La importancia de esta área arqueológica, situada a 75 kilómetros al norte de Luxor, se debe al conjunto de templos que fueron edificados por los últimos Tolomeos en la época romana para glorificar a Hator –diosa del amor y de la alegría-. La fachada con seis columnas rematadas con capiteles dan entrada a una sala hipóstila, la única de su género recubierta con su techo original.
A través de dos salas con varias cámaras se llega al santuario con bellos motivos astronómicos.
El mammisi (templo de nacimiento) de Nactabeno es único en su género por su exterior ricamente adornado.
En sus paredes hay imágenes que nos recuerdan a una bombilla incandescente, el Blog Expediente Oculto lo describe así.
Las bombillas de Dendera
En uno de los tantos jeroglíficos hallados en ese complejo funerario se muestra claramente lo que muchos, tratando de explicar acaso lo inexplicable, han llamado como la Bombilla de Dendera, puesto que muestran claramente cómo dos egipcios sostienen cada uno una especie de cristal de forma alargada y curva en cuyo interior se despliega una serpiente que sobresale de una flor de loto, que recuerdan a los bombillos o focos eléctricos de la actualidad. Así mismo, el tallo de esta flor parece estar “conectada” a una caja misteriosa que soporta el peso de un extraño personaje que sostiene un par de afilados cuchillos.
Muchos aseguran, que la presencia de aquel ser con los dos cuchillos sostenidos en las manos no sería más que una especie de símbolo antiguo de la actual calavera con dos huesos en forma de cruz, que buscaba advertir que aquel objeto que se hallaba sobre sus pies, era peligroso.
Esta explícita imagen, que a diferencia de otros jeroglíficos resulta ser precisa, así como la falta de una explicación formal por parte de los egiptólogos para descifrar su verdadero significado, han generado la especulación que la imagen no es otra cosa que el detalle histórico, acaso arqueológico, que los egipcios sabían mucho más de lo que nosotros a duras penas, hemos sospechado.
Y es que esta especulación se sostiene principalmente en una pregunta que a pesar de años de investigación arqueológica y científica no ha podido ser respondida. La pregunta en mención es la siguiente: ¿Cómo es posible, que los egipcios, pudieran trabajar a luz de vela en profundidades rocosas tan extremas como lo son el interior de pirámides o templos? ¿Cómo es posible que pudieran tallar, dibujar, pintar, esculpir, el interior de una tumba egipcia sin una fuente de energía tan potente que pudiera alumbrarlos adecuadamente en el trabajo?
Lamentablemente, los egiptólogos no han podido aún responder esta incógnita de manera certera y las explicaciones que tenemos a la fecha, resultan ser acaso tan imposibles como la propia idea de que los egipcios inventaran la bombilla eléctrica. Sus explicaciones van desde la utilización de gigantes espejos que podían reflejar la luz del sol al interior de las cuevas hasta en la utilización de candiles y antorchas de manera industrial que podrían iluminar todo el interior de los estrechos pasadizos de las pirámides. En cuanto al primer punto parece imposible creer que los egipcios para construir esas grandes pirámides y su magnífico interior, sólo trabajaban durante el día, es decir, menos de ocho horas diarias, cuando se sabe, que lo que sucedía era todo lo contrario, es decir, que sus horarios de trabajo eran realmente extremos e inhumanos realizables sólo por la gran cantidad de esclavos que tenía el imperio. Sobre el segundo punto, se puede indicar que es previsible que las grandes cantidades ya sea de candiles o antorchas de madera, debieron no sólo intoxicar por el humo que desprenden a los trabajadores, sino, y principalmente por cuestiones históricas, hubieran dejado una huella imperecedera en las paredes en las zonas de trabajo, y hasta el momento, no se han hallado rastro alguno, partícula alguna de ceniza o humo dentro de los palacios o tumbas faraónicas del antiguo Egipto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario