SANTANDER 2018

Santander, capital de la comunidad autónoma de Cantabria, es una acogedora y tranquila ciudad costera, con una amplia bahía orientada al sur cuya belleza ha hecho que este considera entre las bahías más bellas del mundo.
Principal puerto de las exportaciones castellanas durante los siglos XVIII y XIX, conserva calles señoriales, testigos del esplendor de la época.
Una ciudad moderna debido en gran parte al incendio que tuvo lugar en 1941 y que destruyó su casco antiguo que tuvo que ser reconstruido en casi su totalidad la ciudad se caracteriza por estar urbanizada sobre distintas lomas y vaguadas, lo que le hace tener calles empinadas, cuestas y bajadas pronunciadas, amplias alamedas, paseos costeros y por haber ganado terreno al mar en una amplia zona del centro.
Con trece playas en su entorno y numerosos parques, tiene en El Sardinero una espléndida zona residencial con extraordinarias mansiones, entre las que destaca el Palacio de la Magdalena, antigua sede veraniega de los Reyes de España y hoy Universidad Internacional.
Hoy en día Santander es una ciudad dinámica, con intenso movimiento comercial y de servicios, y durante todo el año disfruta de mucha actividad cultural. El Palacio de Festivales cuenta con un programa anual de gran categoría (ciclos de teatro, danza, ópera, música…) que culmina en verano con el Festival Internacional de Santander.
Destaca también la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, pionera entre los campus de verano de España y el renovado y ampliado Museo Marítimo del Cantábrico, además del espectacular Campo de Golf Mataleñas.
La ciudad ofrece espléndidas condiciones para el paseo, sea por la orilla del mar- de Cabo Mayor a El Sardinero, de allí a La Magdalena, y de ésta hacia el centro por la Avenida de Reina Victoria- contemplando sus bellas playas de fina arena; sea en el centro histórico, de Puerto chico hasta más allá de la Calle Burgos, alternando la contemplación de nobles edificios con los escaparates del mejor comercio.
Santander es rico en zonas verdes- parques de La Marga y Morales, los jardines de Pereda, La Magdalena o Mataleñas- Cabo Mayor. La ciudad ha sabido desarrollarse respetando su privilegiado entorno natural, que es también espacio de recreo y deporte: la vela, el remo, el surfing y el submarinismo; el golf, el senderismo, la bicicleta de montaña o incluso la escalada, son deportes que se practican asiduamente sin salir de la ciudad.
La ciudad engloba una serie de visitas obligadas como son La Catedral, El Palacio de la Magdalena, La Plaza Porticada, El Banco de Santander, el Gran Casino del Sardinero, o lo ya más modernos Palacio de Festivales, de Exposiciones o Deportes. Sin olvidar diversos museos como son el Museo de Bellas Artes, el Museo Marítimo del Cantábrico, y el Museo de Prehistoria, entre otros.

Moderna y cosmopolita es, capital de Cantabria, con 180.000 habitantes, se perfila como una ciudad tranquila, en el que las once playas urbanas y la naturaleza que la envuelven, la convierten en un lugar perfecto para disfrutar y relajarse.

La ciudad ofrece alternativas para todos los gustos, activa y apacible al mismo tiempo, reúne todos los condicionantes para gozar la estancia.

En los meses de julio y agosto podremos disfrutar de la posibilidad de tomar el Bus Turístico, que opera cada 35 minutos, desde el que podremos realizar las rutas que la propia ciudad nos sugiere Iniciando desde la Plaza del Ayuntamiento el itinerario en el que saborearemos la actividad más comercial y social de la ciudad. Encontramos en nuestro camino el ya mencionado ambiente bullicioso del Mercado de la Esperanza y el más artístico en el Museo de Bellas Artes, la Biblioteca Menéndez Pelayo y la Casa Museo Menéndez Pelayo, tras lo cual iniciamos, en la alameda Jesús de Monasterio, un clásico y tranquilo paseo, casi totalmente peatonal.

La calle Burgos desemboca en la Plaza de Juan Carlos I y a continuación nos encontramos la Plaza de Numancia en la que se ha de destacar sus farolas decimonónicas con la dedicatoria del pueblo de Santander a sus personajes ilustres. Desde esta Plaza arranca la Alameda de Oviedo o Alameda Segunda, amplio paseo enmarcado por enormes plataneros que en verano refrescan el ambiente. A lo largo de todo el recorrido innumerables terrazas invitan a un amable refrigerio haciendo más apetecible la subida hacia la ronda de Cuatro Caminos. Luego descendemos un poco para adentrarnos en el Mercado de México, hoy en día parque empresarial y un poco más abajo La Plaza de Toros donde, además de la Feria de Santiago, se celebran numerosos conciertos de música en verano, y en la que todo el año podemos visitar El Museo Taurino. Cabe destacar en este recorrido la posibilidad de integrarse en el reconocido aperitivo santanderino, degustando las afamadas Rabas, los Caracolillos o Mejillones que se sirven en numerosos bares de la Calle Vargas
Tras la inmersión en el Palacio de la Magdalena recuperamos el leve tránsito por Reina Victoria, pero a esta altura de la avenida ya no miramos hacia la Bahía sino a la ensenada del Sardinero, de espaldas al monumento que rinde homenaje al pintor José del Río Sainz

