Sus orígenes se remontan a tiempos prehistóricos, pero no es hasta el año 955 cuando es fundado por los árabes. De su etapa musulmana, Almería conserva la impresionante fortaleza, Alcazaba; la Mezquita Mayor; aljibes árabes y murallas.
En este siglo XI, Almería fue el puerto más internacional de Al-Ándalus. El producto que más se exportaba principalmente era la seda, de excelente calidad y numerosa variedad de tejidos, que dieron fama a la ciudad con sus múltiples telares. Almería, pese a todo, no pudo hacer frente a los Almorávides, y posteriormente, el esplendor económico atrajo la atención de los reinos cristianos, quienes tras cruentas batallas con los almohades, ganaron el territorio almeriense como soberanía castellana. El 26 de diciembre de 1489 las tropas cristianas entran en la ciudad, evangelizando a los habitantes y construyendo templos de culto cristianos tan importantes como la Catedral de Almería y las iglesias y conventos que hacen de Almería un enclave destacado para la arquitectura religiosa.
En 1522 se produjo un terremoto que provocó destrozos en el barrio de la Judería, en el casco histórico, la Rambla, el puerto y los barrios de Pescadería y La Chanca. Al haber quedado destruidas sus infraestructuras marítimas, Almería quedó apartada de las rutas comerciales americanas y sufrió graves consecuencias económicas.
Tras el terremoto, la ciudad comenzó a crecer hacia levante y se comenzó la construcción de la nueva catedral en las afueras de la antigua ciudad, dando lugar al nacimiento de la Almería futura y sellando el carácter conventual de la nueva urbe cristiana. En torno al recinto amurallado se consolidó hasta llegar a lo que hoy es la Puerta de Purchena y el actual Paseo de Almería.
Iniciado el siglo XVIII, comenzaron a mejorar las condiciones socioeconómicas, renace la agricultura y se reactiva el comercio marítimo. Se perfeccionan las técnicas de pesca y surge la explotación minera que tanto esplendor le aportó durante el siglo XIX. Un periodo de esplendor en el que se crearon nuevas zonas de la ciudad como la Calle ‘Las Cruces’, que flanqueaba la actual calle Granada o ‘Las Almadrabillas’, habitado principalmente por familias de pescadores.
En el siglo XIX se rubricó la lenta recuperación iniciada los dos siglos anteriores, produciéndose a finales de la centuria una segunda edad de plata que tuvo su origen en la apertura comercial, junto al crecimiento de la minería y la agricultura que comenzó en las primeras décadas del siglo.
La ciudad se transforma con su arquitectura burguesa y pone en el mapa, el Círculo Mercantil y nuevas calles como el Paseo de Almería o la Puerta de Purchena.
La recuperación económica se consolidó gracias a la minería del hierro y la exportación de uva de mesa y cítricos. Este auge se vio reflejado en la construcción de infraestructuras como el Mercado de Abastos, la Estación de Ferrocarril, el Cable Inglés y en la reforma del puerto, cuyas obras habían comenzado en 1845.
Las primeras décadas del siglo XX, sin embargo, se caracterizaron por una profunda recesión en su economía provincial, motivada en buena parte por la crisis de los sectores citados anteriormente.
Durante la Guerra Civil, Almería sufrió varios bombardeos que llevaron al arquitecto almeriense Guillermo Langle a construir, para refugio de la población, unas galerías subterráneas.
Tras la Guerra, en la década de los 50 se puso fin al racionamiento y comenzaron a construirse nuevos edificios como la Delegación de Hacienda y el Gobierno Civil ó la antigua estación de autobuses. El conjunto de España inició un proceso de recuperación, pero Almería siguió sumida en la pobreza, lo que provocó una importante corriente migratoria hacia áreas industrializadas de España y otros países europeos. De esta época data la inauguración de aeropuerto de Almería, en 1968. La recuperación se consolidó durante la última década del franquismo. Fueron sus claves el inicio de la agricultura bajo plástico, el auge de la industria fílmica y el crecimiento del turismo.
Almería ha sabido a lo largo de su historia poner en valor sus recursos patrimoniales y naturales, siendo una de las pocas ciudades que posee 40 km de línea costera entre las que se incluyen playas vírgenes, calas y un espectacular paisaje a lo largo de todo el Parque Natural Cabo de Gata.
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