CORELLA

Salvo error por nuestra parte, Corella es de aquellos pueblos que podríamos incluir en la lista de "extraños", dignos de ser estudiados por el equipo de Iker Jiménez. Según los datos del propio ayuntamiento hay infinidad de casas dignas de mencionar, por su alto valor artístico, el problema que se nos presento es que, la oficina de turismo estaba cerrada, y nadie nos sabía dar razón de la mayoría de las casas, y lo que vimos no nos pareció muy destacable, a la vez que según supimos, ninguna de ellas es visitable. 

No por ello, y quizás por nuestra ignorancia o impaciencia, detallamos todo aquello que se menciona de la población, para que cada uno juzgue como crea pertinente. 





Casa de los Peralta

La construcción civil más antigua de la ciudad, conocida como Palacio de Corella, data de finales del s. XV, perteneció en su origen al sobresaliente linaje nobiliario de los Peralta y se situaba cerrando uno de los lados de la placeta de García.

La relación de los Peralta con la ciudad se evidencia por el establecimiento de una rama de la familia en la Ribera de Navarra con el fin de contrarrestar el poder de los Beaumont en la zona. Así, Mosén Martín de Peralta, fallecido en 1491, fue señor de los palacios de Valtierra, Murillo de Lima, Fontellas, Arguedas y Corella, donde mandó construir la capilla familiar de advocación a la Piedad que se conserva en la iglesia de San Miguel.

No obstante, curiosamente en el año 1568 Peru Arnau de Peralta y Cunchillos -biznieto de Mosén Martín y alcalde de la ciudad en cuatro ocasiones- contrajo matrimonio con María de Beaumont. Así mismo, la familia permaneció en Corella hasta el fallecimiento sin descendencia de Diego de Peralta Beaumont y Frías en 1692.

El edificio de estilo renacentista, desaparecido prácticamente en su totalidad, obtuvo su aspecto definitivo con la reforma de ampliación que llevó a cabo el mencionado Peru Arnau de Peralta y Cunchillos añadiendo varias casas y abriendo la conocida placeta García. Contaba con tres plantas: la baja lucía tres puertas adinteladas flanqueadas por columnas exentas, dobles en su descentrada portada principal; la primera altura mostraba balcones con rejería y escudo de estilo manierista; y la segunda vanos a modo de ventanas coronados por alero de madera.

Casa de los Sesma

La casa más sobresaliente de la arquitectura civil de Corella se encuentra en el nº 19 de la calle San Miguel. En su origen dieciochesco perteneció a Agustín de Sesma y Sierra, uno de los hombres de negocios más importantes de Navarra gracias al comercio lanar y arrendamientos, y a su esposa Josefa Escudero y Ruiz de Murillo, proveniente del también importante linaje corellano de los Escudero.

Agustín y Josefa contrajeron matrimonio en el año 1691. Como dote ella recibió unas antiguas casas a las que el matrimonio añadió otras colindantes compradas en 1697 a Martín Escudero, hermano de Josefa. En ese solar fue donde iniciaron en 1704, año en el que obtuvieron la ejecutoria de hidalguía que les permitió usar escudo de armas, la construcción de la que se convertiría en la casa principal de su mayorazgo y residencia del monarca Felipe V.

La primera estancia del monarca en la ciudad, entre el 14 de junio y el 20 de octubre de 1711, se explica por la fama curativa de los ajos y microclima de Corella para la recuperación de la reina Mª Luisa Gabriela de Saboya, enferma de una grave tuberculosis. De esta forma, en el contexto de la Guerra de Sucesión, Felipe V junto a su esposa, su hijo Luis -príncipe de Asturias- y la corte real se hospedó en la cómoda y recién levantada casa de los Sesma, recibiendo su propietario en 1712 el privilegio de poner cadenas en sus puertas. No obstante, meses después la reina falleció y en 1719 la casa volvió a alojar brevemente al monarca y a su segunda esposa Isabel de Farnesio.

La hermosa construcción es de ladrillo y, constituyendo un bloque horizontal, dispone de dos fachadas con amplias portadas. En la fachada más estrecha, sita en la calle San Miguel, se encuentra la descentrada portada principal formada por un arco de medio punto sobre pilastras toscanas cajeadas. Sobre ella se sitúa el balcón principal con exquisitas rejas de forja y enmarques del que cuelgan las mencionadas cadenas reales. Y finalmente, entre pilastras, se encuentran los vanos a modo de balcones y ventanas sin salientes coronados por alero de madera.

Junto a ello, causando un efecto óptico para ser visto desde la calle San Juan, el escudo de armas de los Sesma, Sierra y Ruiz de Murillo se ubica en la intersección de las dos fachadas enmarcado por niños sobre delfines, cuernos de la abundancia y un rico follaje. El primer cuartel muestra un águila; el tercero, cuartelado por dos animales enfrentados, torre y luna menguante; encontrándose el segundo y el cuarto muy deteriorados.

Casa de los Marquina

Situada en el nº 17 de la calle San Miguel se encuentra la casa que perteneció en su origen a los Marquina, linaje asentado en Corella desde el siglo XV y cuyo título de hidalguía lo obtuvo Gómez de Marquina en el año 1517.

De esta estirpe destacó en el siglo XVII Jerónimo de Marquina y Arévalo, capitán de infantería española en Guatemala que en 1675 ocupó la alcaldía de su ciudad natal y entre los años 1696 y 1698 participó con Pedro Miñano, Jorge Monreal, José Soraburu y Martín Virto en el arriendo de rentas de tablas del reino navarro.

El edificio, actualmente muy modificado y colindante con la casa de las Cadenas o de los Sesma, conserva en su fachada lateral la portada pétrea de medio punto de sus orígenes en el siglo XV; y la principal, de ladrillo, consta de tres alturas con amplios balcones y un ático cubierto con alero de madera. Así mismo, en su primera altura muestra una pieza heráldica con el escudo de armas de los Sagaseta entre leones, niños y marco de follaje.

