VOLOS

Volos es una de las ciudades portuarias más antiguas de Grecia. En la actualidad es la capital de la provincia de Magnesia, en la que se encuentra el monte Pelión, el mítico país de los centauros, según nos cuenta la mitología.


Volos únicamente aportará al viaje el ser la puerta a los montes y playas de Pelion. Por lo que puede ser interesante si nuestra llegada a Pelion se produce tarde. Entonces, quizás sea conveniente pernoctar allí, antes de adentrarnos en Pelion y de esa forma hacerlo con tranquilidad y disfrutando del paisaje a la mañana siguiente. También para nuestros viajes es importante tener en cuenta que tiene un importante puerto que cubre las rutas a las islas Espóradas (Skiathos, Skopelos, Alonissos).
La conexión ferroviaria histórica entre Volos - Milies Pelión es la famosa ruta del 'moutzouris'. La línea fue inaugurada en 1903. Fue un proyecto innovador para su época, ya que vincula el centro industrial de Volos con la zona fértil del oeste Pelión, un lugar que produce una gran cantidad de productos agrícolas, como el petróleo. Este tren fue uno de los temas favoritos de Giorgio de Chirico pinturas 's, mientras que los puentes a lo largo de la línea son una atracción especial.

Hoy el ferrocarril Pelión está viviendo una segunda época dorada. Fue reinaugurado en 1996 y ahora es simplemente una atracción turística, ya que ya no es una necesidad para el transporte de mercancías. La ruta comienza desde Lechonia, sube a través de impresionantes paisajes y pueblos tradicionales, como Ano Gatzea, Agia Triada, Agios Athanasios Pinakaton, Argyreika, y termina después de 25 kilómetros excepcionales en Milies. Unas horas más tarde, durante el cual el visitante puede disfrutar de un paseo por el pueblo y sus alrededores, el tren vuelve a Lechonia.
En el verano, se puede esperar cómodamente a nadar en algunas de las más bellas playas que he visto, la mayoría de los cuales han sido premiados con una Bandera Azul. Para una experiencia auténtica isla, tomar un día de viaje a Skiathos, Skopelos, o Alonnisos.
Para los que llegamos en crucero, Volos es el punto de partida para realizar la visita a uno de los lugares más emblemáticos y únicos de Grecia, Meteora, y sus impresionantes montañas coronadas por los típicos monasterios ortodoxos.
METEORA
Meteora a unas dos horas del puerto de Volos, es uno de los lugares más especiales del mundo. Para muchos, razón más que suficiente para visitar Grecia. Es un panorama único en la llanura de Tesalia.

Meteora significa "rocas en el aire", una expresión que define perfectamente lo que encontraremos allí.
Si hay algo que puede sorprender más que las propias formaciones naturales son los monasterios que coronan algunos de los peñascos. La estructura morfológica y tal vez su cercanía al cielo, hizo que muchos monjes consideraran este lugar ideal para la meditación. Actualmente quedan en pie 13 de los 24 monasterios originales, 6 de los cuales se pueden visitar.

Aunque estos cenobios justifican por sí solos la visita, las más de ochocientas rocas gigantes generan un paisaje único, distinto a cualquier otro que hayáis visitado.
Hay una leyenda para explicar el origen de estas rocas, pues se dice que vinieron del cielo a la tierra para que los ascetas de la zona tuvieran un lugar en el que retirarse y dedicarse a la vida contemplativa. Sin embargo, hay una explicación geológica mucho más plausible e igual de interesante, es un conjunto de peñascos de piedra arenisca formados bajo el mar hace 30 millones de años. Estas fascinantes formaciones esculpidas a lo largo de la historia quedaron al descubierto al bajar el nivel del mar. El caso es que desde el siglo XI vivieron en esta zona ermitaños, que se refugiaban en las cuevas para pensar y orar. Fue en el siglo XIV cuando se fundaron los famosos Monasterios de Meteora. En la actualidad solo se conservan trece, pero son suficientemente importantes como para haber sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La construcción de los monasterios aún es una incógnita, aunque se barajan diversas teorías, una de las más populares cree que pudieran subir utilizando cometas. Hasta la construcción de los caminos y carreteras, la única forma de ascender a los monasterios era mediante telesillas y cuerdas con poleas. 
Un apunte práctico. Los seis monasterios que se pueden visitar tienen un sistema de apertura rotatorio, por lo que siempre encontramos uno o dos cerrados y el resto abiertos (normalmente de 9:00 a 14:00 en invierno y algo más en verano). Se pueden ver todos en una mañana larga, pues hay una carretera que los comunica y que va pasando por todos ellos. En todos hay que pagar entrada. Las mujeres no les está permitido el acceso con pantalones, deben llevar una falda hasta los tobillos. Que nadie se preocupe que a la entrada de cada monasterio veréis faldas para poneros.
Monasterio de San Nicolás de Anapausas 
Ubicado en una roca de 85 metros de altura. No es el más llamativo, pero aun así impresiona muchísimo. Fue fundado en el siglo XV, en un momento en el que ya existían varios monasterios en la zona. Quizá por eso no había mucho terreno donde elegir y les tocó levantar el edificio en una roca de dimensiones bastante reducidas.

