ZEEBRUGGE - BRUJAS

La escala de los cruceros se realiza en la localidad de Zeebrugge, enclavada en la costa sudoeste del Mar del Norte, Zeebrugge es un cruce de caminos entre Gran Bretaña y el centro de Europa. Una autopista conecta Zeebrugge con Brujas, con el sistema viario europeo. Existe línea ferroviaria y de tranvía. Es el principal puerto pesquero del país y una terminal de ferrys de gran importancia gracias a sus conexiones regulares con Gran Bretaña. A través de Zeebrugge se lleva a cabo buena parte de la actividad comercial belga. Por el puerto, el segundo después del de Ostende, transitan anualmente más de 40 millones de toneladas de mercancías, así como un importante puerto para las escalas de cruceros.

Esta joya arquitectónica del Flandes medieval debe saborearse con calma.

Ocho siglos de historia contemplan esta ciudad de bolsillo.

Dejemos de lado la prisa para embriagarnos de su más pura esencia. De ello se da uno cuenta nada más dejar la plaza ’t Zand para sumergirse en su casco antiguo neogótico, envuelto en un mágico laberinto. Pese a que parezca que regresemos al pasado por un imaginario puente, el casco antiguo de Brujas palpita con corazón joven, el de las gentes que habitan sus regias casas, o que a diario se dejan ver por la plaza Markt, dispuesta a compartir terraza y cerveza con los foráneos que les visitan. Todo ello, en medio de una coreografía urbana en la que las bicicletas y los coches comparten las calles con los carruajes de caballos, testimonios de un majestuoso pasado.

No basta con una apretada jornada Quien crea que basta un día para conocer Brujas y poner la muesca en su agenda viajera, como “territorio conquistado”,caerá en el error de lo superfluo. Porque no es suficiente con fotografiarse ante la fachada del Ayuntamiento, o subir los 366 peldaños de la torre Belfort para decir que se conoce Brujas. Para ello hay que brujulear por la ’t Zand el día de su rastrillo de ropa y antigüedades, sentarse a meditar en los jardines del Beaterio, contemplando los cisnes del “lago del amor”
(Minnewater); o acudir al Muelle del Rosario (Rozenhoedkaai) para ver iluminado el rincón más bello de Brujas, con la Torre Campanario y otros edificios reflejados en las tranquilas aguas del canal Dijver, hasta que el barrido de una de las barcas turísticas diluya su imagen en un collage de colores que nos devuelve a la realidad del siglo XXI.

Delicioso epílogo para rematar el día Y como guinda, una suculenta cena en uno de los templos de su “nueva cocina”, De Florentijnen, sorprendiendo nuestro paladar con sutiles platos. Un toque de modernidad que podríamos compensar regresando a pie por las silenciosas calles, hasta el hotel que, para devolvernos de nuevo al espíritu medieval del principio, debería tener la apariencia de un palacio… o serlo.¡Dulces sueños!

Manel Antol


Brujas, la Venecia del Norte, es una ciudad amable, que conserva un rico legado de los tiempos –ya lejanos- en los que fue metrópoli potente, con un poderío económico que se vino abajo cuando perdió su cualidad portuaria.

Hoy Brujas tiene una vida apacible. La belleza de sus casas, el encanto de sus canales, el orgullo de sus viejos edificios, hace de la urbe un destino apetecible para muchos hombres amantes de la belleza y el arte. Desde el año 2000 esta vieja ciudad es Patrimonio Mundial de la UNESCO.

Esta guía de brujas está realizada por Artemio Artigas

Brujas, en el norte de Bélgica, es una ciudad con sabor a historia.

El museo arqueológico de Brujas presenta diversos objetos de la época prerromana, que testifican la existencia de asentamiento de gentes que ya tenían contactos con la Galia y Gran Bretaña.

Sólo a partir del siglo IX se empieza a detectar un imparable crecimiento de esta ciudad, que debe su nombre a Bryggia, que en noruego antiguo significaba lugar para desembarcar o de atraque.

En el siglo IX los condes de Flandes establecen un primer castillo y se hace la primera muralla, y un siglo más tarde la urbe empieza a tener un gran mercado anual.