Casa de los Escudero

Edificio barroco fechado a mediados del siglo XVII y sito en la calle de los Caballeros, a escasos metros de la casa de los Marquina y la casa de los Sesma, fue vinculado en 1656 junto a la capilla de Santa Teresa del convento del Carmen al mayorazgo del linaje de los Escudero, una de las familias más importantes de la ciudad, por su entonces propietario Miguel Escudero-Peralta y Muro.

Miguel -catedrático en la Universidad de Alcalá de Henares, miembro del consejo real y oidor en las reales audiencias de Canarias, Sevilla y Granada- estableció dicho vinculo siguiendo las últimas voluntades de su hermano Antonio, de quien heredó la propiedad. Por su también falta de descendencia el mayorazgo pasó a un tercer hermano, Gaspar Escudero-Peralta y Muro, que ocupaba el cargo de capitán de caballos de la infantería española, y de éste a sus descendientes por línea directa.

No obstante, los Escudero se asentaron en Corella procedentes de La Rioja ya en el siglo XV; y obtuvieron el reconocimiento de su hidalguía en 1541 pudiendo disfrutar de asiento en el brazo de los caballeros de las cortes generales de Navarra. Desde entonces y a lo largo de la Edad Moderna ocuparon importantes cargos administrativos y políticos y tendieron lazos matrimoniales con las familias destacables de la ciudad. Destacaron entre ellos las figuras de Antonio Escudero y Muro – comandante de la escuadra de Barlovento de Felipe V y superior de la Orden de Jerusalén en Navarra en 1741- y Francisco Escudero y Ramírez de Arellano -ministro de Marina en 1821-.

Actualmente el edificio presenta un aspecto muy modificado debido a las diversas reformas que se han realizado a lo largo de su historia. En la planta baja se sitúa la portada adintelada entre pilastras; en la primera altura el piso noble con cuatro balcones; en las dos siguientes cuatro ventanas en cada una -entre pilastras las del ático- y el alero de madera que corona la estructura. Su labra heráldica, entre la primera y segunda altura, acoge sobre la cruz de Santiago las armas de los Escudero, Luna, Peralta y Olóndriz.

Casa de los Arteta

En el lateral izquierdo de la fachada principal de la iglesia de San Miguel se anexa la casa de los Arteta. El edificio se construyó a mediados del siglo XVI como vivienda familiar del matrimonio formado por Esteban Peralta, perteneciente a la rama agramontesa de los Peralta, e Inés de Mauleón, señora del palacio de Tabuencas.

No obstante, en 1713 Agustín Sesma y Sierra, uno de los comerciantes más importantes de la ciudad y responsable de la construcción de la casa de las Cadenas, compró esta casa por subasta pública, la transformó siguiendo los gustos barrocos y puso a la cabeza del mayorazgo de su segundo hijo.

Éste, Zenón Bernardo Sesma y Escudero, casó en 1728 con Mª Joaquina Zay y Lorda, fue doctorado en leyes por la universidad de Ávila, oficial mayor de la secretaria del Real Despacho en 1726, guardajoyas de la reina Mariana de Neoburgo e Isabel de Farnesio, veedor y contador del infante y duque de Parma don Felipe y caballero de Calatrava desde 1743, y se retiró a Corella en 1759.

El edificio pasó al primogénito de ambos, León Agustín, y de éste a su hija Mª Manuela, quedando desde su matrimonio con Sebastián Arteta ligado a esta notable familia de militares y políticos.

Así mismo, destacaron como propietarios el ministro de la Gobernación, de Comercio y Fomento Fermín de Arteta y Sesma y su hijo Andrés -diputado y senador en varias ocasiones-, quien eliminó en 1887 los vestigios barrocos del edificio. No obstante, fue su nieta Mª Teresa Saenz de Heredia y su marido José Luis de Arrese, Secretario General y Ministro de Vivienda en la dictadura franquista, quienes acometieron las últimas reformas en el año 1947.

La casa, que en su origen contaba con lagos, corrales, bodegas y caballerizas, presenta dos grandes fachadas. La más amplia contiene una portada pétrea centrada de estilo neorrenacentista sobre la que se sitúan cuatro balcones, una galería abierta con arcos de medio punto coronados por un alero de ladrillo y un cuerpo anexo con vanos y tres alturas. La segunda, toda ella con decoraciones pictóricas que simulan balaustradas, forma ángulo recto con la parroquia de San Miguel, muestra una planta baja pétrea con cuatro grandes vanos, y cuatro balcones y ventanas coronadas también por trabajado un alero de ladrillo.

Junto a ello, entre ambas fachadas al igual que ocurre en la casa de los Sesma, se sitúa la labra heráldica con el escudo de armas de los Arrese y Saenz de Heredia. Así mismo, el interior del edificio contiene valiosas piezas artísticas y arqueológicas de distinta cronología.

Casa Mariano José de Larra

En frente de la iglesia de San Miguel, en la intersección de las calles del Santísimo y San Juan, se encuentra la pequeña casa en la que vivió una de las figuras más importantes del romanticismo literario español, el escritor costumbrista Mariano José de Larra, durante el año 1822 a causa del oficio de su padre como médico de Corella.

La pequeña casa es de estilo barroco tal y como indica la reja cincelada de uno de sus balcones; así mismo, expone un escudo de alabastro del s. XVII con yelmo por timbre, ornamentado con cueros retorcidos y follaje, con lebrel rampante, torre y rocas perteneciente a los Sanz.

