Probablemente la ciudad de Tavira haya sido fundada por los fenicios, pero fueron los romanos quienes dejaron los restos más significativos del período preislámico en la región, entre los que se encuentra el famoso puente romano que une las dos orillas del río Gilão.
En el siglo VIII, al igual que en el resto del Algarve, Tavira fue ocupada por los musulmanes que gradualmente fueron desarrollando la ciudad hasta convertirla, junto con Silves y Faro, en una de las más importantes del Algarve islámico, hecho que se puede comprobar por las dimensiones de su castillo.
En 1242 la ciudad fue conquistada por el maestro de la Orden de Santiago, D. Paio Peres Correia.
En los siglos siguientes, Tavira adquirió gran importancia económica gracias a su puerto, que resultó ser fundamental durante los siglos XV y XVI en el apoyo a las guarniciones portuguesas del Norte de África.
En 1520 la villa adquiere la categoría de ciudad por la concesión del rey D. Manuel I, que de esta forma reconoció la importancia de esta localidad que se encontraba entre las más ricas y pobladas de la región, como se puede verificar por el número considerable de iglesias y edificios civiles construidos entre los siglos XV y XVI.
Con la unión ibérica, Tavira perdió cierta importancia estratégica y económica ante ciudades portuarias como Sevilla y Cádiz. No obstante, su dinamismo económico se disipó fundamentalmente debido a la obstrucción de la barra, que dificultaba la conexión con el puerto, las epidemias de 1645/46 y el terremoto de 1755.
A principios del siglo XX, Tavira descubrió en la pesca del atún y en la industria de conservas un nuevo camino para la prosperidad económica. Con la práctica extinción del atún en la costa algarvía durante la década de los setenta, la ciudad apostó por el turismo, actividad que constituye uno de los pilares de su economía.
A pesar de su origen fenicio, las murallas de Tavira se reconstruyeron a lo largo de los siglos XI y XII, durante el período árabe. Con la conquista cristiana de la ciudad, en 1242, la muralla fue objeto de varias restauraciones durante los reinados de D. Afonso III y D. Dinis. Asimismo, quedan algunos tramos de muralla y el núcleo principal del castillo. En el interior se aprecia un agradable jardín y una bonita vista de la ciudad.
Igreja Matriz de Santa Maria do Castelo / Exposição de Arte Sacra
Construida en la segunda mitad del siglo XIII, en el lugar donde anteriormente se alzaba la mezquita de Tavira, la iglesia de Santa Maria del Castillo siguió el estilo gótico, tal como revela su puerta ojival, pero con el terremoto de 1755 sufrió una serie de desperfectos que obligaron a su reconstrucción.
El proyecto quedó a cargo del arquitecto italiano Francisco Xavier Fabri, que se preocupó por mantener la estructura original de la iglesia –tres naves y cuatro tramos– recuperando la cabecera y algunas capillas laterales, como el caso de la Capilla del Evangelio, de estilo gótico, y la Capela do Senhor dos Passos, de estilo manuelino pero revestida con azulejos del siglo XVII.
Con respecto a la ornamentación interior, merece especial atención la capilla mayor, donde se puede ver un retablo de principios del siglo XIX de arquitectura simulada (pintada). En las paredes laterales de la capilla mayor se encuentran dos inscripciones medievales que indican la presencia del sepulcro de D. Paio Peres Correia y de los seis caballeros que murieron en la reconquista cristiana de Tavira.
Igualmente interesantes son el retablo de la Pasión, de estilo rococó, y el retablo neoclásico del baptisterio, donde se expone una bella pintura de finales del siglo XVIII que representa la asunción de la Virgen Nª. Sª. y cuya autoría se atribuye al italiano Corrado Guiaquinto.
En esta iglesia, también hay oportunidad de visitar una exposición de arte sacro con imágenes y pinturas datadas de los siglos XV a XIX.
El antiguo Convento de los Eremitas de S. Agostinho fue fundado en 1542, pero su construcción no se inició hasta 1569. Localizado en la colina del castillo, recientemente ha sido remodelado para acoger una de las pousadas de Portugal.
Se trata de una de las primeras obras en estilo portugués chão -con líneas muy simples y rectas-, en el Algarve y, a pesar del estado de ruina al que llegó y de su posterior reconversión en Pousada, todavía es posible apreciar el claustro, con arquerías sobre columnas y capiteles de orden toscano, y la antigua iglesia del convento, de una sola nave con capilla mayor antecedida de arco triunfal.
En el interior del Convento encontramos también un núcleo museístico que contiene los restos de dos casas islámicas del período almohade.
La tradición oral atribuye este puente a los romanos, como parte integrante de la vía que unía Faro con Mértola. Lo cierto es que su existencia está documentada desde la Edad Media. El puente une las dos orillas de la ciudad dividida por el río Gilão. Posee 87 metros de longitud y siete arcos, siendo su aspecto actual resultado de la reconstrucción que sufrió en 1655 y 1657.
Hay que destacar que esta pequeña iglesia posee el mayor conjunto iconográfico pintado sobre la vida de S. Sebastián de todo el país, representando sus motivos decorativos en un ejemplo perfecto de la “obra de arte total” que caracterizó el barroco.
Asimismo, hay que destacar un conjunto de imágenes, mayoritariamente de los siglos XVII y XVIII, y algunos cuadros, señalando entre ellos cuatro ejemplares de pintura quinientista.
Ría y playas en la Isla de Tavira
Aparte de por su atractivo como ciudad, Tavira es enormemente apreciada por quienes la visitan por sus playas. Sin embargo, el acceso a ellas no es cómodo, ni masivo.
La Isla de Tavira ofrece magníficas playas con poca gente. Además, podemos alojarnos en el agradable camping de esta isla, a la que no llegan los coches.
El centro de Tavira esta situado a unos tres kilómetros de la costa y las playas están situadas en las islas que quedan frente a ella, por lo que el acceso no es especialmente sencillo. A cambio, se garantizan playas enormes, sin urbanización alrededor y no excesivamente frecuentadas, salvo en los meses de julio y agosto en los que suelen estar algo mas concurridas. La única manera de llegar a ellas es a través de los barcos que hacen el recorrido entre Tavira -el punto de partida del ferry esta al sur del antiguo mercado municipal y tarda unos 20 minutos en el trayecto- Quatro Aguas (a un par de kilómetros del pueblo, frente a la isla y algo menos de 10 minutos) y la Isla de Tavira. Los ferries suelen salir, aproximadamente, cada hora y no es un trayecto especialmente caro. El viaje ida y vuelta sale por menos de 2 euros en el caso del trayecto mas largo.
Quien vaya en grupo puede contratar un Aqua Taxi, que saldrá en el momento que prefiera y le dejara en el lugar que elija. Una vez en la isla, depende del turista alejarse más o menos del punto donde le ha dejado el ferry.
Los que hayan elegido esta opción se encontraran con una isla sin coches, pero que en los metros mas cercanos al puerto tendrá varias casas bajas, un camping y muchos, muchos restaurantes y bares hasta llegar a la orilla del mar. Allí, total tranquilidad durante kilómetros. La playa más popular es la de Barril, más cercana al embarcadero del ferry. La orilla se prolonga durante kilómetros, pero no todos están vigilados, así que los bañistas se concentran en las zonas de playa, pero es aceptado y frecuente encontrarse con bañistas en zonas no controladas. El nudismo, sobre todo en la zona al oeste de la playa de Barril, esta aceptado y es bastante común. Al ser una zona tan abierta, el viento puede tener gran importancia y estar en la playa puede ser muy incomodo si sopla un viento fuerte. Conviene tenerlo en cuenta a la hora de preparar la excursión.
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