno el centro de muchas leyendas. Recientemente el Ayuntamiento del Puerto de la Selva ha editado el libro de la Cabra de Oro, una historia que toma apuntes de diferentes leyendas. 

Relatamos algunas de las leyendas del monasterio y de la Sierra de Verdera. 
El Salto de la Reina Mora. 

En la vertiente oeste de la montaña de Verdera, junto al castillo, hay una gran risco conocida con el nombre del Salto de la Reina Mora. Dice la leyenda que en el castillo vivía un wali moro junto con su corte. En un ataque de los cristianos el wali moro y sus tropas fueron derrotadas y la reina mora tomó uno de sus mejores caballos y con algunos de sus sirvientes fue a ayudar a su rey, una vez que la derrota era inminente, emprendió con el caballo una carrera hacia el risco haciendo un gran salto, la reina mora chocó con una piedra al fondo y quedó sin vida. La gente de los alrededores dicen que, a veces, en las tristes noches sin luna, en el silencio de la noche, se pueden sentir las tristes lamentaciones de la reina mora. 
Plan Tornillo, Joaquín; Tradiciones, Santuarios y tipismo de las comarcas gerundines. Dalmau Carles, Pla. 

El Salto de la Reina 
Se dice que hacia el año 500, el conde de Empúries tenía una hija muy, muy bonita, de una belleza excepcional. El conde celoso de la belleza de su hija esperando poder juntarse en matrimonio con un noble que fuera de su conveniencia, decidió aislarse en el castillo de Verdera. La chica pasó en el solitario castillo varios años. Llegó el día en que el conde decidió unirse en matrimonio, pero entonces se enteró que su hija estaba muy enamorada de un sencillo pastor, y que su amor era correspondido. El conde, al descubrir que sus planes habían fracasado, se enfureció más que nunca. La pobre chica, aterrada por la reprimenda que podía hacer su padre huyó del castillo lanzándose al vacío, estrella su hermoso cuerpo sobre las rocas y la tierra que amaba. Ante estos hechos tan desgraciados, la gente, decidió dar el título de reina, a quien para escuchar su corazón no llegó a ser condesa. 

Fruto de ese amor prohibido, había nacido un niño, de nombre Ecipini, que algunos relacionan con uno de los tres monjes, que algunos años después vinieron de Roma con las santas reliquias, fundando el monasterio de Sant Pere de Rodes. 

Plan Tornillo, Joaquín; Tradiciones, Santuarios y tipismo de las comarcas gerundines. Dalmau Carles, Pla. 
El Salto de la Reina 1 
Esta leyenda no hace referencia a una reina sino que es un nombre propio. Reina, la hija del Castles del castillo. En el s. XII, el castillo de Verdera, bajo la protección del conde Hug de Empúries, fue atacado por el conde Guillermo de Besalú "el Loco", Reina perseguida por los guerreros, lanzó por el risco. El cuerpo de Reina desapareció ya veces, en las noches de luna llena, algunos vecinos de los pueblos cercanos, ven como el cuerpo de Reina cae por roquedales. Las guerras entre el conde de Empúries y el conde de Besalú terminaron gracias a la intervención del abad Oliba. 

Vayreda, Montserrat. El Empordà Mágico (Alt Empordà). Terra Nostra 

Leyenda fundacional del Monasterio. Las reliquias de Roma
En el tiempo que el emperador Focas gobernaba el Oriente, s. VII, y en Roma estaba el Papa Bonifacio IV, tuvieron lugar los siguientes hechos. Ante la amenaza del ataque inminente del poderoso ejército de Babilonia y los persas unidos por arrasar y dominar Roma, así como apoderarse de los cuerpos de los apóstoles San Pedro y San Pablo y otros Santos, el Papa Bonifacio convocó un concilio para debatir que había que hacer ante aquella situación de urgencia. Los Príncipes y patricios romanos estuvieron de acuerdo, era conveniente sacar de Roma el cuerpo de San Pedro, concretamente la cabeza y el brazo derecho y los cuerpos de su discípulo, San Pedro Exorcista y otros tres mártires, Concordio, Lúcido y Morerand. Era necesario que lo hicieran hombres de confianza y enviarlas a las partes más occidentales de Francia, buscando un lugar seguro hasta que hubiera pasado el peligro. En procesión el Papa y todo el clero llevaron en procesión las reliquias y una botella de la sangre de Cristo hasta una nave. Hay subieron algunos curas, entre ellos Félix, Pons y Epicini, bajando por el río Tiber salieron al mar y llegaron al puerto llamado Armen-Rodas. Allí pasan 3 días antes de ir a tierra donde encontraron agua, subieron por la montaña de Verdera encontrando otra fuente, y no lejos una cueva sobre la que había un pequeño altar que el obispo de Narbona, San Pablo había edificado, cuando estuvo dos o tres años. Sacaron las reliquias y las depositaron en esa cueva, la cerraron y volvieron al mar. Pasadas unas semanas volvieron sin encontrar la cueva, ya que había crecido mucha hierba y espinas. 