De esta familia, natural del Valle del Roncal, destacó la figura de Isidro Sanz y Virto por ocupar en 1713 el cargo de capitán comandante del Regimiento de Infantería de Navarra con base en Benabarre; y se conservan tres escudos más en las fachadas de los edificios de la ciudad -calle Pascual Oñate nº 4 y calle Mayor nº 53 y 55-.

Casa de los Alonso

Este edificio sito en el nº 22 de la plaza Baja fue erigido en el siglo XVIII como casa familiar del linaje de los Alonso.

El origen de los Alonso, cuya nobleza fue probada en el año 1547 por los tribunales castellanos, se sitúa en la localidad riojana de Ocón y su llegada a Corella se atestigua con Manuel Alonso y Medina como sochantre de la parroquia de San Miguel en 1715.

Entre sus descendientes destacaron José Alonso y Ruíz Conejares, ministro de Gracia y Justicia en 1841, presidente del Tribunal Supremo en 1854 y defensor de las desamortizaciones del s. XIX; y su hijo Eduardo Alonso Colmenares, regente de las audiencias de Cuba y Santo Domingo en 1865, ministro de Gracia y Justicia, Fomento y presidente del Tribunal Supremo. Así mismo, Eduardo fue el último varón de la familia, tras él la casa quedó ligada por matrimonio a los Díez de Ulzurrun, marqueses de San Miguel de Aguado.

El imponente edificio, cuya construcción se relaciona con las figuras de Manuel Alonso y Sainz y su hijo Antonio Alonso y Salinas, tiene una estructura irregular que indica la unión de varias casas en una. La fachada principal es de ladrillo sobre zócalo de piedra; muestra una portada descentrada con arco de medio punto entre pilastras sobre las que se apoya uno de los tres balcones de la primera altura y el escudo rococó con las armas de los Alonso, con león rampante entre estrellas, aspa y luna creciente y menguante, y aspa y estrella. En la fachada lateral, con patio, se sitúa una galería abierta sostenida por columnas toscanas y ménsulas fechada en el siglo XIX.

Casa de los Alonso Sáenz

El nº 1 de la calle de la Reja lo ocupa la casa que, aunque actualmente pertenece al linaje de los Alonso Sáenz, en su origen como casa única perteneció al tudelano José Lizaso y Guenduláin, uno de los personajes más acaudalados de la ribera de Navarra durante el último tercio del siglo XVIII.

José Lizaso, quien comenzó a reunir su fortuna a causa de sus actividades comerciales en Cádiz, compró una serie de propiedades en la ribera tudelana entre las que se localizan las casas que adquirió en Corella tras su enlace concertado en 1777 con la corellana Joaquina Bonel Ursúa, hija del corellano Bernardo Bonel Sesma y la alfareña Ana Ursúa Barea.

En 1788 adquirió la casa perteneciente a los herederos de los Aibar en la calle de la Reja y en 1790, en esa misma calle y colindante a la casa consistorial, la asociada al mayorazgo de los Lainez con el objetivo de convertirlas en una única vivienda. No obstante, en 1798, tras pleitear con el Ayuntamiento, tuvo que vender una parte de la casa que había pertenecido a los Lainez para que se pudiesen acometer las reformas de ampliación de la mencionada casa municipal.

Tras la muerte de Lizaso en 1801 y de su esposa en 1819 el amplio edificio fue pasando a sus descendientes y herederos hasta que a finales del siglo XIX fue adquirido por partes por el comerciante Lucio Sáenz Sáenz, familia que actualmente mantiene la propiedad.

La vivienda, de formato horizontal y cuatro huecos en cada una de sus tres alturas, muestra una fachada condicionada por las construcciones anteriores. La primera planta, modificada por el uso comercial contemporáneo, mantiene la portada principal descentrada y adintelada. Los balcones de la primera altura se sitúan sobre ménsulas; en todos ellos destaca la rejería de diseño curvo y estilo francés atípico en Navarra, así como el escudo de armas de los promotores de la construcción en chapa y forja que se encuentra en el balcón principal, y el espectacular doble alero de madera que corona la casa.

Casa Consistorial

El edificio que acoge al Ayuntamiento fue construido en el siglo XVII y sustituyó a la vieja casa consistorial situada en la calle Conejera debido a la importancia que la entonces plaza del Mercado (plaza de los Fueros) y plaza de la Verdura (plaza de España) estaban ganando frente a la antigua casa medieval erigida en torno a un castillo hoy día desaparecido.

En el año 1560 se adjudicaron por subasta a Domingo de Peñarreta, quien presupuestó 625 ducados, unas obras que no llegaron a realizarse para derribar la antigua casa consistorial y construir una nueva en el mismo emplazamiento. En 1576 se tasaron unos solares en la actual plaza de los Fueros para construir dicha casa. No obstante, se desconoce si el edificio actual, sito finalmente en la plaza de España, se construyó para dar cabida al Ayuntamiento o fue adquirido, teniendo con anterioridad un uso distinto al gubernamental.

Sea como fuere, el edificio ha asumido distintas remodelaciones a lo largo de su historia. En 1700 el albañil Juan de Argós tuvo que lucir la sala principal, arreglar sus asientos de madera, asegurar el archivo en un aparador de madera y remodelar las cubiertas a causa de los desperfectos ocasionados por un incendio; y en 1738 eliminar el cielo raso de un mirador en mal estado, abrir una puerta y añadir una escalera. Así mismo, a mediados del mismo siglo los albañiles Manuel Gómez y Juan Antonio Garbayo y el carpintero Miguel Ángel de Arrieta hicieron algunos trabajos menores.

Ya en el siglo XX, en el año 1981, el edificio aumentó su estética barroca siguiendo el proyecto de los arquitectos César Sesma Bienzobas y Francisco Bellido Núñez. Se incorporaron enmarques de ladrillo en los vanos; unieron los hasta entonces tres balcones existentes en la primera altura -entre los que se sitúan dos escudos que representan, con águila en actitud de atrapar a un lagomorfo que corre, la heráldica de origen medieval de la ciudad-; se añadieron saledizos a los de la segunda altura y sustituyeron las antiguas

Casa de los Marqueses de Bajamar

Frente al Ayuntamiento se encuentra la casa familiar del matrimonio formado en 1659 por José Miñano y Clara Eugenia de Sesma. El primero, licenciado en leyes por la Universidad de Alcalá y hombre de negocios asociados al comercio lanar, provenía de la estirpe de los Miñano -instalados en Corella por el matrimonio del que nacería José: Gabriel Miñano y Mendoza y la corellana Isabel de Cabia-, cuyos miembros mantuvieron en la primera mitad del siglo XVIII el tercer lugar en la exportación de sacas de lana a Francia después de los Virto y los Sesma, familia a la cual pertenecía Clara Eugenia.

En 1697 José y Clara situaron esta residencia recién construida a la cabeza de su mayorazgo; al mismo añadieron diversas viñas y piezas, censos valorados en más de 15.000 ducados y en 1702 la capilla de las Ánimas que Clara, ya viuda, mandó levantar en el convento de los carmelitas como panteón familiar.

Los hijos del matrimonio obtuvieron en 1687 la sentencia de hidalguía que les permitió usar escudo de armas. No obstante, con Mª Eugenia Miñano y Ramírez de Zurita, tataranieta del matrimonio, se perdió el apellido Miñano por vía masculina tras su matrimonio en 1801 con Antonio Porlier y Saenz de Asteguieta, II marqués de Bajamar -hijo de Antonio Porlier y Sopranis, secretario de Gracia y Justicia de España en 1790-.

En el siglo XIX se eliminó la estética barroca de la fachada de este enorme edificio de cuatro plantas, portada centrada de arco de medio punto y dovelas almohadilladas, dos alturas con balcones de rejerías de forja y un ático con ventanas. No obstante, en 1997 su propietario actual y VII marques de Bajamar le devolvió la riqueza ornamental incorporando ladrillo en los enmarques de los balcones, fajas de separación de pisos, lesenas que organizan el frontis y el escudo de armas de los Porlier y Miñano sobre el balcón principal.

Casa de los Sopranis

Esta preciosa casa ubicada en la calle Losada fue situada a la cabeza del mayorazgo fundado en 1718 por el matrimonio formado por Francisco Sopranis Suárez y Villamón y Clara Mª de Miñano y Sesma.

Francisco era caballero del hábito de Santiago y regidor perpetuo de las Islas Canarias, e hijo de Diego Sopranis -gobernador y capitán general de Trinidad y la Guayana, gobernador del castillo de Jaca y teniente capitán general de Aragón-. En el año 1700 llegó a Corella con el fin de contraer matrimonio con Clara Mª, procedente de una de las familias de comerciantes más acaudaladas de la ciudad -era una de los once hijos e hijas de José Miñano y Clara Eugenia de Sesma, quienes situaron a la cabeza de su mayorazgo la casa que hoy día pertenece al VII marqués de Bajamar-.

Fruto de la unión, como casa familiar, construyeron este espléndido e interesante edificio que consta de un bloque prismático de ladrillo dividido en las cuatro plantas que se adivinan en su fachada principal. Ésta muestra una planta baja con portada descentrada; una primera y segunda altura con cuatro balcones y rejería; la tercera altura se abre por medio de una galería corrida adintelada sobre la que se sitúa un volado alero de madera; y toda ella se articula por pilastras y originales paneles rehundidos y salientes con decoraciones geométricas.

Casa de los Gorraiz de Beaumont

El nº 2 de la calle Emilio Malumbres lo ocupa la casa que Fernando Gorraiz y Beaumont y López de Murillas mandó construir en unos solares ocupados por varias edificaciones y corrales que compró en 1692 a Gregorio Imbluzqueta, beneficiario de la parroquia del Rosario.

Fernando pertenecía a una familia de ilustres caballeros y militares con origen en el palacio cabo de armería de Gorraiz -sito en el valle de Egües, fechado en el siglo XV y cuyo titular tenía derecho a asiento en el brazo nobiliario de las cortes generales del reino de Navarra- que llegó a Corella por la unión en matrimonio de sus abuelos en 1605: el heredero de la casa don Diego Gorraiz Beaumont y la corellana Florentina de Buitrago y Benedit.

En 1693 Fernando casó con su sobrina Micaela Vicent de Montesa y Gorraiz de Beaumont -hija de Gaspar de Montesa y Ana Gorraiz de Beaumont, marqueses de Montesa desde 1708 por los servicios prestados a Felipe V en la Guerra de Sucesión-; y dotó a la casa familiar de un preciado y hermoso jardín con flores, frutales y hortalizas. No obstante, la labra heráldica que luce su fachada corresponde al matrimonio formado en 1721 por Mariana, una de sus tres hijas, y el burgués mercantil José de Sesma y Escudero.

Ésta se encuentra entre los balcones principales de la fachada principal y, entre leones y follaje y niños, incluye las armas de ambas familias -Sesma, Escudero, Sierra y Ruíz de Murillo, Gorraiz Beaumont, Vicent de Montesa, y López de Murillas y Gorraiz de Beaumont- mostrando abundancia y unión entre la nobleza de rancio abolengo y la burguesía enriquecida por el comercio.

Así mismo, en la fachada principal de esta casa de tres alturas y estructura en esquina se sitúa una portada descentrada de arco de piedra. Destacan sus particulares y magnificas pilastras, molduras, cornisas y encuadramientos de ladrillo en balcones y ventanas con rejería de forja y carpintería original; y en la parte posterior el ático con galería de grandes arcos de medio punto que da paso a un espléndido alero de madera.

