Desde épocas muy tempranas, la abundancia de pescado atrajo población al municipio de Olhão.
Durante siglos, esta localidad sólo fue una pequeña comunidad pescadora de gente humilde que vivía en cabañas. Sin embargo, el crecimiento poblacional y la importancia económica de la pesca llevaron, en 1679, a la construcción de la Fortaleza de S. Lourenço, con el objetivo de defenderse de los piratas llegados del Norte de África.
En 1698 surgió el primer edificio de piedra: la iglesia parroquial, dedicada a Nuestra Señora del Rosario. El poblado se desarrolla en los años siguientes, naciendo un núcleo urbano de construcciones en albañilería que adoptan características magrebíes –formas cúbicas, terrazas y chimeneas caladas– que recuerdan a los minaretes islámicos. Sin embargo, en el siglo XIX fue cuando Olhão se consolidó como un importante centro urbano.
En 1808, el rey D. João VI concedió a Olhão la categoría de villa como gesto de agradecimiento por la lucha emprendida contra las tropas napoleónicas. De aquí partió la embarcación que llevó la noticia de la expulsión de los franceses al monarca portugués que se encontraba refugiado en Brasil y por lo que Olhão se ganó el epíteto de “Villa de la Restauración”.
A finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX se produjo un gran crecimiento económico en Olhão gracias a la industria de las conservas de pescado, que transformó esta localidad en una de las ciudades más industrializadas del Algarve.
Actualmente, la pesca sigue siendo una de las principales actividades económicas del Municipio, pero la importancia del turismo ha venido creciendo en la última década.
Olhao no suele ser la localidad con más turismo del Algarve. Está bastante cerca de Faro- la capital de la región- con una oferta de alojamiento bastante más reducida que ésta y con unas playas excelentes que, según los turistas nacieron con el pecado original, siendo necesario un viaje de quince minutos en barco para llegar hasta la isla más cercana.
Olhao es una ciudad relativamente importante en el Algarve. Está situada a unos 10 kilómetros al este de Faro y tiene una población de unos 30.000 habitantes. Olhao es una ciudad con mucha vida local y comercial, si bien -a diferencia de Faro- se trata más bien de un comercio más tradicional y de pequeñas empresas que no pertenecen a grandes cadenas. La ciudad se articula alrededor de un bulevar moderno que comunica la estación de ferrocarril con el barrio tradicional de pescadores, ya muy cerca del agua.
El antiguo barrio de pescadores, se extiende hasta la orilla de la ría. Son apenas 400 o 500 metros de calles estrechas, prácticamente todas ellas peatonales, con edificios encalados y baldosines tradicionales blancos y negros, en las que suelen aparecer recodos sorprendentes y algunas tiendas con artículos de playa que recuerdan la proximidad del mar.
Este barrio de pescadores acaba en la orilla del agua, separado por una calle ancha de dos pintorescos mercados municipales de ladrillo rojo y, no demasiado lejos, el muelle desde donde salen los barcos que comunican la ciudad con las playas de Armona y Farol.
Los mercados son curiosos por la mañana. Uno de ellos esta dedicado casi exclusivamente al pescado y el otro a la carne y las verduras. A su alrededor, ocupando el pequeño espacio que queda entre ellos y el agua, se han colocado bastantes terrazas y restaurantes. La zona que rodea a estos mercados es, posiblemente, la más agradable para comer en la ciudad. Para quien quiera algo mas barato, puede quedarse en los snack-bar de la Avenida da República, que parte desde la estación de ferrocarril.
Como la capital y la mayor parte de las ciudades del este del Algarve, no está situada exactamente en la orilla del Atlántico, sino que le separa de él el Parque Natural de la Ría Formosa, una serie de rías, lagunas e islas que hay que atravesar en barco para llegar a las islas que ya limitan con el mar y que disponen de fantásticas playas -el mejor ejemplo es la playa de la Isla de Armona-.
Sin embargo, pese a estar separada del mar por el Parque Natural, Olhao es una ciudad volcada al Atlántico y con un carácter unido siempre a la pesca y a los pescadores. Toda la zona más cercana a la ría y a su paseo marítimo se corresponde con el antiguo barrio de pescadores de la ciudad: calles estrechas, peatonales, adoquinadas, con callejones que salen de cualquier lado y edificios bajos que muestran o bien su cara más amable, recién encalados y rehabilitados; o bien ven como su fachada se cae a pedazos.
Barrio de pescadores en Olhao.
Olhao es una mezcla de belleza y caos que- habitual en otros centros urbanos portugueses- a veces se echa de menos en unos pueblos del Algarve que, a base de haberse vestido demasiado bien para el turismo, han perdido parte de su sabor tradicional.
No voy a ocultar que me gustan más las localidades del este del Algarve que las del oeste. Son preferencias personales de alguien que prefiere el carácter más tradicional de estas localidades, frente a la fusión del turismo del norte de Europa y la estética tradicional de lugares como Lagos o Albufeira. Tavira es mi ciudad favorita, pero de Olhao tengo que reconocerle que algunas de sus zonas más cercanas al puerto cuentan con un entorno entre tradicional, histórico y decadente que no encuentro en una Tavira que parece casi un pueblo modelo.
Para mí, callejear por las callejuelas del barrio de pescadores de Olhao -y no sólo por aquellas más comerciales que hoy albergan tiendas y se han visto con la cara pintada- es una experiencia que me lleva a la cabeza las imágenes de lo que yo suponía que hubiera sido un Algarve al que no hubiera llegado el turismo. Meterme por las callejuelas que están tras la zona de la lonja de pescado y descubrir rincones especiales, pequeñas plazoletas con casas encaladas, callejones sin salida con fachadas que van perdiendo la cal, encontrarme de frente con algún gato callejero o pasar frente a alguna puerta abierta por la que sale el sonido de la radio o la televisión.
Plaza típica en el centro de Olhao
Son calles estrechas, en la mayoría de los casos. En algunos casos, callejones por donde no pueden pasar los coches y, en otros, pequeñas calles sin distinción entre acera y calzada empedrada, rodeadas por casas bajas, bien encaladas, bien desconchadas o bien recubiertas de azulejos de varios colores. En muchas de ellas, al caer la tarde, nos encontramos a sus vecinos que han sacado las sillas de camping a la puerta y empiezan una tertulia o, simplemente, disfrutan del ambiente más fresco de las últimas horas de la tarde.
En Olhao no es tan habitual encontrarse turistas extranjeros como en otras ciudades del Algarve. Los hay, y cuenta de ello dan los menús en inglés de los restaurantes turísticos; pero no se convierten habitualmente en una mayoría. Parte de ello viene dado por la escasa oferta de alojamiento de la ciudad. Estando tan cerca de Faro y tan bien comunicada por tren y autobús, es habitual que quien visite Olhao tenga su base de operaciones en la capital de la región. Pero también contribuye el escaso número de hoteles y pensiones en la ciudad, con precios que -para lo que ofrecen- están por encima de la media de la región.
Pero Olhao merece la pena. Por una parte, por este barrio de pescadores y estas callejuelas tradicionales. Por otra, por el fabuloso pescado y marisco que se puede comer en los restaurantes del paseo marítimo y, por otra, quizá la más llamativa para quien llega de fuera, por ser el punto de partida a las fantásticas playas de las islas del Parque Natural de la Ría Formosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario