En Cafarnaún, conocida como la ciudad de Jesús, caminar por donde lo hizo Jesús adquiere un nuevo significado. Cuando te sientas en los bancos de piedra de la antigua sinagoga de Cafarnaún, te recordarán que justo aquí Jesús impartió sus enseñanzas y curó a un hombre poseído por un espíritu maligno.
Fue la sinagoga que había en este mismo lugar, cuyos cimientos aún se pueden ver, la que Lucas dice que fue construida por el centurión a cuyo criado Jesús curó. También resucitó de entre los muertos a la hija del jefe de esta sinagoga.
Las ruinas que rodean al visitante, desde las casas en las que se han encontrado utensilios de la vida cotidiana hasta aquellas con compleja ornamentación esculpida en piedra, nos recuerdan vivamente la predicción que hizo Jesús sobre esta ciudad. Uno de los lugares más destacados es la casa de Pedro, donde Jesús curó a la suegra de éste. La casa de Pedro era sencilla, como muchas otras que los arqueólogos han desenterrado en este pequeño pueblo de pescadores y agricultores. Sin embargo, a diferencia de las demás, aquí los peregrinos cristianos han ido dejando a lo largo de los siglos como mínimo 131 inscripciones en las paredes. En ellas aparecen con frecuencia los nombres de Jesús y de Pedro, además de cruces, nombres de peregrinos y bendiciones.
Posteriormente, a mediados del siglo IV se construyó una gran iglesia cuyo suelo de mosaico aún puede contemplarse donde aparece como motivo central la casa de Pedro. Hace unos años se construyó una iglesia moderna sobre las ruinas. Estas paredes, tanto las antiguas como las nuevas, son testigo de la permanente veneración de este lugar donde se produjo uno de los relatos de curación más queridos del Evangelio, aquí, en el corazón de Cafarnaún, el centro del ministerio de Jesús en Galilea.
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