Casa de los Virto de Vera Anchorena

En la calle Emilio Malumbres nº 4 se sitúa la que fue residencia del matrimonio formado por Juan Fermín Virto de Vera y Mª Josefa Anchorena antes de construir su residencia principal en 1741 en la plaza de los Fueros. No obstante, la casa pertenecía a Francisca de Ezpeleta, madre de Josefa, quien compró esta casa construida en el siglo XVII en torno al año 1710.

La fachada la componen dos balcones simétricos en la primera y segunda altura, una galería de seis vanos adintelados en el ático y un alero de madera tallada de gran vuelo. Sólo el escudo barroco situado entre los dos balcones de la segunda altura la distinguen como casa insigne. Éste -con yelmo por timbre, mascarón inferior, orla con profusa vegetación, águila y niño-, que aloja las armas de los Virto de Vera, Anchorena, Larreta, Ezpeleta, Beramendi y Azpilcueta, no pudo ser colocado antes de 1734, ya que fue entonces cuando Fermín y Josefa obtuvieron permiso en los tribunales para emplearlo.

Casa de los Goñi

En la esquina calle Mayor-Ramón y Cajal, en el nº 6 de esta última calle, se encuentra la enorme casa barroca erigida en 1711 como residencia familiar del matrimonio formado en 1697 por Martín de Goñi y Ochoa de Zuasti y la estellesa Rosa de Loyola y Eulate.

Martín, nacido en 1666 en Abárzuza, también en la merindad de Estella, se instaló en Corella para pronto convertirse en uno de los comerciantes más conocidos de la ciudad gracias a la importación y exportación de lana de Castilla a Francia. Así mismo, ocupó la alcaldía en 1724 y 1731, fue notario de la Inquisición y desde 1733 se encuentra enterrado junto a su esposa, fallecida en 1747, en la capilla familiar de San Cosme y San Damián en el convento de los carmelitas.

Entre los descendientes de los Goñi destacaron en los siglos XVIII y XIX grandes militares como el coronel de artillería Hilarión de Goñi y San Juan y su hermano Joaquín, brigadier de la armada; y el coronel José María Goñi y Vidarte y su hermano Gaspar, teniente general del ejército.

El edificio, en mal estado de conservación, cuenta con una estructura rectilínea de cuatro plantas. La fachada principal, en la calle Ramón y Cajal, mantiene su portada descentrada a la derecha de arco de medio punto entre pilastras. En la primera y segunda altura se sitúan balcones sin saledizo y carpintería de cuarterones, entre los que se sitúa el escudo de armas de los Goñi, Loyola, Ochoa de Zuaste y Eulate. Y la tercera, añadida o reformada en el s. XIX, la componen pequeños vanos a modo de ventanas.

Casa de los Miñano de la calle Mayor

En el nº 22 de la calle Mayor encontramos otra de las casas pertenecientes a la familia Miñano, en este caso a Pedro Miñano y Sesma, segundo hijo del importante matrimonio formado por José de Miñano y Clara Eugenia de Sesma, quienes construyeron y situaron a la cabeza de su mayorazgo la conocida casa de los marqueses de Bajamar en la plaza de España.

Pedro, que al igual que su padre y hermanos era un hombre de negocios dedicado al comercio lanar -en 1719 formó una sociedad con su hermano primogénito José- y a la política y administración local -ocupó la alcaldía de la ciudad en 1736-, casó en 1697 con la ejeana Teresa Marta y Brun. Juntos fundaron el mayorazgo a cuya cabeza pusieron esta preciosa casa de la que descendieron importantes ilustrados como Andrés Miñano y Las Casas -estudió leyes en Valladolid y fue corregidor de Trujillo a finales del XVIII- y su hijo Sebastián Miñano y Bedoya -político liberal y miembro de la Real Academia de la Historia en 1825-.

La trabajada fachada del edificio, cuya planta se sitúa en esquina a consecuencia de la fusión de dos viviendas, es de ladrillo y se divide en cuatro enormes plantas. La planta baja, modificada por su uso comercial, conserva su portada centrada; las dos alturas siguientes lucen amplios balcones con rejería de forja y ventanas; y la tercera contiene un maravilloso y destacable ático con galería de arquillos moldurados y vanos adintelados sobre ménsulas, entre pilastras, coronados por alero de madera con casetones apoyados en ménsulas talladas. Así mismo, luce en el frontispicio sobre la portada principal una labra heráldica rodeada por una moldura rectilínea con el escudo de armas de la familia con orla de follaje y sustentado por salvajes.

Casa de los San Juan

El nº 44 de la calle Mayor lo ocupa la casa de los San Juan, erigida en la segunda mitad del s. XVII por Esteban Echevarría y Lorente para su hija Josefa Echevarría.

Estaban nació en Corella en 1637 aunque su origen familiar se sitúa en Guipúzcoa -su abuelo Martín llegó a la ciudad a principios de siglo para participar como perito en las construcciones de la basílica del Villar, la parroquia de San Miguel y del Rosario-. En 1664 casó con Isabel Villafranca y fruto de este matrimonio nació Josefa; quien a su vez casó en 1686 con el sangüesino José San Juan quedando la casa desde entonces ligada a este apellido de importantes comerciantes y militares. José, el primogénito de este último matrimonio fue el segundo exportador de lana más importante de la Ribera de Navarra. Así mismo, destacó José Lucas San Juan y Browne, ministro de Guerra en 1823.

La estructura de esta bonita y barroca casa la constituye un bloque prismático de cuatro plantas y fachada de ladrillo. La planta baja, modificada por su uso comercial, conserva su llamativa portada original descentrada de piedra y arco de medio punto con dovelas geométricas asentadas en pilastras. Las dos alturas superiores muestran amplios balcones enrejados; el situado sobre la portada no es el original, éste fue sustituido desapareciendo con él la labra heráldica que portaba las armas de la familia. Y la tercera altura, coronada por un amplio alero de madera con ménsulas talladas, presenta una galería abierta por seis arcos de medio punto apoyados sobre robustos pilares circulares.

