Venecia tiene un nuevo jardín. No es que hayan derribado un edificio para plantar árboles y arbustos, sino que se trata de un espacio verde que abre al público por primera vez, y paradójicamente, fue gracias a la destrucción que dejó la inundación que castigó a la ciudad de los canales en noviembre de 2019.
El acqua granda de ese año, que alcanzó los 187 centímetros, derribó los muros, anegó los senderos y ahogó al hermoso patrimonio verde que tenía el Jardín del Redentor, formado por las huertas de la iglesia homónima, ubicada en la isla de la Giudecca. Pero tras la destrucción llegó la esperanza, cuando la Venice Gardens Foundation lanzó el proyecto In Venetia Hortus Redemptoris, para reconstruir el pulmón verde y, de paso, que sea accesible a toda la sociedad.
LA CAMPAÑA POR LA RECUPERACIÓN
La orden de los Capuchinos, propietaria de la iglesia diseñada por Andrea Palladio en 1577, aceptó la propuesta y así se inició la campaña que permitió recaudar 5,8 millones de euros, que financió las obras que se iniciaron en febrero de 2023.
Durante dos años, el arquitecto y paisajista Paolo Pejrone dirigió los trabajos en los jardines, mientras que la arquitecta Alessandra Raso se encargó de la restauración patrimonial.
Finalmente, el renacido Orto Giardino del Redentore se presentó en sociedad el pasado 26 de octubre. El espacio, de una hectárea, está rodeado por la iglesia del Santísimo Redentor, el invernadero, los talleres y la laguna de Venecia. Los senderos más importantes tienen una distribución que imita la forma de la cruz, con otros más pequeños que permiten explorar de cerca la interesante biodiversidad de los canteros y parterres.
UN LUGAR PARA DESCONECTAR
El jardín presenta una estética que invita a la meditación y la contemplación, como suele suceder con los huertos de las órdenes religiosas y los claustros de los conventos. Cuando se ingresa al primer patio se siente un agradable aroma gracias a la presencia de especies como lavanda, salvia, lirio y nepetas en los senderos de acceso, que también aportan unas notas verdes que dialogan con los olivares y alcachofas, así como los tonos más oscuros de los cipreses. La solemnidad rectilínea de estos árboles contrasta con el relativo caos de las calabazas que crecen en uno de los sectores, cerca de las fresas y violetas.
En otro sector del jardín, el llamado Hortus simplicium, vuelven a crecer plantas medicinales y aromáticas como las malvas, los linos, las manzanillas, las artemisas, las valerianas y las verbenas. Al sur, junto a la pared del convento capuchino, se ven rosas, lirios, dalias, ásteres y zinnias; que continúan con la tradición monacal de plantar flores para usarlas como decoración en los espacios religiosos.
Paralelos a la laguna están los edificios de las Antiguas Oficinas, donde a sus lados crecen eléboros, hortensias, gardenias y helechos.
ÁRBOLES DE SOMBRA Y FRUTALES
También se han plantado otras especies que crean una agradecida sombra para el verano, además de dar cerezas negras, caquis, higos, membrillos, azufaifas, almendros, granados, nísperos y ciruelas Regina Claudia, entre otras.
A lo largo de los caminos principales se han instalado pérgolas recubiertas por vides y rosas trepadoras, así como glicinas y bignonias. En el centro del espacio verde hay un depósito de agua, donde flotan flores de loto y nenúfares, a tono con la fascinación que Venecia siempre tuvo por Oriente.
ESPACIOS PARA EL ARTE
Además de la renovación paisajística, los trabajos permitieron renovar las Antiguas Oficinas, que se han reconvertido en espacio para exposiciones. Para acompañar la inauguración, estas semanas se pueden ver las obras de Remo Salvadori (quién también decoró la cubierta de dos colmenas), así como los videos de Lucia Veronesi que describen los trabajos de restauración, junto con las fotografías de Guido Guido y Francesco Neri.
Los laboratorios han vuelto a su actividad, donde se elabora el aceite de oliva y se procesa la miel que se extrae de las colmenas. Al este del conjunto, la capillade meditación recupera su función religiosa, y a pocos pasos, se encuentra una cafetería para poder contemplar el renovado jardín con un espresso o un cappucino en la mano.
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