SANTA MARGHERITA - PORTOFINO


La más célebre de las localidades turísticas de la Liguria y quizás de Italia. Famosa por su vida mundana, Portofino se distingue por un turismo veraniego con muchos hoteles, restaurantes y tiendas a la altura de cualquier exigencia. La oferta gastronómica y, la artesanía tienen mucha fama debida, ante todo, a la fusión entre la arquitectura natural y la del hombre. El atractivo de este estupendo lugar está unido a la disposición de sus casas, al colorido de las mismas y, a los reflejos del mar.
Portofino ha pertenecido, en el curso de los siglos, a los Benedictinos de San Fructuoso, a Rapallo, a Francia, a Florencia y, las más de las veces, a Génova.
Descubierta como lugar turístico por potentados británicos, como el actor inglés, Rex Harrison, que la eligió su como residencia en la posguerra. 
Esta es una de las mejores playas a la que sólo se llega por mar. Pero si no cuentas con tu propio yate, puedes tomar un ferry de media hora o hacer dos horas de caminata para llegar hasta la bahía de San Fructuoso.
Una senda peatonal que mide un kilómetro y medio, lleva a la bonita cala de Paraggi con su playa arenosa. También merecen una mención especial las ruinas de los molinos del Acquaviva, que sobrevivieron a un glorioso pasado, la iglesia, el castillo y la antigua fortaleza de San Giorgio, en dirección a Punta del Capo. 
Nuestra excursión se inicio a bordo de un barco privado, zarpando para explorar la historia y la cultura de la región. La primera parada fue en la pequeña bahía del pueblo de San Fructuoso, famoso por su abadía del siglo X, la antigua residencia de la familia Doria. La atracción de San Fructuoso radica en el valor arquitectónico de la abadía e iglesia, así como a su maravilloso entorno natural. Los acantilados que rodean la ensenada, la pequeña playa, la rica vegetación mediterránea y, la ausencia casi irreal de vehículos crean una atmósfera verdaderamente única. Disfrutamos de las espléndidas vistas mientras navegamos hacia el interior de la bahía. Continuando por la costa hasta llegar a Camogli, un pequeño pueblo de pescadores que en otra época alojó un gran número de astilleros que ayudaron a construir una de las flotas mercantes más grandes del mundo. 
El entorno medieval original de Camogli se centra alrededor de la iglesia parroquial, ubicada en una isla totalmente apartada de la península. Actualmente, esta isla está conectada a la península por una pequeña plaza rodeada de coloridos edificios y una de las iglesias barrocas más hermosas de la costa italiana. Aquí realizamos un recorrido guiado por la ciudad y disfrutamos de tiempo libre para pasear a nuestro aire, o realizar las típicas compras. A nuestro regreso hacia Portofino, a bordo del barco, nos sirvieron el típico pan de focaccia y vino local. A la llegada nuestra guía, nos deleito con un corto paseo por la ciudad, para visitar la Iglesia de San Giorgio y disfrutamos de tiempo libre para explorar los más inhóspitos rincones, por nuestra cuenta antes de regresar a Santa Margherita, ofreciéndonos la opción de quedarnos y, regresar por nuestra cuenta a Santa Margherita o proseguir con el grupo.
Para alcanzar Portofino en el coche en los meses veraniegos se puede necesitar una buena dosis de paciencia. Algunos hoteles cuentan con espacios reservados, pero en el resto, hospedan a los visitantes ocasionales, para los cuales solamente tienen 200 habitaciones. 
Aunque sin duda alguna y dejando al margen los inconvenientes, Portofino pertenece a la pequeña categoría de localidades "da non perdere".
La excursión desde Santa Margherita a Portofino puede realizarse por cuenta propia, teniendo en cuenta que tanto a San Fructuoso como a Portofino hay que ir en barco, y que los barcos a la llegada de los cruceros quedan bloqueados por ellos.

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