La Playa del Camello, cuya peña en forma de joroba abre paso a una ensenada en la que el mar y playas son protagonistas de un paisaje elocuente de una historia que huele a casetas de baño, balnearios y glamour. No en vano el Sardinero se constituyó en núcleo de atracción de emergente turismo a mediados del S. XIX buscaba en Santander salud y diversión con aquellos milagrosos "Baños de ola". La fina arena de la Playa de la Concha. La Primera y La Segunda permanecen impregnadas por un halo de este pasado evocador y junto a los modernos bañadores o las tablas de surf, aun podemos visualizar aquel pasado en bellos rincones y edificios que atesoran la historia del Sardinero. Ejemplo de ello es el Gran Casino construido en 1916 que preside la Plaza de Italia, zona de máxima concurrencia con las clásicas terrazas de verano. Mirando al mar nos encontramos la explanada del antiguo balneario de la Primera, donde podemos contemplar a los bañistas, jugadores de palas y en invierno a los surferos.

Desde aquí subimos hacia los románticos Jardines de Piquio, donde contemplar bellos atardeceres. A continuación la Playa de la Segunda una bella lámina de arena bordeada por un bonito paseo y escoltada por los abundantes álamos y tamarindos que pueblan el parque Dr. Mesones. Este se extendió en los últimos años sobre el solar de los antiguos campos de Sport del Sardinero, sustituido por el nuevo Campo de Fútbol, que junto con el Palacio de Deportes, Palacio de Congresos y Exposiciones constituyen una importante área de servicios de vanguardia.

Si algún espacio nos muestra, sin lugar a dudas, la identidad marítima de la ciudad, el sitio donde su historia se ha fundido durante años con el mar, ese, no es otro que la Machina, los viejos muelles de piedra ganados al mar.

Proseguimos nuestra andadura desde el Palacete del Embarcadero, sede del pequeño edificio de principios del S. XX, obra de González Riancho, con pórtico hacia el mar y torrecillas angulares, sede de numerosas exposiciones. 

A pocos metros, enclavada en el mismo muelle de Calderón se encuentra emblemática, aunque relativamente reciente, la escultura de los Raqueros realizada por José Cobo Calderón, en memoria de un grupo de niños humildes que se bañaban desnudos y recogían las monedas que los paseantes les arrojaban. Frente a estas esculturas un edificio parece emerger del mar: el Real Club Marítimo donde se puede desembarcar para acceder a la ciudad. A continuación nos topamos con Puerto chico refugio de la flota pesquera en otro tiempo y en la actualidad puerto deportivo. Al final de este recoleto puerto podemos ver el CAR de Vela. Y justo enfrente el Planetario donde pasar de un salto a contemplar la luna y las estrellas que nos muestran sus movimientos tal y como se verían desde la tierra. Tras la visita nos toparemos con El Palacio de Festivales obra del arquitecto Sainz de Oiza y escenario de los más importantes eventos culturales de la Villa. Discurre nuestro paseo por el agradable muelle de San Martín con el descubrimiento de nuevos paisajes de la Bahía, la misma que pertenece al Club de las Bahías más bonitas del mundo. A medida que nos aproximamos a la ensenada de la Magdalena. En primer plano la "Isla de los ratones" y un poco mas al fondo la Horadada. Islote del que dice la tradición se rasgó para dejar pasar las cabezas de los Santos Mártires San Emeterio y San Celedonio.

Para finalizar, antes de llegar a la Playa de los Peligros es visita obligada El Museo Marítimo del Cantábrico donde podremos conocer los misterios más enigmáticos del mundo marino.

Para los amantes de la bici el Ayuntamiento ha dispuesto un carril bici a lo largo de todo este itinerario en el que hacer deporte al tiempo que disfrutan del maravilloso paisaje marítimo.

Nos adentramos en uno de los espacios más bellos y significativos de la ciudad, que cuenta con una superficie de 25 ha. y una gran variedad de especies arbóreas. Nada más iniciar el recorrido contemplamos el antiguo Campo, un Pabellón Municipal de Muestras y un Parque Infantil, frente al que se encuentra el monumento en homenaje a Félix Rodríguez de la Fuente. Continuando el recorrido podemos ver el Paraninfo y las Caballerizas Reales, hoy transformadas en residencia para los estudiantes extranjeros de la UIMP.
En nuestro ascenso dejaremos a nuestra derecha la playa de Bikinis para encontrarnos con el Embarcadero Real y pasear a la altura del Faro de la Cerda hasta llegar a la explanada que nos conducirá al Palacio de la Magdalena. Desde la cumbre de la península podremos disfrutar de impresionantes paisajes naturales y arquitectónicos.

El Palacio Real, de influencias inglesas, fue inaugurado en 1912 y regalado por suscripción popular a los monarcas. Desde 1913 hasta 1930 constituyó la sede de verano de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia. Tras la restauración realizada hace pocos años, este singular edificio se ha convertido en la sede de los prestigiosos cursos de la Universidad Internacional Menéndez-Pelayo, convertidos hoy en día en referente cultural tanto nacional como internacional. En el descenso encontramos las tres carabelas que el marino cántabro Vital Alsar donó a Santander. A continuación encontramos un peculiar mini-zoo que alberga, en espacios naturales que reciben el agua directamente del mar, a un nutrido grupo de animales marinos.


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