TUCUMÁN

Tucumán es el centro de lo que llamó Leopoldo Lugones la civilización de la dulzura. El cultivo y la elaboración del azúcar constituyen su industria principal. Hasta el pie del Aconquija se extienden ingenios y cañaverales. Las ásperas montañas como en Salta, han creado un tipo de equitación más arduo y más peligroso que el pampeano. El clima tropical se prodiga en bosques milenarios de ébanos, de cedros y de nogales; la nieve, a veces, en el macizo del Aconquija hasta San Javier. Ahí la montaña se abre en quebradas y valles sombreados por brumas, y en laderas áridas y salvajes, como el Abra del Infiernillo, sin huella de pie humano.
La ciudad capital, cuya universidad es famosa, incluye la histórica casa de Tucumán donde Laprida presidió la Asamblea que en 1816 juró la independencia de la República. La ciudad, moderna y bella, se abre en calles residenciales y llenas de jardines como la Mate de Luna que conmemora el nombre de su fundador.
Su consabido epíteto escolar de “Jardín de la República” no es, por trillado, menos cierto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario