CATÁNIA - Taormina

Catania es la segunda ciudad de Sicilia por detrás de Palermo, cuenta con alrededor de 400.000 habitantes, si bien junto a su exagerado entorno periférico, la cifra puede alcanzar los 800.000 h.
En el año 2002, la Unesco declaró a Catania como patrimonio histórico de la humanidad y actualmente muchos de sus monumentos están siendo restaurados para llevarlos a su antiguo esplendor. Su origen se remonta al 730 a.C. cuando llegaron los griegos por primera vez y fueron ellos quienes que marcaron el inicio de una larga cadena de invasiones y conquistas.
Que ver en Catania
Son visitas inexcusables la Plaza de la Catedral donde se ubica el Comune y La catedral de Catania, el Duomo, en torno a la Fuente del Elefante de Vacarini; el mercado de la Pescheria, y el mercado de la Fiera, el teatro y el anfiteatro romano, el odeón, Vía Crociferi con su hilera eterna de iglesias, los Jardines Bellini, el Teatro Massimo Vincenzo Bellini que debe su nombre al ilustre compositor local, Vía Etnea con sus comercios y heladerías, San Nicolo y el convento de de los Benedictinos (sede de la Universidad di Lettere de Catania), sin olvidar el castillo Ursino y la multitud de palacios barrocos que proliferan en Catania.
Conviene aprovechar la estancia en Catania para deleitarse de la típica pasta alla norma con berenjena y ricotta, y que debe su nombre al hijo predilecto de la ciudad, el compositor Vincenzo Bellini, autor de la ópera Norma.
La Catedral de Catania está ubicada en el centro de la ciudad, en la Piazza del Duomo. Destaca como una auténtica joya del barroco italiano, rica de ornamentos y ritmo estético. Está consagrada a la veneración de Santa Ágata, la joven virgen que según la tradición cristiana que fue sometida a grandes martirios por el cónsul romano, y sacrificó su vida antes de renunciar a su fe.
Dominando la isla de Sicilia, en el Sur de Italia, el Etna es, con sus 3342 metros, el volcán activo más grande de Europa. Morfológicamente el Etna es una gigantesca mole que ocupa una gran extensión de la parte Este de la isla de Sicilia. Las laderas propiamente dichas empiezan a alturas variables entorno a los 1000 metros reconociendo una típica forma de cono truncado con pendiente moderada. A 2500 metros de altitud, donde la pendiente se suaviza, aparecen numerosos conos modernos, después, entre los 2900 y hasta los 3250 la pendiente se hace más abrupta, se trata del edificio comital, un enorme cono y varios cráteres con permanentes humaredas.
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TAORMINA
Taormina es sin lugar a dudas una de las joyas sicilianas. Bien es cierto que la sobreexplotación turística ha derivado en una aglomeración de curiosos extranjeros que agitan la vida de los 10.000 habitantes de la ciudad.
Emplazada a doscientos metros de altura, sobre el Monte Tauros, una expléndida terraza natural, Taormina, la antigua colonia Tauromerion, fundada por colonos huidos de la saqueda Naxos en el 403 a. C, fue, arrasada por Siracusa, enaltecida por los romanos, y capital de la isla por un periodo breve de la Sicilia bizantina. Desde su toma por los normandos en 1078 hasta el siglo XVIII, no pasó de ser un apacible pueblo de costa. A partir del 1700, escritores alemanes e ingleses como Bartlett y Goethe que empredían circuitos de inspiración por Europa, pararon por Taormina. Aún así, no sería hasta 1866 cuando el ferrocarril una la ciudad con Mesina, facilitando el acceso de turistas del Norte de Europa, algunos tan ilustres como el emperador ale mán Guillermo II.

Cuna de los descansos de algunos de los escritores más importantes del siglo XX como Truman Capote, Tenessee Williams, Thomas Mann o Cocteau entre otros, y de artistas como Greta Garbo, Cary Grant, Dalí, Orson Welles o rita Hayworth, Taormina ha dejado de ser un lugar de reflexión para formar parte de uno de los ejes de exaltación turística de Sicilia.

Sin embargo, tales son los placeres visuales que nos puede ofrecer la ciudad que es imprescindible visitarla. Cabe destacar sobre manera el Teatro griego cuya importancia se evidencia en el posterior uso que continuaron los romanos. Pero no es la única joya, Taormina no sería nada sin los adornos naturales que engrandecen el teatro; la panorámica de la bahía de Naxos y el Etna al fondo hacen del Teatro de Taormina una de las postales más recurrentes de nuestra visita a Sicilia.
Paseando por las calles de Taormina, repletas de recuerdos típicos sicilianos, encontraremos reminiscencias de la ocupación de la corona de Aragón, como los detalles del palacio Corvaja o el Ciampoli de estilo gótico catalán, o calles floridas de corte medieval, sin obviar la catedral de Taormina, Il Duomo de San Nicolo, la villa comunale con sus jardines, o el palacio de los Duques de San Stefano, uno de los mejores ejemplos de arquitectura normanda de la isla.
Es recomendable acudir en transportes públicos, ya que el centro de Taormina es peatonal y aparcar el coche es hartamente complicado. Aún así, para los valientes, la zona de Mazzaro, la playa a los pies de la ciudad, es el lugar idoneo para dejar el coche. Desde aqui bien el autobús o el funicular nos llevarán al final de Via Luigi Pirandello, la carretera que sube del mar al centro de Taormina. Allí, la porta Messina, marca la entrada a la calle principal, el Corso Umberto I, repleto de tiendas de ropa y de recuerdos, tiendas de antiguedades, y balcones vestidos de flores.
Siguiendo Umberto I llegamos a la Plaza Vittorio Emanuelle II, construida sobre el antiguo foro romano, y que ahora alberga el palacio Corvaja o Corvaia (s. XIV), sede del primer parlamento de Sicilia (1410), y que combina una torre árabe del siglo X, decorada con piedra lávica y piedra pomez blanca, además de toques de gótico catalán. Actualmente es la sede de la Oficina de Turismo de Taormina y del Museo Siciliano d’Arte e Tradizioni Popolari, con pupis, marionetas sicilianas, vestidos típicos, carrettos y gran variedad de piezas, entre ellas los ex-voti, ofrendas rústicas de pinturas vóticas en agradecimiento a la intervención divina en salvaciones “milagrosas” en multitud de variopintos sucesos accidentados. A la izquierda del palacio está la Iglesia de Santa Caterina, construida en el siglo XVII sobre restos aún visibles desde dentro del odeón romano, un mini-teatro que albergaba 200 plazas.En el otro extremo de la plaza, el desvió de la Via Teatro Greco nos lleva hasta el expléndido Teatro, que es el monumento más solicitado de Taormina.
Cerca están las ruinas de las Naumachie, titánica obra de una pared sostenida con contrafuertes, que permitía almacenar en una cisterna, las aguas provenientes de la montaña, para abastecer la ciudad e irrigar campos.
De vuelta al corso alcanzamos la Piazza 9 Aprile, un mirador sobre el mar y el Etna. En ella la ex-Iglesia de San Agostino de 1486 hace las veces de Biblioteca, y sobre una escalinata, la barroca Iglesia de San Giussepe. Sobre la porta di Mezzo la torre dell’Orlogio despide la agitada plaza llena de turistas degustando los cafes más caros de Sicilia.
De esta manera nos adentramos en el barrio más antiguo de Taormina, y en el que las influencias árabes se hacen más patentes, con callejuelas que desembocan primero en la Iglesia de San Giovanni de Malta de 1533, en el Palacio Ciampoli, un edificio gótico-catalán de 1412, con ventanas geminadas que hace de Hotel; y más adelante en la Plaza del Duomo, con el Comune (ayuntamiento), y la Catedral di San Nicolo, tan sobria como prescindible.
Via Umbero acaba en Porta catania, donde un escudo aragones (1440) nos hace pensar que podriamos estar en cualquier zona del Levante Español. Antes de llegar, subiendo una serie de cuestas empinadas, arribaremos a la Badia Vecchia, (Aqui está el Museo Arqueológico) una torre normanda con almenas que se reformó en el siglo XIV. Otro ejemplo de arquitectura normanda es el palazzo dei duchi di San Stefano, en la Piazza San Antonio
Para descansar del ajetreo, la Villa Comunale, debajo del Teatro, jardines repletos de vegetación diversa, que a finales del XIX pertenecieron a la aristócrata escocesa Miss Florence Trevelyan (al parecer amante del futuro rey Eduardo VII), quién ideo unos edificios de ladrillo al estilo “lego”.
Debajo de Taormina se halla la isola bella, un islote que en bajamar abre un camino de arena con la playa, y en los alrededores podremos visitar las Gargantas de Alcántara, inaudita formación basáltica en forma de desfiladero.



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