Vayreda, Montserrat. El Empordà Mágico (Alt Empordà). Terra Nostra 
Leyenda fundacional del Monasterio. La Venus Pirenaica. 

Leyenda fundacional del Monasterio. San Pedro y San Pere de Roda. 

Érase una vez, había por nuestros mares un pirata terrible, conocido como "corazón de piedra", todo lo destruía y arrasa y por donde pasaba todo el mundo temía caer bajo sus manos, porque a quien cogía hacía prisionero, solicitaba el rescate o lo hacía esclavo. Una vez desembarcó en Roses e hizo muchos cautivos, entre ellos un niño de unos siete años. Todos los prisioneros, atados y cargados con pesadas cadenas, lloraban y se lamentaban, todos menos el niño, que no habían atado, que iba de un lado a otro consolando a la gente. Un día, el pirata, sorprendido de la actitud del niño, lo llamó y le preguntó porque no lloraba y no jugaba como los niños de su edad. Él le contestó que tenía una misión, encomendada por su Dios, que consistía en llevar un poco de consuelo a sus compañeros de cautiverio. Las palabras del niño hicieron rabiar al pirata que no podía olvidarlas. Pasaban los días y el pirata no podía quitarse de la cabeza las palabras del niño y volvió a hablar con él. Le preguntó su nombre, que era Pedro. Cuanto más hablaba con el niño más convencido lo veía y terminó viendo en el niño un iluminado por su Dios. Se convirtió al cristianismo, abandonó la piratería y tuvo muchos seguidores, que se instalaron cerca del lugar donde recogieron aquel niño, en la montaña de Verdera. Construyeron un monasterio, el pirata con el nombre de Pedro fue el primer abad y el niño le sucedió como abad. En el santoral popular son conocidos como San Pedro y San Pere de Roda. 

Amades, Joan. Las mejores leyendas populares. Editorial Selecta. 
Leyenda de la estancia de Carlomagno en el Monasterio de Sant Pere de Rodes.
Como ocurre en muchos lugares, ha llegado por tradición oral, que el emperador Carlomagno hizo estancia en Monasterio. Carles Fages de Climent recogía esta tradición al poema "Sueño del Cap de Creus" 

Vayreda, Montserrat. El Empordà Mágico (Alt Empordà). Terra Nostra 
Leyenda de la estancia de Carlomagno en el Monasterio de Sant Pere de Rodes.

Dice la voz popular que Carlomagno subió a rezar a la capilla de Santa Elena, cercana al monasterio de Sant Pere de Rodes, mientras rezaba dejó su espada encima del altar. Cuando terminó sus oraciones, tomó su espada descubriendo que la hoja de la espada se había convertido en fuego. Esta es la razón de la fuerza y las victorias del emperador en sus batallas. 

Plan Tornillo, Joaquín; Tradiciones, Santuarios y tipismo de las comarcas gerundines. Dalmau Carles, Pla. 
La Flor del Penical 
Tomás Garcés hacía estancias en la Selva de Mar. En este cuento, publicado en 1964 en la Revista Resurgimiento, dirigida por el hijo del Port de la Selva, Hipòl.lit Nadal i Mallol, en Buenos Aires, habla de las sensaciones de la sierra de Rodes, a través de los colores y sobre todo de las flores y las plantas de la montaña de Verdera, en el mes de abril. El cuento explica una excursión, en primera persona, que va desde el camino que sale de San Sebastián en la Selva de Mar hasta el Mas de la Pallera pasando por la Fuente de los Monjes, el monasterio de Sant Pere de Rodes, Santa Helena y finalmente el mas. El cuento tiene como protagonista la flor del Penical que todo lo cura, que todo lo da, que según Honorato, el hombre de la casa, está escondida en medio de las ruinas del monasterio. 

Garcés, Tomás, La Flor del Penical. Resurgimiento. 1964. 

El Santo Grial 
Hay varias versiones sobre que es el Santo Grial. Algunos dicen que el Santo Grial es la copa en la que Jesucristo vio el vino en la Última Cena, antes de comenzar su pasión, otros dicen que el Santo Grial es el vaso de oro en el que José de Arimatea recoger la sangre del Señor clavado en la cruz. 
Se cuenta que entre las poblaciones de Cadaques y de Selva de Mar existen las ruinas de una pequeña ermita de montaña, que fue dedicada a la virgen de la Blancaflor. Se decía tradicionalmente que en esta capilla se veneraba una flor blanca, en forma de cáliz, en la que el apóstol San Pedro recogió las últimas gotas de la sangre del cuerpo de Cristo. Durante mucho tiempo guardó aquel tesoro que acabó dando al apóstol San Pablo cuando éste vino hacia occidente, y por diferentes azares de su viaje, depositó el tesoro en aquella ermita. 

