Sin duda ésta es la más bella bahía del mundo, un caos gigantesco y soberbio de montañas abruptas de formas curiosas, de islas verdes emergiendo del océano esmeralda, de orgullosos barrios elevando sus cornisas de cemento en medio de una naturaleza que todavía parece virgen.
Al sobrevolar Río y contemplar la ciudad desde el aire, la impresión que domina es la de un sublime capricho de la geografía, de un magnífico cajón de sastre en el que el Creador habría arrojado todo lo más sorprendente que tenía a mano, mezclado, para asombrar a los hombres. Los brasileños, que tienen el humor suficiente como para burlarse de sí mismos, pretenden, además, que Dios, tras haber hecho tal regalo a su país, compensó su largueza poblando este decorado excepcional con gentes que no se lo merecían. No hemos de quedarnos, en cualquier caso, con la fascinación siempre renovada de los cariocas (habitantes de Río) por su entorno. Río es para ellos definitivamente la Cidade maravilhosa, la Belacap, la bella capital opuesta a Novacap, la nueva capital, Brasilia.
Río se asoma al Océano Atlántico por la Bahía de Guanabara -explorada por Andrés Gonçalves y Américo Vespucio en 1502-y es quizás la ciudad más conocida de América del Sur, incluso por aquellos que no han estado nunca en el continente. Situada en un emplazamiento encantador, está rodeada de bosques tropicales que suben por sus colinas hasta los altos morros, relieves graníticos como el Pan de Azúcar, las Dos hermanas, el Gigante Dormido o el Corcovado. Este último es una mole coronada por la gigantesca estatua de Jesucristo (38 m de alto, 28 de envergadura entre sus manos desplegadas, 1.145 toneladas de piedra acariciada por las grandes mariposas tropicales).
A mano izquierda del Cristo, el centro de negocios, prolongado por interminables suburbios, eleva sus altos rascacielos en medio del puerto. Amplias avenidas (Río Branco, Presidente Vargas) lo cuadricúlan superficialmente, dejando, no obstante, adivinar islotes en las calles estrechas y pintorescas, y campanarios de iglesias barrocas.
Este barrio de oficinas, de bancos, de administradores y sedes de sociedades es también el de restos coloniales y de recuerdos del Río de la Belle Epoque.
El auténtico centro histórico se encuentra en Praça XV de Novembro, donde la estatua ecuestre de Juan V, el soberano portugués que, expulsado por Napoleón, transportó su corte y gobierno a Río de Janeiro, contempla el puerto mientras que, tras él, se ordenan los nobles edificios del antiguo Palacio de Virreyes y de un convento de carmelitas, prosaicamente convertido en centro de Correos, mientras que el primero es la actual Facultad de Derecho.
La antigua estructura colonial de la ciudad -calles angostas con pequeñas casas y algunas iglesias barrocas- ha dado paso a una arquitectura moderna de rascacielos y amplias avenidas. Sin embargo, la nueva urbanización ha tenido que adaptarse al paisaje, y actualmente Río presenta un aspecto muy fragmentado, con pequeños núcleos de población situados en los espacios libres entre las múltiples colinas rocosas.
La emoción que produce la vista de Guanabara no tiene comparación: ningún otro lugar posee montañas de formas tan singulares, como si hubieran sido dibujadas por niños, verdes o de granito desnudo y recortadas por la repentina aparición de playas o directamente por las olas del mar. Son como enormes velas que se perciben por todas partes, más visibles aún que las islas que la naturaleza ha diseminado en la bahía, no contenta, al parecer, con poseer tantas maravillas.
Desde lo alto del Monte Corcovado, con una sola ojeada se abarcan los barrios que se dirigen hacia las lagunas, al sur (Copacabana, Ipanema, Leblón), los que costean la bahía, desde Flamengo al Cajú, y hasta la Ciudad Universitaria, y, aún más lejos, la Isla del Gobernador. En una impresionante sucesión aparecen los montes y los picos que recortan la espectacular cornisa de la ciudad, como la Pedra da Gávea, es decir, la Piedra de la Cesta, que más bien parece un castillo medieval con sus torrecillas; el Morro da Taquara y el Pico do Papagaio, ambos superiores a los 800 mts; el Macizo de Tijúca, en forma de gigante echado, que pasa los 1000 mts. y, hacia la bahía, los Dois Irmâos, que dominan las playas de Leblón e Ipanema.
Finalmente, la mirada se vuelve hacia el Pan de Azúcar, que se convierte en punto de referencia de los pilotos en días de niebla y lluvia, ya que las pistas se orientan siguiendo su eje. Así, los grandes aparatos se dirigen hacia el pico como enormes mosquitos y después giran a su alrededor y entonces, una vez más, Rio se convierte en el centro del mundo.
Ahora la ciudad se extiende hacia Barra de Tijuca, a la que se llega tras cruzar el viaducto Oscar Niemayer, una carretera, nosotros le diríamos autovía cuyas calzadas se sobreponen una sobre la otra, y ambas se cuelgan de la roca sobre el mar.
Allí encontramos barrios de alto standing junto a restaurantes y zonas comerciales creadas para los residentes.
