A medio camino de Camprodon y Vilallonga de Ter, a 983 metros sobre el nivel del mar, encontramos el pequeño pueblo de Llanars, dominando un paisaje abierto y soleado entre prados y campos que son los más planos y uniformes del Alto Valle de Ter.
Historia
Los primeros asentamientos humanos establecidos en Llanars datan de la Edad del Bronce. De los dos vestigios prehistóricos que hay en el municipio, el más importante es la cueva de la rendilla; ésta está situada en la base de una formación caliza, a unos cien metros de desnivel respecto a la riera de Feitús. La otra cavidad, conocida con la denominación de las Salinas, presenta unas características similares a la cueva de la rendilla. Asimismo, anotamos que en la finca del Mas la Bellabriga, cerca de los 1.100 m de altitud, entre el torrente de Solà de Arriba y el hoyo de la Bellabriga, hay otras cuevas.
La primera mención del topónimo Llanars fecha, según el onomasticon cataloniae, del año 876; entonces el lugar se conocía como Landaris.
En documentos de los años 1027, 1218, 1247 y 1251, aparece la forma Landars, mientras que los años 1265, 1309 y 1379 ya hay la palabra lanar. Según el filólogo Joan Coromines, el nombre de Llanars es el resultado de la evolución de la forma Land, grupo o conjunto de landas, extensión de tierra plana donde crecen solamente plantas silvestres. En cuanto al área geográfica que abarcaba el topónimo Llanars, el padre Villanueva, a comienzos del siglo XIX, al hablar de la fundación del monasterio de Camprodon en el siglo X, afirmaba que este se construyó en el Valle de Llanas; Villanueva era consciente de que el valle de Llanars extendía por toda la hondonada camprodonina. Al consolidarse el topónimo Camprodon, la denominación originaria de valle landarense quedó adscrita sólo al pueblo de Llanars.
En documentos de los años 1027, 1218, 1247 y 1251, aparece la forma Landars, mientras que los años 1265, 1309 y 1379 ya hay la palabra lanar. Según el filólogo Joan Coromines, el nombre de Llanars es el resultado de la evolución de la forma Land, grupo o conjunto de landas, extensión de tierra plana donde crecen solamente plantas silvestres. En cuanto al área geográfica que abarcaba el topónimo Llanars, el padre Villanueva, a comienzos del siglo XIX, al hablar de la fundación del monasterio de Camprodon en el siglo X, afirmaba que este se construyó en el Valle de Llanas; Villanueva era consciente de que el valle de Llanars extendía por toda la hondonada camprodonina. Al consolidarse el topónimo Camprodon, la denominación originaria de valle landarense quedó adscrita sólo al pueblo de Llanars.
Las primeras referencias escritas indican que Llanars era un territorio perteneciente, al menos desde 1027, a la jurisdicción del conde de Barcelona. Ramón Berenguer III, el Grande, el 17 de diciembre de 1118, cedió al monasterio de Santa María de Ripoll un alodio situado en Llanars; con posterioridad el conde, mediante testamento, legó al cenobio ripollés este dominio. A pesar del cambio, la propiedad continuó siendo real, y ejercía la jurisdicción el veguer de Camprodon. Un comentario aparte merece el vecindario de Espinalba, que estuvo bajo el dominio de las familias Palera y Descatllar. Galceran Descatllar, el 7 de mayo de 1250, recibió del rey Jaime I el derecho que estipulaba que los hombres de Espinalba, que le pagaban tributo, estaban obligados en caso de guerra a tomar parte en la defensa del castillo de El Catllar, situado en el municipio de Vilallonga de Ter. El rey Jaime confirmó a Descatllar la propiedad de Espinalba como haga real el 17 de enero de 1258. En el año 1359 Llanars contaba, demográficamente, con veintiocho fuegos.