Plan Tornillo, Joaquín; Tradiciones, Santuarios y tipismo de las comarcas gerundines. Dalmau Carles, Pla. 

El Santo Grial 1 
Una variación de la leyenda anterior, dice que la sangre de Jesucristo recogida en el santo Cáliz, por José de Arimatea estaba depositado en Roma. Ante una incursión de los bárbaros, el papa Bonifacio IV decidió sacarlo de Roma. Fue embarcada y custodiada por unos caballeros que desembarcaron al pie de la montaña de Verdera. En esta montaña edificaron una pequeña iglesia anterior al monasterio de Sant Pere de Rodes. La tradición también dice que para defender el cáliz y otras reliquias que llevaron de Roma, también construyeron en la cima de la montaña un castillo. 

Plan Tornillo, Joaquín; Tradiciones, Santuarios y tipismo de las comarcas gerundines. Dalmau Carles, Pla. 
El Encuentro de hadas en la Fuente de los Monjes 
Las hadas, aloges o mujeres de agua son seres fantásticos propios y originales de la mitología catalana. Podemos decir que son las hadas catalanas. Estos seres, sin ser buenos ni malos, habitan en bosques, montañas, lugares aislados donde hay pasos o gargantas de agua, tienen una belleza infinita y un cabello muy largos y tienen poderes propios y muchas leyendas por diferentes lugares del país. De todos es sabido que la noche de San Juan, cuando tocan las doce de la noche, todas las hadas del país marchan de su madriguera para reunirse con su reina la goza Estrella. Juntas, bailan danzas ancestrales y es en su baile, al tocar los suyos a tierra, que comunican a las plantas sus poderes y les transmiten sus virtudes para curar enfermedades. Este encuentro anual según la tradición es la Fuente de los Monjes, es San Pedro de Rodas, en San Salvador e incluso el Cabo de Creus. 

Plan Tornillo, Joaquín; Tradiciones, Santuarios y tipismo de las comarcas gerundines. Dalmau Carles, Pla. 

Las mujeres de agua de Caltré 
Como ya hemos dicho hay muchas leyendas en el país sobre mujeres de agua, con diferentes atribuciones, una es la de lavar ropa blanca. La tradición oral cuenta que en la montaña de Caltré, cerca de unas rocas blancas, fáciles de ver, habitan mujeres de agua. Éstas, bajan con su ropa en la ribera del Valle, a lavar ropa blanca. 

Tradición oral. 
Los túneles de Sant Pere de Rodes 
Existe la creencia extendida en los pueblos de alrededor de la montaña de Verdera, que el monasterio de Sant Pere de Rodes estaba comunicado con diferentes lugares a través de túneles, de manera que los monjes, en caso de asedio o según sus conveniencias podían marchar y volver al monasterio según sus conveniencias. Se dice que había túneles que unían Sant Pere de Rodes con la Mesa de los Ladrones, túneles desde Sant Pere de Rodes hasta San Salvador, túneles desde Sant Pere de Rodes hasta el Valle de Santa Cruz y túneles desde San Pedro de Rodas hasta el Castillo de Quermançó. 

Tradición oral. 

La obligación de ir a misa en el monasterio 
Se dice que los monjes del monasterio, señores feudales de todos los pueblos de alrededor, obligaban a todos los vecinos de ir a misa en el monasterio, bajo duras amenazas, incluso amenazas de emparedamiento. 

Tradición oral. 
La Cabra de Oro 
La cabra de oro es una leyenda que atribuye a muchos lugares. La ilusión de la gente de los alrededores que pueden tener al alcance un gran tesoro hace que sea una leyenda clásica en nuestro folklore. Se dice que en momentos de esplendor del Monasterio, éste tenía grandes dominios y riquezas y que muchos de los monjes eran hijos de casas muy ricas. Tantas riquezas había, que entre las ruinas del monasterio todavía hay guardada en algún túnel secreto, una cabra de oro macizo. Esta creencia es tanto difundida que cuando se encontró el tesoro de las monedas de oro y plata en el palacio del abad, en la campaña de excavaciones arqueológicas del 89, todo el mundo dio por hecho que se trataba de la famosa leyenda de la cabra de oro en el sentido de que era un tesoro de gran riqueza escondido en el monasterio. 

Tradición oral.

Agradecimientos al Ayuntamiento de Port de la Selva por su amplia información del Monasterio

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