Dubrovnik, conocida como la “Perla del Adriático” es una de esas ciudades de cuento, con un casco histórico perfectamente conservado que sorprende a aquellos que la visitan, encantados con su perfil, su urbanismo y sus edificios históricos.
Datos de Croacia:
Croacia (56.542 km2, 4,5 millones de habitantes) es un país que extiende su costa por el mar Adriático a lo largo de 1.278 km y a ella pertenecen 1.185 islas, islotes y peñas. Esta zona costera se divide en dos partes: la península de Istria, la más grande del Adriático, cuenta con pintorescas ciudades medievales y paisajes donde se juntan los rasgos centroeuropeos y mediterráneos; y Dalmacia, con Zadar, Split y Dubrovnik como sus ciudades principales.
Zagreb es la capital de Croacia, centro económico y cultural del país. Está situada en la parte continental, que guarda además paisajes de belleza extraordinaria como los lagos de Plitvice, la región de Lika, los bosques de Gorski Ktar o los trigales de Eslavonia.
Cuenta con siete Parques Nacionales, tres en las montañas (Risnjak, Paklenica y los Lagos de Plitvice) y cuatro en el litoral (Kornati, Mljet, Brijuni y Krka).
Dubrovnik tiene un eficiente sistema de autobuses públicos, que operan desde las 05.00 hasta medianoche. El billete es de 10 kunas, si lo compráis en el mismo autobús, y 8 kunas si lo hacéis en algún kiosco, conocidos como Tisak. El casco antiguo es peatonal, por lo que no hay coches ni taxis. A la salida del puerto a la derecha está la parada del autobús que nos llevará hasta la Puerta Pile, debemos tomar la línea 1ª o 1b, por el mismo recorrido un taxi nos cobra entre 10 y 12 €, no podrán hacernos una visita a la ciudad ya que el centro es peatonal, por mucho que nos digan.
Recomiendo el adquirir una audio-guía para poder realizar la visita a la ciudad de forma libre, no es de la misma calidad que las de playandtour, pero es lo que hay en castellano; http://www.audio-guide-dubrovnik.com/
Hasta 6 lugares en Croacia están bajo la protección de la UNESCO: el Parque Natural de Plitvice, Dubrovnik, el Palacio de Diocleciano en Split, la ciudad de Trogir, la catedral de Santiago en Sibenik y la basílica de San Eufrasio en Porec.
Dubrovnik es una bella ciudad costera de Croacia, conocida como la “Perla del Adriático” por su gran riqueza artística e histórica, lo cual hizo que se declarará Patrimonio de la Humanidad.
Cuando el viajero entre en el casco histórico sentirá detenerse el tiempo, trasladarse a un mundo de ensueño como quien vive momentáneamente un cuento cientos de años atrás.
Dubrovnik, la histórica Ragusa es una ciudad croata, en Dalmacia, con inmenso atractivo turístico. Tiene en la actualidad unos 50.000 habitantes.
Arte, cultura e historia se funden en esta preciosa ciudad, pequeña y accesible para el viajero, que va a disfrutar de grandes sensaciones al pasear por las calles del antiguo barrio de Stari Grad, que hoy en día representa el casco viejo de Dubrovnik. Sus pavimentos de mármol y sus callejuelas llenas de sabor en cada esquina, le depararán una nueva imagen que a buen seguro no le dejará indiferente.
Sus empinadas calles con escaleras interminables, las murallas que rodean el casco antiguo, sus palacios, iglesias, fuentes y museos hacen que el andar por esas cuestas, aunque sea cansado, merezca sobradamente la pena, haciendo paradas para disfrutar de las distintas vistas.
Es una fuente inagotable de vestigios históricos, de estampas de gran belleza que se sienten constantemente al recorrer las calles empedradas con sus pequeños y múltiples recovecos que nos encaminan a majestuosas iglesias, puertas monumentales, monasterios o palacios que consiguen deleitar nuestra vista y provocan que nuestra imaginación vuele hacia tiempos remotos... y encima, sin cruzarse con vehículos a motor, lo que acentúa más si cabe la cordial armonía del viajero.
Poco a poco Ragusa se erigió en la ciudad con mayor importancia de Dalmacia y formo una república independiente que dirigían las grandes familias aristocráticas.
Llego a ser una república floreciente y tras una época dorada de más de tres siglos, todo ello se desmoronó a causa de un gran terremoto que la asoló a finales del siglo XVII.
La ciudad se reconstruyó por completo. Sólo habían resistido al terremoto las murallas y algún palacio. Debido a la nueva organización se llevó a cabo una metódica reconstrucción basada en el estilo barroco de la época, que consiguió de esta manera una sorprendente uniformidad arquitectónica.
Ciudad medieval, rodeada por sus poderosas e imponentes murallas, permite disfrutar de más de mil años de historia.
Con sus iglesias, palacios, cúpulas y callejuelas por las que perderse, la cuidad es un auténtico placer para los sentidos.