Si nos desplazamos hacia el sur, gozaremos de las maravillas del lugar conocido como, las Islas tropicales. En la zona de Angra dos Reis, Santa Cruz, Parati, un auténtico paraíso, a escasos kilómetros de Rio.
Si nos desplazamos hacia el norte, nos encontramos con Niteroi, justo al cruzar el puente que une a las dos ciudades enclavadas en la Bahía de Guanabara. Los pobladores de Niteroi, presumen de tener la mejor vista del mundo, que lugar mejor para admirar Rio de Janeiro, a tal fin incluso se ha construido un mirador para tal fin, lugar que es muy recomendable ir a la puesta del sol, es de un romanticismo total.
Y otro de los lugares para no perderse, si su estancia el prolongada, es Buzios, con un litoral más abrupto que el que podemos contemplar en el sur, pero, igualmente de una belleza sorprendente.
En 2016 Rio acogerá los XXXI Juegos Olímpicos serán un evento multideportivo que se celebrará entre el 5 y el 21 de agosto de 2016 en la ciudad de Río de Janeiro, Brasil. De manera conjunta se organizarán en dicha ciudad los XV Juegos Paralímpicos, a realizarse entre el 7 y el 18 de septiembre del mismo año.
Rio hasta ahora disponía de dos fechas que marcaban la vida de los cariocas, el carnaval, el mayor espectáculo de fantasías del mundo, sin parangon en otro lugar, se podrá discutir sus raíces, su pureza, pero no que no se puede discutir es su grandiosidad.
El otro, y quizás más desconocido, pero no menos grandioso, el fin de año, la fiesta de la diosa del mar Iemanjá, los cariocas vestidos de blanco se encuentran en la playa para hacer sus ofrendas a Iemanjá, que les purificará de todo lo malo que hayan hecho, en el transcurso del año, y así podrán comenzar un año impolutos.
El zenit de la fiesta termina con los fuegos artificiales que se lanzan desde la playa de Leme, que es el inicio de la famosa playa de Copacabana.
Siete ciudades presentaron oficialmente ante el Comité Olímpico Internacional sus deseos de albergar este evento deportivo, pero tras una primera etapa de evaluación, la lista fue reducida a cuatro ciudades: Chicago, Río de Janeiro, Madrid y Tokio. De éstas, la ciudad brasileña de Río de Janeiro fue elegida el 2 de octubre de 2009 a las 18:50 CEST, durante el transcurso de la 121ª sesión del Comité Ejecutivo del COI, que se celebró en Copenhague, Dinamarca.
La elección de Río marcó la primera vez en que dicho país ha sido designado como sede de los Juegos Olímpicos. Además, es la primera vez que se realizará un evento olímpico en América del Sur, la primera en un país de habla portuguesa, la segunda en un país de Latinoamérica (México 1968 fue el primero) y la tercera vez que ocurrirán en el Hemisferio Sur (previamente fueron Melbourne 1956 y Sydney 2000).
Esto será un revulsivo para la ciudad carioca que se convertirá en la primera ciudad de América del Sur en albergar unos juegos, la primera ciudad de habla portuguesa en conseguirlos y la segunda de habla hispana tras México.
El desarrollo de la ciudad se verá principalmente en las zonas de influencia de los juegos; Deodoro, Maracana, Barra y Copacabana.
Casi seguro que el símbolo de los juegos será la escultura de agua que se erigirá, posiblemente en una isla frente a Copacabana, y cuyo proyecto inicial es la siguiente imagen.
La Torre das Olimpíadas de 2016 - Rio de Janeiro
El reto consiste en diseñar una estructura vertical en la isla de Cotonduba que, además de tener la función de la torre de observación, se convierte en un símbolo de bienvenida para aquellos que vienen a Río por vía aérea o marítima, ya que esta será la ciudad sede de los Juegos Olímpicos de 2016.
Diseñado por Taller de Rafa, con sede en Zurich, esta estructura fue elegida como propuesta adecuada a la idea inicial, y tiene la función de generar energía suficiente la villa olímpica y otras zonas de la ciudad.
Su diseño le permite aprovechar la energía solar durante el día con los paneles situados a nivel del suelo, mientras que el exceso de energía producida se canaliza a la bomba de agua de mar que circula por el interior de la torre, produciendo un efecto de agua que cae en la piscina.
Esta agua se reutiliza de forma simultánea a través de turbinas para producir energía durante la noche.
Estas características le permiten sustentar el título un proyecto de desarrollo sostenible en la torre, siguiendo de los acuerdos establecidos en 1992 por las Naciones Unidas celebrada también en la ciudad de Rio, contribuyendo así a fomentar entre los habitantes de la ciudad el uso de los recursos naturales para la producción de energía.
El Solar City Tower, que es como se llamará la torre, también incluye otras características. Anfiteatro, auditorio, cafetería y tiendas accesibles desde la planta baja, un ascensor conducirá a los visitantes a diferentes observatorios, así como una plataforma retráctil para la práctica del puenting.
En la parte superior de la torre se podrá disfrutar del paisaje que rodeará la Isla , donde se será el símbolo de los Juegos Olímpicos de 2016 y de la ciudad de Río de Janeiro.
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