Desde el promontorio azotado por el viento del monte Nebo, con vistas al Mar Muerto, el valle del río Jordán, Jericó y las colinas lejanas de Jerusalén, Moisés divisó la Tierra Prometida de Canaán, a la que nunca entraría. Murió y fue enterrado en Moab, “en el valle frente a Beth-peor”. El emplazamiento de su tumba se desconoce. Tras consultar con el oráculo, se dice que Jeremías ocultó el Arca de la alianza, la carpa y el altar de incienso en el monte Nebo.
El monte Nebo se convirtió en un lugar de peregrinación para los primeros cristianos de Jerusalén y se construyó una pequeña iglesia en el siglo IV para conmemorar la muerte de Moisés. Algunas de las piedras de esa iglesia permanecen en su ubicación original, en los muros que hay alrededor del área del ábside. La iglesia se amplió posteriormente en los siglos V y VI hasta ser la basílica actual, con su impresionante colección de mosaicos bizantinos.
La serpiente enroscada en la cruz, que se erige fuera del santuario, es el símbolo de la serpiente de bronce que llevó a Moisés por el desierto y la cruz en la que Jesús fue crucificado.
Además de Betania de Transjordania y del monte Nebo, hay otros cuatro lugares santos que fueron designados por el Vaticano como lugares de peregrinación del Jubileo 2000.
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