El acceso a San Nicolás es sumamente representativo, pues en todos los monasterios hay que pegarse una buena caminata y subir muchos peldaños. Avisados quedan aquellos a los que no les gusta andar.

Aunque los Monasterios de Meteora tienen las estancias propias de este tipo de conjuntos (iglesia, claustro, refectorio…), no esperéis una distribución convencional. Todos están construidos sobre una roca, por lo que no cuentan con demasiado terreno. ¿Consecuencia? Pues a través del Monasterio de San Nicolás se puede comprobar como se las ingenian, distribuyendo en varias plantas los distintos espacios. Así, en esta primera parada el patio (suponemos que sustituyendo al claustro) lo encontramos en la parte superior. Caminando por él se puede llegar al campanario.
Iglesia (Katholikon en griego). Su impresionante decoración fue elaborada en el siglo XVI por Teófanes de Creta, un reconocidísimo pintor de iconos y murales. El artista, que tuvo como alumno a El Greco, fue el encargado de ornamentar monasterios por toda Grecia. Algunos de los cuales (como este caso) se conservan in situ, pero otros están repartidos por museos de todo el mundo, en el Museo del Hermitage hay un par de murales atribuidos a Teófanes de Creta.

Por cuestiones de tiempo, espacio y fortaleza física, los grupos organizados no van a todos los monasterios: simplemente se limitan a parar en su base y dar cuatro explicaciones sobre ellos. Normalmente se saltan aquellos a los que es más difícil subir, como en el caso de San Nicolás. Nuestro consejo es que disfrutéis de aquellos monasterios que podáis ver tranquilamente. Quizá los otros sean más grandes y diversos, pero no tan espirituales.
Monasterio de la Transfiguración o Gran Meteoro
Es el más grande y el que más turistas recibe, por lo que conviene visitarlo a primera hora, cuanto antes.

Fue fundado en el siglo XIV por un príncipe serbio que decidió abandonar la política y dedicarse a la vida contemplativa. Contaba con muchos medios, así que creó el conjunto más grande de todo Meteora, con hasta tres iglesias dentro de sus muros. Precisamente, hablando de sus muros hay que decir que su fundador no descuidó en absoluto el aspecto defensivo.

Hay mucho que ver en el Gran Meteoro, pues aparte de las tres iglesias se visita el refectorio, las cocinas, los balcones y varios museos. Conviene prestar atención a la cartelería, o algunas cosas se quedarán en el camino.
Concretando un poco, os vamos a enseñar dos cosas que os gustaran especialmente: el antiguo taller de carpintería y el osario. La primera estancia es una especie de museo etnográfico en miniatura, en la que se exponen todo tipo de útiles: aperos agrícolas, cestería en mimbre, barriles… Por otro lado, en el osario, como su propio nombre indica, se guardan los huesos de los antiguos moradores del monasterio.

La iglesia es espectacular, y no solo por las pinturas. Si tenemos la suerte de coincidir monjes ortodoxos que estén en peregrinación y que, siguiendo con sus costumbres, se pongan a cantar y rezar. Será espectacular poder presenciar esta pequeña ceremonia improvisada desde el fondo de la nave.

La sensación que nos llevaremos de este monasterio es que, pese a ser el más grande de todos, tienen un exceso de patrimonio. Solo así se explica que hasta el último rincón del conjunto (desde el refectorio a la vieja cocina, pasando incluso por algunos patios) haya sido utilizado para montar una pequeña exposición.

Precisamente, ya que hemos citado a los patios, hay que decir que los espacios exteriores del monasterio gustan tanto o más que los interiores. Pese a que algunos tejados aún están en obras, se respira una paz absoluta: típicos lugares que te invitan a pasear, a sentarte en un banquito (hay varios) y a dejar pasar el tiempo.

Y nuevamente hay que hablar de las vistas, pues una vez más queremos recomendaros que os asoméis a todos los balcones que veíais. Meteora es un entorno espectacular, en el que con desplazarte cien metros puedes obtener una vista distinta pero igual de impresionante.
Monasterio Roussanou
Esta joya del siglo XVI se caracteriza por ser el único de Meteora en el que su comunidad religiosa está formada íntegramente por mujeres.

El acceso es espectacular, pues hay que descender a través de un bosque en miniatura hasta el punto por el que se entra al monasterio. Es un recorrido bastante exigente, por lo que no os recomendamos intentarlo si vais con personas mayores o no os gusta caminar demasiado.
Aun así, cualquier esfuerzo es poco con tal de llegar a esta joyita del siglo XVI. Es el más pequeñito de todos los monasterios, hasta el punto de que cuando se ve de cerca por primera vez te entran las dudas: ¿Es un centro religioso o un chalet con buenas vistas? La falta de espacio es algo que han solucionado tirando de imaginación y construyendo el conjunto en cuatro niveles distintos.

El hecho de que esté habitado exclusivamente por mujeres hace que sea el monasterio en el que más celosamente se guarda la intimidad y la vida contemplativa tradicional. Tanto es así que sólo te dejan visitar la iglesia, y ni siquiera está permitido hacer fotos (ya se encarga de recordarlo constantemente una monja con cara de pocos amigos).

Por suerte, las no-amables monjas no tienen inconveniente en facilitar el acceso a uno de los balcones superiores, desde donde se obtiene una panorámica espectacular de Meteora.

Una vez visitamos el monasterio. Justo al lado del aparcamiento hay un camino que lleva directamente a los riscos, donde no sólo pudimos sentiros como cabras montesas, sino que además encontramos un lugar excelente para hacer fotos.
Monasterio de Varlaam  o de Todos los Santos
Se puede entrar al mismo a través de un puente que une las dos rocas y en su interior cuenta con una curiosidad, se encuentra un antiguo barril -suponemos que contenía vino- con una capacidad de 12.000 litros. Es el segundo más grande de los seis que se visitan. Fue construido en 1541 y está consagrado a Todos los Santos. Su aspecto impone bastante, ya que es quizá el que más ha llevado al límite eso de “aprovechar el terreno”: está literalmente en el borde de la roca. Otra fortaleza inexpugnable.

Es el menos valorado de todo el conjunto, aunque hay que reconocer que tiene una competencia bastante complicada. Quizás si el monasterio estuviese en medio de la nada, nos parecería una joya, pero desde luego es el más flojito.
Monasterio de San Esteban
A diferencia del resto, éste no está sobre una roca, sino directamente en la llanura (pese al puente que le da acceso). Su historia es especialmente dramática: en la II Guerra Mundial fue destruido en su totalidad, pues las tropas nazis pensaban que estaba siendo refugio de la insurgencia griega.
Monasterio de la Santísima Trinidad o Agía Triada
Antiguamente se subía a éste por unos cestos (o redes) e incluso fueron tallados en la propia roca unos 140 escalones. Durante la II Guerra Mundial fue pasto del expolio de los nazis y parte de su patrimonio rescatado (p.e íconos, manuscritos, etc.) se encuentra en la actualidad en el Monasterio de San Esteban.

Aunque data de finales del siglo XV, al menos hay constancia de ambiciosas reformas en 1684, 1689, 1692 y 1741.

La subida también es bastante larga, unos diez o quince minutos. Según se va a haciendo el camino, da la sensación de estar cada vez más lejos (ya que se aparca en el mismo nivel y luego se hace un descenso pronunciado). Y eso es solo el principio.
Aunque el conjunto de Meteora tiene un airecillo, sin duda Agia Triada es el lugar de toda la zona que más recuerda a los monasterios de Voronet (en el norte de Rumanía): los elementos ortodoxos, la sensación de fortaleza, los frescos… También podríamos establecer ciertas similitudes con lo que podemos ver en algunos templos de Estambul (especialmente en la Iglesia de San Salvador en Chora). Y es que al final no hay tantas diferencias, pues pensándolo bien son sitios que están relativamente cerca unos de otros.

Durante siglos, se subía a los monasterios con un improvisado ascensor: un gancho, una red en la que se metía al monje y fuerza para subirle a pulso. Hoy, ni por todo el oro del mundo subiríamos utilizando ese mecanismo, para qué vamos a engañarnos.

La superficie de este monasterio es bastante grande (sobretodo en comparación con los dos anteriores), así que pueden permitirse lujos como una pequeña caseta exterior (que seguramente sea una especie de ermita) o un gran patio, haciendo las veces de claustro al aire libre.

En cuanto a las vistas, desde el Monasterio de Agia Triada está la mejor panorámica de los pueblos de alrededor (Kastraki y Kalambaka). Dos localidades que viven por y para el turismo. Difícilmente veréis un pueblo con semejante cantidad de bares y hoteles por metro cuadrado. Aun así, como todos están en casas bajas tradicionales, es una imagen muy bonita.

Desde lo alto de Agia Triada hay excelentes vistas del resto de Meteora.

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