Casa de los Miñano de la calle de la Cruz

En la calle de la Cruz nº 7 se encuentra una casa dieciochesca probablemente erigida por uno de los once hijos e hijas del importante y conocido matrimonio formado por José de Miñano y Cabia y Clara Eugenia de Sesma -quienes situaron a la cabeza de su mayorazgo la hoy conocida como Casa de los marqueses de Bajamar-: Diego Francisco de Miñano y Sesma.

Éste accedió a la Orden de Santiago vistiendo el hábito militar desde 1698 tal y como indica el escudo de armas que el edificio muestra en la primera altura de su fachada, el cual, orlado por un rico follaje alberga en su campo las armas de los Miñano y Sesma sobre la cruz de Santiago. A ella se suma una segunda altura con cuatro vanos cada una a modo de ventanas y balcones enrejados enmarcados por bonitos motivos geométricos en relieve; una planta baja muy modificada en la actualidad debido a su uso comercial; un ático coronado por alero de madera; y un interior estructurado en torno a una amplia escalinata.

Casa de los García Arista, Loygorri, Ichaso y Virto de Navarzato

En la calle del Rebote, cerrando con uno de sus lados la placeta García, se encuentra una casa cuya fachada de origen barroco únicamente conserva sus rejas y labra heráldica. Ésta muestra las armas de los García Arista, Loygorri, Ichaso y Virto de Navarzato -con banda terciada, cruz de Iñigo Arista y cadena exterior en el primer cuartel; en el segundo tres bandas terciadas; águila y liebre en el tercero; y tres piñas cercadas por seis castillos en el cuarto- a consecuencia del matrimonio formado en 1749 por el militar corellano Martín José García Arista Ichaso y la cirbonera Josefa Loygorri Virto.

Así mismo, la casa es conocida por nacer en ella en el año de 1749, fruto de la mencionada unión, Martín Manuel García y Loygorri -teniente general de Artillería que destacó por sus acciones en la guerra de independencia contra los franceses a principios del s. XIX-. No obstante, con su hijo Ángel García Loygorri, conde de Vistahermosa desde 1844, la familia se desvinculó de la ciudad.

Casa de los Morales de Asiaín

El nº 6 de la calle de la Cruz lo ocupa una construcción palaciega dieciochesca que, al igual que la casa nº 41 de la calle Mayor, está relacionada con el linaje de los Morales y Asiáin tal y como se aprecia en la labra heráldica que luce su fachada.

Las armas de los Morales están muy extendidas; una rama de los mismos, los Morales de Rada, fueron señores del palacio de Rada en Murillo el Fruto y tuvieron asiento en las Cortes de Navarra. Por otro lado, los Asiáin, linaje corellano con multitud de ramificaciones, se instalaron en Corella a finales del s. XV. Estos dos linajes se unieron a través de diversos matrimonios entre los que se atestigua el de D. Juan Morales Polo e Isabel de Dª Asiáin Cabrejas en el año 1647.

Así mismo, de esta familia destacó la figura de Joaquín José de Asiáin y Berdaji (1758-1828), uno de los destacables músicos religiosos de la época que, formado en un rico ambiente musical en su Corella natal, ya de joven aparece como organista y maestro de la capilla de San Jerónimo la Real en Madrid. Se le reconocen numerosas obras vocales y para tecla publicadas y dispersas en distintos archivos peninsulares entre las que destaca Seis versos y sonata para órgano que aloja el archivo “María Luisa”.

La fachada principal de la construcción, de ladrillo, muestra tres alturas a la que se añade una planta baja con portada descentrada y está coronada por alero de madera. La primera altura, entre balcones enrejados, luce una labra heráldica con distintas armas entre las que se encuentran en su primer cuartel las de los Morales y Asiáin.

Parroquia de San Miguel

La parroquia de San Miguel se erigió en el siglo XV junto a la Puerta de Alfaro y a extramuros siendo, por tanto, la iglesia más antigua de la ciudad. En su origen lució un marcado estilo gótico pero las sucesivas ampliaciones y reformas realizadas hasta el s. XVIII la convierten en una joya del barroco navarro.

Actualmente la construcción de ladrillo sobre basamento de piedra y contrafuertes cuenta con una planta de tres naves, cabecera pentagonal y crucero. La fachada principal, igualmente de ladrillo y con escalinata de piedra a sus pies, muestra una portada de arco de medio punto entre pilastras clásicas. Ésta luce nicho hueco ocupado por la escultura renacentista de San Miguel y una ventana en cuyos laterales se adjuntan escudos de la ciudad; sobre la cornisa el frontón triangular partido albergaba una talla de San Pedro de principios del XVII; y en cada uno de los laterales unas portadas ciegas y cuerpos de ladrillo almohadillado dan paso a dos campanarios, fechados en el s. XIX, de base octogonal rematados con agujas.

En su magnífico interior bóvedas de arista cubren las naves centrales y laterales, bóvedas de cañón con lunetos los brazos del crucero, una cúpula elíptica su centro y una bóveda al horno cierra el ábside. Así mismo, todo el perímetro de la iglesia lo recorren ricas y teatralizadas ornamentaciones de escenas bíblicas a las que se añaden pinturas murales realizadas en el s. XX para potenciar la exuberancia rococó del templo, cuyo máximo representante es el retablo mayor.

