Su nombre procede del latín finis terrea. Su singularidad geográfica atrajo la atención de los geógrafos e historiadores grecorromanos y cautivó desde antiguo a multitud de personas que deseaban ver como el mar se tragaba el sol.
El Cabo Finisterre ha sido considerado desde la historia remota como el punto más occidental de Europa y, por lo tanto, el Fin del mundo. Fue distinguido en el año 2007 con el sello de Patrimonio Europeo (sólo hay 4 sellos en toda España). Por su significación geográfica e histórica, el viaje hasta allí es un rito para todos los que visitan Galicia, pleno de sorpresas paisajísticas y monumentales… El municipio está considerado como Fin del Camino de Santiago y, cada año, más y más peregrinos acaban aquí su camino consiguiendo así la Fisterrana (documento que se entrega en el Albergue municipal ).
El pueblo de Fisterra, formado por un núcleo antiguo sobre el puerto, es una típica villa marinera de estrechas callejuelas que descienden hacia el mar. Sus casas y calles estrechas están llenas de originalidad. En el centro se encuentra la Plaza de Arasolis y la Capilla del Buen Suceso. Es de estilo barroco y data del siglo XVIII. Está formada por una sola nave, destacando en su fachada rectangular el frontón y el atrio cerrado con un crucero en el centro. En su interior destaca la capilla mayor, de planta cuadrada, con un retablo barroco con la imagen de la Virgen del Socorro.
En las afueras, de camino al faro, encontramos el monumento más interesante de la villa, declarado Monumento Histórico-Artístico en 1985: la Iglesia de Santa María das Areas, relacionada con el Camino de Santiago como finalización del mismo. Se construyó a finales del s. XII aunque sufrió modificaciones durante varios siglos, de ahí que su estilo sea ecléctico: románico, gótico y barroco. El interior posee un ingente patrimonio, del cual destacan una estatua sepulcral yacente del siglo XV y los retablos de Nuestra Señora de Fisterra, de Francisco de Antas, maestro de obras de la Catedral de Santiago en el siglo XVI. Pero lo que más llama la atención es la imagen del Santo Cristo de Fisterra(O Cristo da Barba Dourada, s. XIV), de estilo similar al Santo Cristo de Burgos y de Orense y a la que llegan miles de peregrinos para finalizar el Camino de Santiago después de haber visitado la tumba del Apóstol en la ciudad compostelana. Allí, según la tradición, los peregrinos debían quemar sus ropas, bañarse en el mar, coger la concha de vieira y retornar a sus lugares de origen como “hombres nuevos”. La Fiesta del Santo Cristo es el Domingo de Resurrección y ha sido declarada de Interés Turístico. Enfrente de esta iglesia se encontraba el Hospital de peregrinos, fundado por el párroco Alonso García en 1469 para recibir al gran número de personas que concluían “su” camino allí.
En las afueras, de camino al faro, encontramos el monumento más interesante de la villa, declarado Monumento Histórico-Artístico en 1985: la Iglesia de Santa María das Areas, relacionada con el Camino de Santiago como finalización del mismo. Se construyó a finales del s. XII aunque sufrió modificaciones durante varios siglos, de ahí que su estilo sea ecléctico: románico, gótico y barroco. El interior posee un ingente patrimonio, del cual destacan una estatua sepulcral yacente del siglo XV y los retablos de Nuestra Señora de Fisterra, de Francisco de Antas, maestro de obras de la Catedral de Santiago en el siglo XVI. Pero lo que más llama la atención es la imagen del Santo Cristo de Fisterra(O Cristo da Barba Dourada, s. XIV), de estilo similar al Santo Cristo de Burgos y de Orense y a la que llegan miles de peregrinos para finalizar el Camino de Santiago después de haber visitado la tumba del Apóstol en la ciudad compostelana. Allí, según la tradición, los peregrinos debían quemar sus ropas, bañarse en el mar, coger la concha de vieira y retornar a sus lugares de origen como “hombres nuevos”. La Fiesta del Santo Cristo es el Domingo de Resurrección y ha sido declarada de Interés Turístico. Enfrente de esta iglesia se encontraba el Hospital de peregrinos, fundado por el párroco Alonso García en 1469 para recibir al gran número de personas que concluían “su” camino allí.
Dentro del conjunto histórico de la villa destaca también el Castillo de San Carlos, fortificación defensiva mandada construir en época del rey Carlos III. Fue vendido en 1892 por el Estado y adquirido en subasta pública por D. Plácido Castro Rivas, un industrial muy importante en la comarca y natural de la villa. En 1948 su hijo lo donó al pueblo de Fisterra para darle uso de museo. Finalmente, en el año 2006 la Cofradía de Pescadores y la Consejería de Pesca habilitaron el local en el actual Museo de la Pesca. El recinto muestra la evolución de la pesca a través del tiempo en cuanto a embarcaciones y aparatos, las costumbres de la gente marinera y los naufragios que se han producido en esta costa a lo largo de la historia.
El Cabo Fisterra es un hermoso enclave natural envuelto en la leyen
da y vinculado al culto celta al Sol, la litolatría (culto religioso rendido a las piedras) y los ritos de fecundidad. En el extremo del cabo se halla el Faro, de mediados del siglo XIX que vela por la seguridad de los navegantes y el lugar más visitado de Galicia después de la Catedral de Santiago de Compostela. Desde el ayuntamiento, se promocionan varias rutas de senderismo y una de ellas tiene su meta aquí.
da y vinculado al culto celta al Sol, la litolatría (culto religioso rendido a las piedras) y los ritos de fecundidad. En el extremo del cabo se halla el Faro, de mediados del siglo XIX que vela por la seguridad de los navegantes y el lugar más visitado de Galicia después de la Catedral de Santiago de Compostela. Desde el ayuntamiento, se promocionan varias rutas de senderismo y una de ellas tiene su meta aquí.
También se puede hacer una breve visita al Cementerio del Fin de la Tierra (1998), diseñado por el arquitecto pontevedrés César Portela y aún sin finalizar, pero que ha recibido varios premios de arquitectura. En él se mezclan espiritualidad y diseño, en un conjunto compuesto por una serie de enormes cajas de granito que persiguen conseguir la sensación de que los cubos que albergan los nichos han llegado allí por azar, intentando así imitar el modo en que la naturaleza produce sus propias arquitecturas.
Su puerto es el mayor lugar de actividad del pueblo y su lonja, la primera lonja turística de Galicia. La flota portuaria está formada por pequeños barcos de bajura que utilizan diversas artes de pesca. El sector pesquero es uno de los más tradicionales del pueblo. La buena calidad del pescado y marisco que hay en esta zona hace que los productos tengan una gran demanda en los mercados.
Por último, hay excelentes playas que ver en Fisterra, alguna a mar abierto y fuerte oleaje, apropiada para la práctica del surf, y otras, de aguas tranquilas y cristalinas, óptimas para el baño si uno es capaz de resistir las frías aguas del Atlántico. Entre todas, la más turística es la Playa de Langosteira; la que quizá sea la vista más representativa de Finisterre, la Playa de Talón; la Playa de la Ribeira es la más accesible porque está pegada al puerto y la de Playa de Corveiro es un auténtico paraíso natural, sobre todo para los amantes del buceo.
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