Sus calles empedradas, sus largas cuestas y sus monumentales puertas hacen del paseo un continuo deleite para el viajero.
Cuando llegamos al centro de Dubrovnik, el sitio ideal para empezar la visita es Stari Grad, la ciudad vieja.
La ciudad vieja está casi totalmente restaurada tras seguir un plan de restauración que se coordinó desde la UNESCO, ya que es una ciudad Patrimonio de la Humanidad.
Es una delicia poder caminar por sus calles, con sus pavimentos de mármol, que aunque se suele encontrar con bastantes turistas, se puede pasear sin demasiados agobios mientras nos tomamos un rico helado.
Los edificios son en su mayoría de piedra, y todo el casco viejo está rodeado de una impresionante muralla que protegía la ciudad, y que tiene 2 kilómetros de perímetro y 16 torres de vigilancia. No se puede dejar de realizar el paseo que hay por la parte alta de la muralla donde las múltiples vistas son grandiosas.
Hay dos puertas para poder acceder a la ciudad vieja (Stari Grad), la Puerta de Pile es la antigua puerta principal de la ciudad.
La puerta aún mantiene el puente levadizo que se cerraba por las noches y en caso de ataque exterior.
Además dispone de un sistema de doble puerta que custodian las estatuas de San Blas que es el patrón de la ciudad.
Bautizada con el nombre de su creador, esta fuente fue en el pasado el principal punto de abastecimiento de agua de la ciudad.
Se alimentaba gracias a un acueducto subterráneo, que antaño le abastecía con agua de un manantial cercano.
Todavía hoy es posible beber agua desde alguno de sus 16 caños.
Cabe reseñar, que de la fuente original tan sólo se mantienen sus mascarones, caras deformes o fantásticas por donde fluyen los chorros de la fuente. El resto fue reconstruido a causa de un terremoto.
Si comenzamos desde la puerta Pile disfrutaremos de este paseo que se extiende hasta la famosa torre del reloj.
Se construyo en el siglo XII, momento en el que se decidió rellenar el canal que separaba Ragusa de la tierra firme, dando lugar a la actual calle, y lo que es más destacable históricamente, significo la unificación de Dubrovnik en un solo enclave.
Sus pulidos y brillantes adoquines que pisan miles de turistas al año, hacen que el disfrute del paseo sea aún mayor si cabe. La Placa cuenta con múltiples restaurantes, terrazas y tiendas donde podemos tomar algo o comprar algún recuerdo de la ciudad.
La sorprendente homogeneidad arquitectónica de los edificios, junto a la hermosa simetría de sus fachadas, es debida en gran manera a la reconstrucción de la ciudad posterior a un gran terremoto que sufrió Dubrovnik a finales del siglo XVII.
Esta torre es, sin duda, uno de los monumentos más característicos de la ciudad de Dubrovnik.La torre se encuentra al final de la Placa, salvaguardando la puerta sur de Dubrovnik, por la cual se accede al puerto viejo.
También cabe destacar la enorme campana que pesa cerca de 2 toneladas y que se conserva como la única pieza original de la torre del Reloj.
Es uno de los palacios más hermosos de Dubrovnik, y al igual que la ciudad ha sufrido repetidas reconstrucciones a lo largo de su historia.
Fue residencia del rector de la República de Dubrovnik.
En el siglo XV fue reconstruido siguiendo una mezcolanza de los estilos góticos y renacentistas, seguramente a causa de las 2 explosiones que acontecieron en este siglo, y al gran terremoto de 1667 después del cual el palacio se vio gravemente deteriorado, y que desembocó en una nueva reforma que le dio un estilo barroco.
Tiene una hermosa galería con soportales y capiteles esculpidos que adornan bellamente la misma. El patio interno del Palacio del Rector mezcla todos los estilos y exhibe una bonita arcada Renacentista en tres de sus lados y en el cuarto lado esta una gran escalera que va hasta la galería.
En la primera planta del edificio se encontraban los aposentos privados del rector. Hoy en día dichos cuartos son parte del museo y albergan una pequeña Pinacoteca con trabajos de pintores locales e italianos del siglo XVI.
Además se exhibe una amplia colección de las monedas, sellos y medidas empleadas en la República de Ragusa.
Se trata de una iglesia barroca que se construyó a principios del siglo XVIII. El edificio goza de una exuberante arquitectura propia de este estilo.
La primera torre cuadrada con que nos topamos forma parte del conjunto de doce torres que se añadieron en el siglo XIV. La primera que da al mar es la torre Bokar (Siglo XV) que permitía vigilar el acceso occidental y la Puerta Pile. Constituye junto a los fuertes de San Juan y Revelin y a la torre Minceta los cuatro sitios clave en la defensa de la ciudad.
Hacia el sur las murallas son más finas que las interiores, sin embargo la defensa se apoyaba entre las atalayas, las troneras y los 120 cañones que defendían a la ciudad de los atacantes.