A partir del XI brujas se convirtió en un centro comercial internacional, merced a su calidad de ciudad costera. Allí se producían además magníficos paños. La familia Van der Beurse abrió una casa en la que se negociaba con productos y monedas. Fue a raíz de este establecimiento, del apellido del propietario, de donde derivó la palabra Bolsa, como punto de negocio. 

En el XIV Brujas seguía creciendo, y una segunda muralla tuvo que rodear al creciente casco urbano. Tenía entonces unos 45.000 habitantes y era una de las poblaciones más populosas de Europa.

Bajo dominio borgoñón, en el XV, en Brujas creció la economía y la cultura. Allí trabajaron hombres como van Eyck o Memling.

Diversos edificios dan fe de aquel esplendor gótico, que fue viniéndose abajo cuando la costa se fue alejando de la ciudad; bancos de arena y fango fueron cortando el acceso al mar y los canales no sirvieron para un tráfico que cada vez contaba con buques mayores. Decayó el comercio, en beneficio de Amberes, aunque Brujas siguió siendo un excelente centro artesanal para el tejido, el arte y singularmente la orfebrería.

De mediados del XVI a finales del XVII la ciudad estuvo bajo dominio español. A partir del XVIII pasó por diversas dominaciones en un proceso empobrecedor, hasta quedar como una reliquia, casi muerta, como la retrató Georges Rodembach en Brugges la Morte. Hoy es una ciudad que conserva el viejo encanto, y que ha sido reactivada mediante la cultura y el turismo. 

En la ciudad de Brujas se aúna el arte con un estilo de vida no estridente ni caracterizado por prisas. Tiene unos interesantes monumentos del periodo gótico y una buena serie de museos.

Pero además, Brujas tiene encanto para ser vista desde sus canales o incluso mediante los carruajes de caballos. También es muy corriente recorrer la ciudad en bicicleta. Muchos hoteles disponen de bicicletas para los clientes.

Por consiguiente más vale dejar el coche en uno de los numerosos aparcamientos cercanos al centro y disfrutar de la belleza de calles y canales de esta tranquila urbe.  

El verdadero centro de la ciudad de Brujas está en el espacio conformado por la Markt (Plaza Mayor) y la plaza Burg contigua.

Las fachadas le otorgan una bella armonía. El edificio más impresionante es el Campanario con su carillón. En medio de la plaza se halla la estatua dedicada a sendos héroes locales.

El campanario es el símbolo más popular de la ciudad, gótico, de los siglos XIII a XVI, con 83 metros de altura. Se trata de una poderosa torre de mas de 300 escalones. Alberga un pequeño museo dedicado al edificio y su historia.

Arriba, junto al carillón de la ciudad, de 47 campanas (27 toneladas de peso en total), se goza de una estupenda vista sobre la ciudad y su entorno

En esta plaza de Brujas hay varios elementos de interés: la basílica de la Santa Sangre, el Ayuntamiento, una antigua escribanía renacentista y un palacio del siglo XVI.

La basílica de la Sagrada Sangre está integrada por dos capillas superpuestas. La inferior es de 1150, románica, en tanto que la superior es neogótica.

En esta iglesia se venera una reliquia de la Sangre de Cristo, traída de Tierra santa por el Conde de Flandes, en la segunda cruzada. En torno a esta reliquia se celebra anualmente una solemne fiesta religiosa.

Tiene un pequeño museo con el notable relicario y algunos otros elementos de culto.

El Ayuntamiento es de final del siglo XIV, en estilo gótico florido. Su airosa verticalidad se realza mediante tres torrecillas. Es notable su sala gótica, con magnífica bóveda.

En la plaza destacan también la escribanía, renacentista, del XVI, con un museo provincial, y el antiguo palacio Brugse Vrije, del siglo XVI también, actualmente centro administrativo municipal. 

Es la iglesia más antigua de Brujas, corresponde a los siglos XI a XV, y ha sido recientemente restaurada.

Destaca su robusta torre, de 100 metros de altura, con torrecillas angulares que no son suficientes para hacer airosa la mole.

El templo tiene una interesante sillería, tumbas medievales y un museo con abundante colección pictórica. Cuenta con cuadros flamencos de autores como Dirk Bouts y Hugo van der Goes.  