El príncipe Felipe I, por un privilegio del 1547, concedió a los llanarencs un reglamento provisional para regular el aprovechamiento de los terrenos comunales. También se estableció una concordia entre los usuarios de aquellos, a fin de evitar abusos en los pastos; posteriormente, un bando de 15 de mayo de 1664, establecía las cláusulas que debían cumplir los llanarencs, con derecho a aprovechar los pastos.
Durante el reinado de Isabel II, el ministro de Hacienda, Pascual Madoz, impulsó, en 1855, la desamortización de los bienes del Estado, la Iglesia, las órdenes religiosas, y los ayuntamientos, a fin de venderlos y obtener así unos ingresos que ayudaran a mejorar la economía estatal. Esta medida supuso que Llanars perdiera los montes comunales. El hecho de no poder sacar un rendimiento de los pastos y los bosques, aspecto vital para la economía local, no entusiasmó a los llanarencs, que se resistieron a dejar unos terrenos que habían explotado durante años. Llanars, para recuperar sus montes, recurrió a un intermediario; según el acuerdo al que llegaron el Ayuntamiento, y Vicente Cánovas el 15 de enero de 1865, éste se comprometía a adquirir los campos comunales con el dinero que aportaran los llanarencs. Cánovas compró las fincas de Feitús y Espinalba en junio y septiembre de 1866. Actualmente, el Ayuntamiento de Llanars es el único propietario y gestor de sus comunales, 1.589 hectáreas de bosques y pastos que se extienden por los vecindarios de Espinalba y Feitús, lo que representa la mitad de la extensión territorial del municipio.
La población de Llanars, tal como ocurrió con buena parte de municipios catalanes, se vio afectada por las guerras carlistas del siglo XIX.
Durante la primera guerra (1833-1840), Llanars estuvo sujeta a las órdenes de las autoridades liberales establecidas en Camprodon. En la tercera contienda civil (1872-1876), los carlistas entraron en Llanars a mediados 1873. Desde entonces hasta el fin de la guerra, Llanars dependió de la comandancia militar carlista de Camprodon. Este organismo impuso obligaciones de carácter fiscal, agrícola y sanitario. Para asegurar la alimentación de los caballos, mulos o mulas empleados por los militares para desplazarse, o por las personas adscritas al servicio de bagajes, se creó en Llanars un depósito de grano y hierba; el general Francisco Savalls mandó que se termine la construcción en octubre de 1873. El transporte sanitario, realizado por medio del servicio de bagajes o de arrieros, tenía como finalidad trasladar militares heridos hasta centros sanitarios; algunos llanarencs participaron activamente en este servicio.
La entrada en el siglo XX trajo consigo la modernización de la población, con la mejora o implantación de diversos servicios: el alumbrado eléctrico llegó en 1917; la Dirección General de Correos y Telégrafos de Madrid aprobó la creación de una cartería en 1918; el cuerpo de la Guardia Civil se instaló en la población en 1925; en 1926 se construyó un nuevo cementerio en sustitución del que había junto a la iglesia parroquial, y se instauró, en 1935, el servicio de la remonta, que utilizaron los ganaderos del valle de Camprodon.
El origen de este espacio público se remonta a junio de 1923, cuando Francisco Carlos Maristany compró la finca Aulí. Maristany inició, en 1924, la construcción de su vivienda y la ordenación de parte de la finca, basándose, posiblemente, en modelos urbanísticos ingleses. El Ayuntamiento acordó, en julio de 1925, dar el nombre de Concepción Maristany, hija de Francisco, a la avenida que se había abierto a raíz de la construcción de varias casas. La muerte de Francisco C. Maristany, acaecida en abril de 1929, llevó el consistorio llanarenc a aprobar, en septiembre de 1933, el cambio de denominación del paseo; pasó a llamarse avenida de Francesc Maristany.
La zona de Maristany fue pretendida, desde 1886, por el Ayuntamiento de Camprodon, que aducía la falta de terrenos para poder crecer el municipio. Después de varios intentos, que no triunfaron, el Ministerio de la Gobernación aprobó, por decreto de 16 de junio de 1965, la agregación del paseo Maristany en Camprodon.
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