Éste, de cascarón y planta cóncava articulado por enormes columnas, acoge imágenes del santoral entre las que destaca San Miguel; fue realizado entre los años 1718 y 1722 por el maestro Juan Antonio Gutiérrez -a José Saénz de Inestrillas corresponde su dorado e incorporación en 1790 de novedades decorativas y estructurales rococós-. Así mismo, el templo conserva en su interior un preciado crucificado flamenco del siglo XV; cuenta con diversos retablos, púlpitos, sillería coral, tallas, un órgano y rico ajuar de una exquisitez propia de los siglos XVII y XVIII.

Parroquia de Nuestra Señora del Rosario

Situada en una de las plazas principales de la ciudad, la parroquia de Nuestra Señora del Rosario fue inaugurada en 1546 tras recibir las autoridades locales en 1535 permiso del obispado de Tarazona para construir una nueva parroquia.

No obstante, la construcción, de ladrillo sobre zócalo de piedra y reforzada con contrafuertes, ha albergado diversas ampliaciones y modificaciones desde su origen dando como resultado una iglesia principalmente barroca de planta longitudinal de tres naves y cabecera recta con crucero al que se adosan dos sacristías de planta rectangular.

La fachada principal, donde se aprecian los mencionados contrafuertes decorados con motivos geométricos y coronados con pequeñas torretas, muestra una portada de piedra articulada geométricamente con una talla de la Virgen del Rosario y el Niño del s. XVII que destaca frente al ladrillo y, que al igual que la torre lateral, fue añadida a mediados del s. XX siguiendo esquemas barrocos.

Internamente, articulada por pilares cruciformes con pilastras adosadas y arcos de medio punto decorados con yeserias vegetales, la nave central está cubierta por bóveda de cañón con lunetos y las laterales por bóvedas de arista -las tres datadas en el s. XVII-; y una cúpula esquifada con rica ornamentación sobre tambor octogonal resguarda un crucero reconstruido en el s. XVIII.

Así mismo, el frente del cabecero está cubierto por un imponente retablo, realizado entre los años 1671 y 1679 por el escultor Sebastián de Sola y Calahorra, en el que se sitúa una imagen sedente de la Virgen del Rosario y una serie de trabajos pictóricos obra de Vicente Berdusán que relatan la vida de Cristo y de la Virgen. Junto a ello, la riqueza del templo la completan distintos retablos realizados entre el s. XVII y el rococó del s. XVIII, y un variado ajuar de piezas de orfebrería fechadas también en este último siglo.

Convento de las Benedictinas

El origen de esta obra monástica de estilo barroco está asociado a la figura del corellano Pedro de Baigorri -capitán general y gobernador de Trinidad de Santa María, Buenos Aires y Río de la Plata- por destinar en 1659 la cantidad de 16.000 pesos para la construcción de un convento bajo la advocación de la Encarnación en la ciudad; cometido que ocupó acogiendo a la orden benedictina hasta la década de los años setenta del siglo pasado, cuando el edificio pasó a convertirse tras una pequeña remodelación en lo que actualmente conocemos como Museo de Arte Sacro, propiedad de la Fundación Arrese.

La construcción se divide en dos cuerpos que corresponden a una residencia monástica cuya estructura gira en torno a un patio central abierto por arcos dobles de medio punto; y, adosado al mismo y comunicado a través de los coros, a un templo de planta de cruz latina con una única nave y cabecera recta.

Ambos cuerpos comparten una bonita fachada de ladrillo sobre zócalo de piedra con tres calles articuladas por pilastras. La central alberga la portada principal que soporta en su frontón una hornacina con la figura de San Bernardo, por encima un frontispicio, con ventana a cuyos lados se sitúan entre tallas geométricas de ladrillo los escudos de la ciudad, y un frontón triangular con óculo la coronan. Las calles laterales muestran una única altura con puertas adinteladas, frontones semicirculares y pilastras rematadas por hornacinas, pirámides y bolas.

El interior de la iglesia está articulado por pilastras y cornisa de triglifos y metopas; bóvedas de cañón con lunetos cubren la nave y una cúpula de media naranja un crucero cuyos lienzos de evangelistas en las pechinas y santos en los lunetos fueron añadidos en el s. XIX, y sus motivos floreados en los arcos a mediados del s. XX.

El retablo mayor y los dos laterales los sufragó el pamplonés y capitán general de Perú José de Armendáriz y Perurena al profesar en la orden su hermana la madre Teresa de San Benito; fueron realizados entre los años 1741 y 1744 por el maestro Baltasar de Gambarte siguiendo un novedoso estilo rococó. Destaca entre ellos el retablo mayor por el relieve de la Encarnación y remate del Espíritu Santo en el ático. A esta riqueza se suman los magníficos lienzos de mediados del siglo XVII de Ximénez Donoso, un rico ajuar de plata y una diversa colección que recoge el visitable Museo de Arte Sacro.

Convento de Nuestra Señora de la Merced

En el mes de febrero del año 2003 se levantó un gran monumento, obra del entonces arquitecto municipal Manuel Contreras, en la plaza de la Merced simulando la fachada de la iglesia barroca que allí se situó hasta 1978 en advocación a Nuestra Señora de la Merced.

El templo formaba parte de un conjunto monástico que comenzó a construirse en 1659 motivado por el agradecimiento de la ciudad a la Virgen de la Merced por el fin de una sequía; y tras obtener el Ayuntamiento en 1648 permiso de edificación de la orden de los mercedarios, las autoridades eclesiásticas de Tarazona y civiles de Pamplona.

La residencia monástica -ocupada actualmente y desde 1950 por la conocida hoy en día como Escuela de Arte y Superior de Diseño- conectaba con un templo de una única nave, crucero y cabecera recta, cubierta en su interior con bóvedas y cúpula. Éste lucía una valiosa y hermosa fachada de ladrillo, de tres calles divididas por pilastras y cornisas coronadas por dos campanarios laterales y un frontón central, conocida por su juego entre geométricos y efectos lumínicos que la situaban entre las más trabajados de la ciudad.

