A media hora de viaje desde Giza, y bordeando tierras de cultivo, se llega a Memfis, la antigua capital del Imperio Antiguo hace 5.000 años. En el centro de la zona arqueológica se encuentra la Esfinge de Alabastro, y la colosal estatua tumbada de Ramsés II.
Fundada alrededor del 3050 a. C. por el primer faraón de Egipto, Menes, las ruinas de la ciudad se encuentran, en la ribera occidental del Nilo.
Durante gran parte de la historia egipcia, Menfis fue la ciudad más importante del país y el centro económico del reino, capital indiscutible desde la dinastía I a la VIII, resurgiendo durante el reinado de Ramsés II y Merenptah. Cuando otras ciudades como Tebas, Pi-Ramsés, Tanis o Sais ostentaban la capitalidad, seguía siendo denominada Balanza de las Dos Tierras, el más importante centro del país.
Se estima que Menfis fue la ciudad más poblada del mundo hasta el año 2250 a. C., en el momento de mayor auge pudo tener más de quinientos mil habitantes.
Tebas sucedió a Menfis, c. de 2040 a. C., como capital durante la undécima dinastía egipcia, siendo durante unos mil quinientos años la capital del Antiguo Egipto, salvo cortos periodos. Asarhaddón de Asiria, en 661 a. C., y Asurbanipal, saquean la ciudad originando su declive.
La fundación de Alejandría, en 331 a. C., supuso el fin de la hegemonía menfita. Los ptolomeos y después los emperadores romanos consideraban Alejandría como la gran capital de Egipto, y el resto del país, con la tres veces milenaria Menfis incluida, cayó en el olvido y la pobreza. Fue definitivamente abandonada en 641, y sus ruinas se convirtieron en cantera de materiales para los asentamientos cercanos. Gran parte de sus restos fueron utilizados para edificar la nueva capital egipcia, El Cairo.
Las ruinas del templo de Ptah han sido excavadas, desenterrándose muchas estatuas, como las de Ramsés II, expuestas en varios museos.
La cercana Sakkara es una inmensa necrópolis. Esta área contiene una gran cantidad de tumbas (mastabas) con relieves murales increíblemente bellos que datan de principio de los tiempos, y tan frescos hoy como cuando fueron realizados. Actualmente continúan las excavaciones, que sacan constantemente a la luz del día tesoros de más de 5.000 años.
La importancia de la necrópolis se debe a los restos de complejos funerarios, erigidos por los faraones del Imperio Antiguo y la gran cantidad de tumbas de nobles, pues el lugar, consagrado al dios Sokar, fue elegido por los faraones del Imperio Antiguo para establecer su necrópolis; ésta fue saqueada desde tiempos antiguos.
La tumba del monarca más antiguo posiblemente enterrado en esta necrópolis pudo ser la de Narmer, aunque tiene una tumba, o cenotafio, la B17 en la necrópolis de Umm el Qaab, en Abidos, lejos de Saqqara, en el Alto Egipto, y otra en la necrópolis de Tarjan.
En Saqqara Imhotep (el primer arquitecto conocido del mundo) diseñó para su faraón Zoser (Dyeser), de la dinastía III, una tumba con un diseño revolucionario, la pirámide escalonada, la primera de grandes dimensiones erigida en Egipto. También se encuentran muchas mastabas de miembros de la élite del Imperio Antiguo, que solían disponerse próximas a las pirámides de sus soberanos, desde Zoser (Dyeser) hasta Pepi II.
Durante el Imperio Antiguo, Saqqara fue abandonada cómo lugar real de enterramiento, eligiéndose Guiza como nueva necrópolis real, durante la dinastía IV. Shepseskaf volvió a utilizarla, así como los faraones siguientes de la dinastías V y VI.
A partir del periodo tardío se enterraron en el norte de la necrópolis, posiblemente por la relación que tiene la zona con Imhotep, gran número de animales sagrados, sobre todo bueyes sagrados (encarnación de Apis) así cómo babuinos, halcones e ibis. Un poco más hacia el este hay sepulcros de perros, chacales y gatos, llegando hasta época grecorromana.
Con posterioridad, ya en época copta, se estableció el monasterio copto de Apa Jeremias, un pequeño asentamento, al sur de la calzada procesional de Unis, utilizando materiales de antiguas construcciones.
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