Colóquese zapatos cómodos y prepárese para dejarse sorprender por los rincones de esta hermosa ciudad. Su condición de cruce de caminos le brinda cierto aire cosmopolita a sus habitantes que son un poco de aquí y de allá. Sorprenden sus diferentes rincones, en los que los pueblos que la habitaron han dejado su magnífica huella. Casas colgadas, la mezquita, la plaza de toro, palacios, ermitas, la catedral y su judería son parte de la oferta turística que esta ciudad ofrece.
Hasta el momento de la expulsión, la comunidad judía de Tarazona ocupa un área urbana próxima
a la fortaleza de la Zuda, símbolo primero del poder musulmán y luego del cristiano. En las tres últimas décadas del siglo XIV el barrio se extiende entre el exterior de la barbacana de la ciudad, la acequia de Selcos y la Zuda
Tras la integración de la ciudad en la Corona de Aragón, Tarazona vivió su época de esplendor entre 1213 y 1283, décadas en las que los judíos de la ciudad se mostraron como un elemento clave contribuyendo al funcionamiento de la administración y las finanzas de la ciudad.
La judería contaba con dos barrios contiguos y que presentaban una personalidad diferenciada. Separados por la acequia de Selcos: un núcleo primitivo o judería vieja, y una ampliación posterior o judería nueva. La primera pasará a denominarse después de la expulsión como la Rúa mientras que la segunda tomará el nombre de plaza de Nuestra Señora o Barrio Nuevo.
Judería Vieja
Durante la Baja Edad Media, desde el fin de las guerras entre Castilla y Aragón (1357-1369) hasta el momento de la expulsión, la comunidad judía de Tarazona ocupa un área urbana próxima a la fortaleza de la Zuda, símbolo primero del poder musulmán y luego del cristiano.
Plaza de España
La plaza, establece el límite de la judería, y representa un secular punto comercial y de encuentro entre las tres culturas que convivieron en Tarazona durante siglos.
La Sinagoga
Cerca del final de la Rúa, casi en el cruce con la calle de los Aires, se localiza un viejo edificio que los estudiosos relacionan con la sinagoga mayor, encuadrada en una manzana de la estructura muy diferente de la actual
La calle de la judería
La cerrada estrechez del primer tramo de trazado puramente medieval.
La calle de la Judería se dobla en un codo a la izquierda, formando un amplio espacio. Este correspondía a una calle sin salida hasta la demolición de varios inmuebles en la década de 1980.
Actualmente es posible contemplar, a un lado, la fortaleza y la altura del Palacio Episcopal y al otro, la imponente presencia de las Casas Colgadas.
La judería nueva
Las escaleras de la cuesta de los Arcedianos ponen en comunicación la Judería Vieja con la Judería Nueva, creada en los primeros decenios del siglo XV.
La plaza de los Arcedianos
Un pequeño tramo de la calle de los Aires a la derecha, conduce hasta la plaza de los Arcedianos, un cruce de calles de fuerte impronta medieval.
La plaza de los Arcedianos tenía una mayor amplitud que en la actualidad a causa de unos corrales posteriores. Allí se plantaban durante una semana las tiendas en la celebración del sucot o Fiesta de las Cabañuelas, como las que se levantaron en el desierto tras su salida de Egipto.
Casas colgadas de la judería
El límite norte de la Judería Vieja está trazado por la barbacana que se alza en la calle del Conde, en cuya parte posterior se suceden una serie de edificaciones en saledizo, denominadas Casas Colgadas y ocupadas por la baja nobleza y linajes como los López de Gurrea, Señores de Torrellas, los Fayos, y Santa Cruz.
Rúa Baja
De nuevo en dirección hacia la antigua Zuda, la Rúa Baja completa el recorrido por la Judería Vieja.
En su camino, se detiene en la placeta de la Mata, o de los Corderos, sobre la que se levanta la trasera del Palacio Episcopal, para continuar en dirección hacia los Recodos, en cuya intersección debió estar la tercera de las puertas del barrio, la conocida como Porticella.
La Catedral
La Catedral, dedicada a Nuestra Señora de la Huerta, reúne un conjunto de estilos diversos, desde el primer gótico del siglo XIII hasta sus últimas manifestaciones del siglo XV, para enlazar con el renacimiento del siglo XVI, aderezados con la tradición arquitectónica del mudéjar aragonés. Fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1931.
La parte más antigua es la cabecera del segundo cuarto del siglo XIII, concebida según los modelos del gótico del Norte de Francia.
Las mejores vistas de Tarazona se disfrutan desde la Iglesia de la Magdalena, cuya belleza monumental del edificio mudéjar se complementa con la espectacular visión que nos ofrece desde el campanario.
Al atardecer la hora mágica prepara su sueño nocturno, mientras moja sus pies en el río Queiles.
En el rumor de su acuosa melodía parece escucharse un canto lejano, llamando a aquellos judíos que se marcharon, pregonando en el viento del Moncayo
Restaurante Saboya 21 C/ Marrodán, 34. 50500 – Tarazona Å 976 643 515 - 976 642 490
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