Convento de los Carmelitas Descalzos

El convento barroco de los Carmelitas Descalzos, sito entre la calle del Carmen y Santa Teresa, fue erigido en 1604 partiendo de la ya existente ermita de San Pedro como consecuencia de la falta de órdenes religiosas en la ciudad y del acuerdo alcanzado en 1595 entre la orden y el Ayuntamiento que, a cambio de su patronato, sufragó las obras junto a las de la iglesia que en 1621 vino a sustituir a la mencionada ermita.

La residencia conventual se estructuró en torno a un patio cuadrangular. El templo adjunto subraya las directrices manieristas propias de principios del s. XVII al poseer planta de cruz latina y una sola nave con cinco tramos, cabecera recta y un coro que se prolonga por las tribunas laterales.

La fachada principal está construida en piedra y ladrillo y compuesta por tres calles. La central presenta un pórtico enmarcado por pilastras y dos vanos laterales a modo de ventanas arqueadas; contiene una hornacina con la escultura de Nuestra Señora del Carmen flanqueada por dos placas con los anagramas de Cristo y María; y una ventana con escudos de la Orden del Carmen rematados por un frontón triangular con óculo y torrecillas con bolas. Las dos calles laterales muestran puertas adinteladas remarcadas por cintas y enlazadas al bloque central por aletones curvos.

El interior del templo lo cubren bóvedas de medio cañón con lunetos y una cúpula de media naranja el crucero, estando este último espacio decorado con lienzos, ovalados en las pechinas y el emblema de la orden en la clave de la cúpula. A ello se suman tres capillas -la erigida en 1639 por los sanitarios de la ciudad a sus patronos San Cosme y San Damián en 1639; la de Santa Teresa, adquirida en 1653 por la familia corellana de los Escudero; y la capilla de las Ánimas del Purgatorio, construida a principios del s. XVIII para dar sepultura a la familia Miñano-Sesma- que enriquecen el conjunto con sus valiosas cubiertas, decoraciones y obras pictóricas. Destacan, así mismo, el retablo mayor realizado en 1639 por fray Alonso de San José en un estilo clasicista, en cuyo camarín se aloja la Virgen del Carmen, y los laterales, dedicados a San José y Santa Teresa, con sus ricos sus lienzos.

Convento de las Carmelitas Descalzas

En las décadas finales del s. XVII comenzó a construirse un conjunto conventual donde religiosas de la orden de los carmelitas custodian desde 1724 la talla de Nuestra Señora de Araceli, aparecida en 1674 bajo la ermita de Santa Lucía en el término de Araciel.

El edificio, obra de maestros locales y sufragada por el Ayuntamiento y el caballero carmelita logroñés Juan José Martínez de Boleaga, suma a sus dependencias conventuales -las cuales giran en torno a un patio abierto doble y cuyos planos responden a los dictámenes arquitectónicos de la orden- una iglesia de nave única con capillas laterales unidas entre sí, cabecera recta con coro a sus pies y crucero.

En su exterior la fachada principal, análoga a la del convento masculino de los carmelitas, la componen tres calles rectangulares de ladrillo y piedra rematadas por torrecillas y bolas. La calle central, de mayor tamaño, muestra un pórtico abierto en tres arcos, hornacina con la imagen de la Virgen de Araceli y tres ventanas enmarcadas y rematadas con frontones curvos que dan paso a un frontón triangular con óculo en su centro. Las dos laterales, enlazadas por medio de aletones curvos, contienen dos alturas con puertas y ventanas adinteladas con remates geométricos.

El rico y decorado interior lo recorre una cornisa de modillones y dentellones; y queda cubierto en su cuerpo central por bóveda de cañón con lunetos, por bóvedas de arista las capillas y cúpula de tambor con sendas ventanas el crucero.

Junto a ello, destaca el retablo mayor realizado entre 1724 y 1730 por fray Juan de los Santos; su estructura recoge, unido a las imágenes de San Elías y Santa Teresa, San Miguel, San Miguel y San Rafael y el lienzo de la Coronación de la Virgen, la talla de origen gótico de Nuestra Señora de Araceli. Así mismo, los retablos laterales los protagonizan esculturas dieciochescas de Santa Teresa y San Juan de la Cruz y lienzos con escenas marianas; y la capilla de San José la escultura barroca de tamaño real del santo que lleva su nombre.

Por último, a la mencionada riqueza se suma el variado conjunto artístico que custodia el convento, del cual destacan los bordados de plata sobre terciopelo obsequios de las reinas Bárbara de Braganza e Isabel II.

Basílica Nuestra Señora del Villar

La basílica de Nuestra Señora del Villar fue construida a lo largo del siglo XVII y redecorada en 1938. La construcción sustituyó a la antigua ermita donde se veneraba a la Virgen del Villar, patrona de la ciudad. Así mismo, en sus alrededores, en 1899 se erigió el convento de los pasionistas, cuya orden hoy día custodia dicho emplazamiento.

La planta del templo la compone una nave única de cinco tramos, cabecera recta y crucero. El exterior de ladrillo y piedra muestra una fachada que sigue las pautas estilísticas de los modelos conventuales del siglo XVII: enmarcada por pilastras, encabezada por un frontón triangular que realiza las funciones de campanario, hornacina con la imagen de la Virgen del Villar sobre su puerta de arco de medio punto y cornisa, con vanos en el segundo cuerpo y aletones curvos en los laterales.

El interior, cubierto por bóvedas de medio cañón y cúpula sobre el crucero, contiene un destacable retablo mayor de mediados del siglo XVII, obra de Diego Pérez de Vidángoz y Virto, que acoge la talla gótica de una Virgen del Villar que muestra modificaciones barrocas, y una serie de lienzos de escenas bíblicas; a ello se suman varios retablos menores también del siglo XVII.

 

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