Tuve el placer de conocer esta bella localidad el año 67, y siempre recordaré con mucho cariño el extinto Hotel Bon Repos, allí me aloje en distintas ocasiones con mi esposa y disfrutamos del hotel y tanto la pequeña localidad, como sus alrededores.
Aún existen lugares idílicos donde pasar unas relajadas vacaciones.
A
la Ametlla de Mar también la llaman La Cala. Sus habitantes no son “ametllencs”
sino caleros.
La
primitiva Cala de la Ametlla y, más al nordeste, la Cala de Sant Jordi han sido
los refugios de la costa más adecuados para navegantes y pescadores y, junto
con la masada de Pons, apoyada en la montaña, y la playa de la Almadrava, al
límite norte del término municipal, han sido los pequeños núcleos habitados más
importantes antes del siglo XX.
A
Sant Jordi, sin hacer mención del mundo romano y prerromano, hay restos del
castillo del siglo XIII, sede de la Orden de San Jorge de Alfama, la única
orden estrictamente catalana de la historia, y el edificio restaurado de otro
castillo construido a caballo de los siglos XVII y XVIII.
En
la punta de la Cala de la Ametlla se erigía, próxima al mar, una torre
artillada, restaurada en el siglo XVI y destruida por los ingleses durante la
Guerra del Francés junto con otra torre al interior de la Cala, hoy
desaparecidas.
En
relación a núcleos originarios de población, todo es incierto documentalmente
hasta que no se llega al último cuarto del siglo XVIII. Es a consecuencia del
impulso de población de Carlos III que surge el pueblo moderno como un núcleo
pescador adscrito al municipio del Perelló (del que se separó la víspera de
Navidad de 1891), coincidiendo con la llegada y progresivo establecimiento de
grupos de pescadores valencianos.
Durante
el siglo XIX, sobre todo entrada la segunda mitad, se consolida y crece
significativamente la población, que confluye al pueblo desde los municipios
vecinos (la Ametlla empieza el siglo XX con unos 2.500 habitantes, la mitad
aproximada de la población actual). También reciben un fuerte impulso la
actividad pesquera, la agrícola y comercial subsidiarias, potenciadas por el
proceso desamortizador y la construcción de la vía del ferrocarril (1860-1870).
Los
primeros años del siglo XX son de relativa prosperidad hasta que la crisis de
los años treinta castiga el pueblo y genera movimientos migratorios importantes
que lo debilitan, de los cuales sobresale la emigración a Palamós que se
concentra en los años de la posguerra civil y se alarga hasta la década de los
sesenta, en que las corrientes incipientes de inmigrantes y turistas
transforman la fisonomía demográfica, productiva y cultural de la población.
Actualmente el peso relativo de la actividad pesquera ha bajado mucho, pero
todavía perdura, en la turística Ametlla de Mar, la esencia pescadora y marinera.
Ametlla
cuenta con una variada gama de playas, rocosas, de finas arenas, naturistas,
además de un amplio programa de actividades de turismo activo, básicamente de
buceo, y su Tuna Tour, el poder nadar junto a los atunes que están en la
almadraba a la espera de satisfacer los mejores paladares del mundo. Este
último concepto es otro de los alicientes de la población, su gastronomía que
cuenta además de los atunes, con un amplio abanico de delicias de la mar y de
las cosechas de las tierras del cercano delta.
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