FITERO


Fitero, es una pequeña población de Navarra que, al igual que menciono en otra población de esta Comunidad, debería ser estudiada en los programas de Iker Jiménez, y en las escuelas de turismo.

El municipio cuenta con dos atractivos, el Monasterio que, en su mayoría aglutina todos los servicios de la población, ya que en el están el Ayuntamiento, la escuela, el centro de Salud y el Hogar del pensionista, y como no, las partes más nobles en el interior del Monasterio que, curiosamente sólo se abre para las visitas guiadas, a las 12:15 y 17:15.

No se otros usuarios de la otra obra a destacar, el Balneario, pero con estos horarios, no es fácil compaginar, los tratamientos, las comidas y las visitas a la región, pero es lo que hay, y aquello que siempre digo, todos quieren turismo, pero que no molesten mucho. 

Alguna vez se aprenderá de los británicos, especialmente en sus catedrales, hay personas, voluntarios que, dependiendo de sus conocimientos lingüísticos, te guían, o te orientan sobre la visita, en horarios extensos, y no será porqué tengan miles de turistas, pero hacen una labor para su población, a la vez que se distraen ilustrando a los visitantes.

Monasterio de Fitero

Historia y descripción

Es un templo cisterciense que comenzó a construirse en 1175 y que es la más grande de las iglesias medievales de Navarra con una longitud de 86,5 m. En la parte posterior del monasterio disfrutaremos del conjunto monumental de los ábsides de la iglesia. Su nombre proviene de Hitero, o hito y es porque el monasterio surgió solitario en 1140 en terrenos fronterizos entre los tres reinos belicosos de Navarra, Castilla y Aragón, todos reclamando sus derechos sobre el primer cenobio cisterciense construido en la Península Ibérica. Al final se quedó en tierras navarras, y no tan solitario ya que poco a poco los lugareños se fueron arrimando al conjunto monacal hasta convertirlo en uno de los pocos monasterios cistercienses que no están perdidos entre montañas y desiertos, tal y como predicaban los padres fundadores. Cerca de la imponente masa de piedra se encuentra el balneario de Fitero, un buen lugar para descansar y darse un chapuzón en sus terapéuticas aguas termales que surgen de la tierra a más de 50O C. 

Fachada Principal

Accedemos a la iglesia a través de una portada abocinada que se abre en el gran paredón de piedra de sillería. Comenzó a construirse hacia 1175 terminándose en 1247. Su longitud es de 86,5 m, la mayor de todas las iglesias medievales de Navarra.


Cabecera, Ábsides y Capillas

Es el elemento más característico de la iglesia, especialmente visto desde el exterior, en el lugar que ocupaban las huertas del monasterio. Las capillas se apelotonan en torno al eje central, configurando un armonioso juego de bóvedas, contrafuertes y ventanales.

Nave Central

El interior es propio del arte cisterciense, donde el ornamento desaparece para dar protagonismo a la estructura. La planta es de cruz latina siguiendo el modelo de los monasterios franceses, con tres naves y cabecera de girola de cinco capillas radiales. 

Sacristía

De planta rectangular sus bóvedas de medio cañón con lunetos, hornacinas y pilastras decoradas le dan su aspecto barroco. Conserva dos cantorales, que son enormes manuscritos musicales que todo un coro podía leer en la distancia y así cantar juntos.

Capilla de la Virgen de la Barda

Esta barroca capilla ricamente decorada alberga la imagen de la Virgen de la Barda, patrona de la villa junto con San Raimundo. Cuenta la leyenda que una barda o zarza entró en la Iglesia y al tocar la estatua de la Virgen perdió milagrosamente todas sus espinas.

Retablos y otros tesoros

Dentro del templo se conservan buena parte de los tesoros artísticos del cenobio cisterciense. Hay que destacar el retablo mayor con sus excelentes tablas del pintor Rolan Mois, el retablo churrigueresco de Santa Teresa y las piezas de orfebrería árabe.

Órgano y tornavoz

En la nave central encontramos un impresionante órgano declarado bien de interés cultural que fue construido en 1660 y un gran tornavoz barroco del siglo XVIII. El tornavoz es un curioso “sombrero”, que encima del púlpito amplifica la voz durante el sermón.

Plaza de las Malvas

La desamortización de 1835 obligó a los monjes a abandonar el Monasterio. Con la nueva titularidad la iglesia se transformó en parroquia y las antiguas dependencias en torno a la plaza de las Malvas en cine, residencia de ancianos, biblioteca y ayuntamiento.



La segunda de las atracciones es su Balneario.

Las aguas de Fitero han sido utilizadas con fines terapéuticos desde la época de los romanos, en el siglo II a.C.

El agua termal, fuente de vida y salud, emana desde entonces de las profundidades de esta tierra, aflorando en dos manantiales que a día de hoy dan lugar a uno de los balnearios más importantes de Europa.

En 1157 las termas fueron donadas al Monasterio de Fitero por el Rey Sancho III de Castilla. Siglos más tarde, concretamente en el año 1507, fueron destruidos y saqueados, aunque se reconstruyeron rápidamente y fueron regentados por el matrimonio formado por don Pedro Navarro y doña Ana de San Juan desde finales del siglo XVI. 

El 24 de junio de 1600 se produjo el nacimiento en el balneario de D. Juan de Palafox y Mendoza, quien llegó a ser Virrey y capitán de la Nueva España, Arzobispo de México y Obispo de Burgo de Osma. Dada la importancia del acontecimiento, los Baños Viejos cambiaron su nombre a Virrey Palafox en 1728, permaneciendo hasta nuestros días.

Ya entrado el siglo XIX, en 1805, se levantó un edificio para acoger a los soldados del Regimiento de Caballería de Borbón. Durante la Guerra de la Independencia, el edificio fue utilizado por las tropas francesas como hospital para sus heridos y enfermos, hasta octubre de 1813. Tras su paso, el edificio quedó muy deteriorado, por lo que se decidió reformarlo.

Con la Desamortización de Mendizábal en 1836, los monjes abandonaron definitivamente el Monasterio, transfiriendo la propiedad a un particular. En 1837 el Balneario pasó a manos de D. Juan José Aréjula, vecino de Tudela, quien ya había tenido la custodia del mismo años antes. En 1823 lo compró por un millón y medio de reales en créditos contra el Estado, aunque al poco tiempo se lo devolvió a los monjes

Pocos años después, en 1846, se iniciaron unas obras mineras que confirmaban las sospechas de la existencia de otro manantial termal en torno al cual se levantaron los Baños Nuevos, actualmente Balneario Gustavo Adolfo Bécquer, que recibe el nombre en honor al poeta sevillano, quien se trasladaba asiduamente al balneario para someterse a su cura termal. Allí compuso dos de sus leyendas más reconocidas: “El Miserere” y “La cueva de la Mora”. En 1847 se inauguró el primer inmueble nuevo, si bien los planos del gran edificio datan de 1868.

En 1909 se constituyó una sociedad que agruparía a las dos que gestionaban las propiedades de los Baños Viejos y Nuevos.

Tras unas gestiones iniciadas a final de ese año, en junio de 1910 se completó la unión y la explotación de los dos balnearios quedó en manos de una sola sociedad, Baños de Fitero S.A.

Las bondades terapéuticas de las aguas del Balneario de Fitero han atraído a los más ilustres personajes de cada época. El poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer, el noble Don Juan de Palafox, el papa Benedicto XV o el famoso diseñador Cristóbal Balenciaga son algunos de los más reconocidos. No en vano, en 1973, los hoteles viejo y nuevo fueron renombrados bajo las denominaciones “Virrey Palafox” y “Gustavo Adolfo Bécquer” en honor a estas dos ilustres personalidades.

En la actualidad, las instalaciones del Balneario combinan restos originales de la época romana con unas instalaciones y servicios renovados, adaptados a todo tipo de visitantes en busca de una experiencia única de salud, ocio y bienestar. Todo ello en medio de un entorno natural privilegiado.

 

 

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