Nuestra Señora de Brujas es un templo de los siglos XIII al XV, con una torre que destaca por sus 122 metros de altura, hecha en ladrillo.

Alberga un rico patrimonio pictórico con buenas tablas; una Madonna con niño, en mármol blanco, obra de Miguel Angel, y los mausoleos de María de Borgoña y Carlos el Temerario, del siglo XVI. También tiene otras tumbas pintadas, de épocas que van del XIII al XIV.  

Hay programadas sencillas excursiones por los canales de Brujas. Normalmente se desarrollan en todo el año, salvo los meses más duros de invierno, y tienen un recorrido de media hora.

El recorrido sirve para ver el centro de la ciudad con otra perspectiva, desde el nivel del agua. Es especialmente bello el tramo del canal que corre desde la plaza de Burg hasta la iglesia de Nuestra Señora.

Habitantes habituales de las aguas de Brujas son los cisnes. Estos animales tienen aquí una vieja leyenda.

En el siglo XV hubo una revuelta local contra Maximilano de Austria, a causa de una subida de impuestos. Entonces, los revolucionarios decapitaron a un alto dignatario cuyo escudo de armas llevaba un cisne. Dominada la revuelta, Maximiliano ordenó a los hombres de la urbe que a partir de aquel momento alimentaran a los cisnes de los canales, como forma de penar el crimen.

La oferta museística de Brujas es notable, y atestigua la época de pujanza de la ciudad, íntimamente vinculada a la pintura de los primitivos flamencos.

ombres como Van Eyck, Memling; Petrus Christus, Gérard David, Isenbrandt Ambrosius Benson o Jan Provost están ligados a la oferta museística del lugar.

El Groeningemuseum presenta una nutrida representación de todos estos citados. La sala de primitivos flamencos es excepcional. También tiene arte de épocas posteriores, hasta la actualidad.

El Antiguo Hospital de San Juan-Museo Memling, cuenta con seis magníficas obras del pintor, el relicario de Santa Úrsula y otros elementos diversos, entre ellos una curiosa farmacia del siglo XVII.

El museo Gruuthuse está en un viejo palacio, y cuenta con una magnífica colección de arte decorativo.

En la plaza Burg es necesario visitar la sala renacentista Brugse Vrije y la sala gótica del Ayuntamiento.

Otros museos son el del Diamante; el del campanario; el arqueológico, el del encaje, el Guido Gezelle, etc.  

No se agotan aquí los atractivos de esta bella ciudad. Esparcidos en su viejo casco se hallan algunos otros elementos de interés que cabe resumir:

* Espacios como la bella plaza de los Curtidores(huidenvettersplein), el Beaterio (Béguinage o Begijnhof).

* Edificaciones como las puertas de los viejos recintos de murallas, el palacio gótico de Gruutuse, la casa del Pelícano o los viejos molinos.

* Iglesias como San Walburge, Santa Ana, de Jerusalén, etc.  

Brujas, donde se aprecia y respira un ambiente romántico inserto en el pasado, apreciado en el presente. 

La estancia en Brujas se puede complementar con diversas alternativas.

En gastronomía, Brujas tiene fama por el chocolate y pralines. Hay excelente pastelería.

Hay aún sendas brasseries(cervecerías) que fabrican in situ sus producciones. La Gouden Boom es un autentico museo(Langestrat 47). La Straffe Hendrik (Walplein 26) ya se menciona en el siglo XVI. Sigue teniendo producción actual y un espacio museístico.

En materia de compras, hay excelentes tiendas en las calles que van desde la Plaza mayor a las puestas antiguas de la ciudad.

En ciclismo, destaca la abundancia de bicicletas y de lugares para alquilarlas. Se puede recorrer la ciudad y hacer excursiones por el entorno. Es bastante llano.

Zeebrugge, surgió en 1907. Es el puerto actual, unido por un canal a la vieja ciudad de Brujas. En Zeebrugge hay actividad. Barcos hacia Inglaterra y otros lugares de Europa, cruceros, movimiento industrial… y playas que pueden servir en el verano para tomar el sol y pegarse un bañito. 

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