Luego, tras pasar el bastión Mrtvo Zvono, podemos avistar el islote de Lokrum y la parte más antigua de la ciudad, con sus bonitas callejuelas con edificios de desordenada arquitectura y la estatua de San Blas.
Acto seguido, llegaremos al fuerte de San Juan desde el que se vigilaba la entrada de la bahía junto a la torre de San Lucas, que se encuentra al otro extremo.
La zona norte de la muralla es mucho más ancha que el resto y es por donde se vivían los ataques más peligrosos. En esta zona defensiva sobresale la imponente torre Minceta, que es la más alta de todas las torres de las murallas de Dubrovnik. Desde su azotea se disfrutan de unas excelentes vistas panorámicas y los tejados rojos de la ciudad.
En la misma se guarda al patrono de Dubrovnik, San Blas, el cual se le muestra anualmente en una procesión alrededor de la ciudad. La planta del templo es curiosamente compacta y su interior resulta muy acogedor gracias al recargado altar, donde sobresale la estatua de San Blas, de estilo gótico.
Las murallas que rodean Dubrovnik nos hacen sentir como si viviéramos en tiempos pasados, en una ciudad amurallada que rebosa de esplendor.
Al comenzar el itinerario de esta visita, la cual os recomiendo empezarla por la izquierda, nos encontraremos con una fachada marítima. Desde ese punto es impresionante la perspectiva de la Placa.
La Catedral es de estilo barroco, se encuentra junto al Palacio del Rector de Dubrovnik y esta coronada por una hermosa cúpula.
Su planta es de cruz latina y el altar se encuentra inusualmente orientado hacia el oeste. El interior es muy luminoso y aunque alberga pinturas es de cierta sobriedad.
El tesoro de la catedral se expone en la hermosa capilla barroca, que está decorada con rollizos angelotes y bellos elementos dorados.
La colección que representa el tesoro consiste en más de un centenar de relicarios, y la mayoría de los mismos, son tradicionalmente sacados en la procesión de San Blas que recorre los alrededores de Dubrovnik.
La torre del Reloj data de mediados del siglo XV y fue restaurada en 1929. Como curiosidad, cabe señalar que el reloj cuenta con dos gatos de bronce (Maro y Baro) con forma de soldados, que se encargan de dar las campanadas.
La parte interior de la puerta es gótica, mientras que la parte exterior es más reciente y de estilo renacentista.
La guerra de los Balcanes, en pleno siglo XX, golpeó de nuevo Dubrovnik a principios de los 90, y una vez más, sus gentes volvieron a reconstruirla para que la ciudad, en una auténtica lección de supervivencia, volviera a ser lo que siempre había sido: la fabulosa "Perla del Adriático".
Es un peñón que está situado relativamente cerca de la muralla sudeste, enfrente del antiguo puerto viejo de Dubrovnik.
Cuenta con una reserva forestal única que integra un parque horticultural en torno a los restos de un Monasterio Benedictino y un Jardín Botánico, que conserva una gran colección de plantas tropicales.
Las salidas se realizan desde el puerto viejo de Dubrovnik cada media hora, su horario es de 9 a 18 y su precio 35 Kunas, unos cinco euros aproximadamente.
El puerto viejo y en especial sus muelles y astilleros era una de las zonas más vulnerable a los ataques exteriores, aunque de vital importancia en el pasado de la ciudad.Cabe resaltar los soportales, que en la actualidad resguardan una cafetería y en los que, en la antigüedad, se hallaban unos cierres que se echaban por las noches.
La parte interior de la puerta es gótica, mientras que la parte exterior es más reciente y de estilo renacentista.
La guerra de los Balcanes, en pleno siglo XX, golpeó de nuevo Dubrovnik a principios de los 90, y una vez más, sus gentes volvieron a reconstruirla para que la ciudad, en una auténtica lección de supervivencia, volviera a ser lo que siempre había sido: la fabulosa "Perla del Adriático".
Dentro del fuerte está el Museo Marítimo que refleja el esplendor de la marina de Ragusa, en donde se puede ver maquetas de barcos y objetos típicos de la vida marinera.
Es muy aconsejable la posibilidad de embarcarse por la costa para disfrutar del mar y obtener una perspectiva privilegiada de sus paisajes.
Una de las actividades más populares en la zona es alquilar una pequeña embarcación (con o sin patrón) en alguna de sus numerosas marinas. Esta opción permite además acercarse a las islas cercanas y descubrir las pequeñas calas de la costa.
También es una buena opción la del paseo en barco hasta el islote de Lokrum, el cual está catalogado como parque nacional.Un consejo, en escalas como Dubrovnik es donde se ve la diferencia de viajar en un barco masificado o en un barco de un menor número de pasajeros, como el que viajabamos nosotros, si observan la foto verán la larga cola que se formo (al sol) para que los pasajeros pudieran tomas las barcas y regresar al barco que estaba fondeado en la bahía.
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